
Por muchos calendarios que arranquemos, hay fechas que jamás serán vencidas por el paso del tiempo. La irrupción de Arantxa Sánchez Vicario en Roland Garros forma parte de ese álbum de recuerdos imborrables, un hito que al cumplir 35 años merecía la pena refrescar para todos aquellos que no pudieron vivirlo en el presente, incluido el que escribe esta pieza. Viajar al París de 1989 supone viajar al lugar donde empezó todo, el momento en el que España empezó a construir su imperio dentro del circuito, donde el mundo entero comenzó a familiarizarse con el mítico ‘¡Vamos!’. El inicio de un cuento de hadas a través de una chica de tan solo 17 años.
Eso sí, la precocidad de la catalana venía ya de tiempo atrás, de los cuartos de final alcanzados en Roland Garros 1987 y 1988. En sus dos primeros primeras participaciones logró colarse entre las ocho mejores del cuadro, frenada primero por la argentina Sabatini y luego por la australiana Provis. Más allá de la ronda, una victoria icónica en esta segunda edición le haría ocupar sus primeras portadas. Nada más y nada menos que ante Chris Evert, que con 34 años firmaría allí el último partido de su carrera en París. Enfrente, una española sin nada que perder no era consciente de lo que acababa de hacer.
“Ganar a Chris Evert en tercera ronda de aquel Roland Garros con tan solo 16 años fue inolvidable, creo que fue su último partido antes de retirarse, así que me tocó a mí cerrarle esa continuidad de tantas victorias en París. Ganar a mi ídolo, la Nº1 del mundo, me ayudó mucho de cara al futuro para pensar que yo también podía serlo”, reconoce Arantxa sobre la mujer que, a día de hoy, sigue presumiendo de tener el récord de mayor cantidad de títulos individuales en Roland Garros, un total de siete.
EL MOMENTO DE ARANTXA
Dice el refrán que a la tercera va la vencida, aunque no siempre se cumple. A esto se agarró fuerte Sánchez Vicario en 1989 cuando se presentó de nuevo en la arcilla parisina con la intención de cruzar por primera vez la barrera de los cuartos de final en Grand Slam. Y vaya si lo hizo. Con su clásica tenacidad y fortaleza física fue apartando del camino a las siguientes contrincantes:
- Primera ronda - Regina Rajchrtova (6-2, 6-1)
- Segunda ronda - Isabelle Demongeot (6-4, 6-4)
- Tercera ronda - Natalia Medvedeva (6-0, 3-6, 6-2)
- Cuarta ronda - Amanda Coetzer (6-3, 6-2)
- Cuartos de final - Jana Novotna (6-2, 6-2)
- Semifinales - Mary Joe Fernandez (6-2, 6-2)

“Roland Garros, para cualquier jugador español, siempre ha sido el torneo favorito. Lo mirabas en la televisión cada primavera, me acuerdo de ver los partidos de Borg, McEnroe, Connors y también los de Evert y Navratilova en mujeres, eran las que siempre llegaban a las finales. Un día dije: ‘Ojalá algún día yo pueda participar en ese torneo, ojalá un día pueda estar ahí y cumplir un sueño levantando esa copa”, señalaba la mujer que a sus 17 años avanzaba por primera vez a la final de un torneo de esta categoría. ¿Y allí quién le esperaba? La peor rival posible.
Steffi Graf, campeona en las dos últimas ediciones, aguardaba el sábado al otro lado de la red. Solamente era dos años mayor que nuestra Arantxa, pero su palmarés ya la definía como una leyenda en ciernes, aunque nunca sabes dónde te puede surgir una rival. Aquel 10 de junio de 1989, la alemana descubrió que no estaba sola, que en ese mismo vestuario existían amenazas lo suficientemente talentosas para pararle los pies de vez en cuando.
“Me acuerdo perfectamente, como si fuera ayer”, recita la barcelonesa sobre el día que su vida cambió para siempre. “Recuerdo clasificarme para la final y tener un día de descanso para prepararme, aunque no pude descansar porque también jugaba el dobles mixto. En rueda de prensa me preguntaron por la final pero, en vez de preguntarme cómo me encontraba, lo que me preguntaron fue: ‘¿Cuántos juegos crees que vas a ganar mañana?’. Yo era una niña de 17 años, estaba en la final con Steffi Graf, pero era la primera española que llegaba a la final de Roland Garros. En aquel momento fue un acontecimiento impresionante, pero los periodistas me quitaron esa ilusión, lo cual se sumó a los nervios que ya arrastraba. La noche de antes no dormí nada”, aseguró años después sobre un encuentro que parecía visto para sentencia.
Arantxa llegaba al último partido de la gira de tierra con la maleta cargada de victorias: semifinales en Hilton Head (Graf), semifinales en Amelia Island (Graf), semifinales en Tampa (Sabatini), título en Barcelona (Kelesi), semifinales en Hamburgo (Novotna) y final en Roma (Sabatini). ¿Lo suficiente como para creer en una hazaña de tal calibre? Eso solo lo sabría el día del partido. “Salté a la pista pensando que no tenía nada que perder, Steffi tenía toda la presión, así que me centré en jugar bien y disfrutar de la final. A partir de ahí, ya veremos lo que pasa”.
UNA EDICIÓN INOLVIDABLE
La de 1989 fue una edición con bastantes puntos de interés. Por ejemplo, aquel año sería el debut de Monica Seles en Roland Garros, quien levantaría el título doce meses después. Y en 1991. Y en 1992 otra vez, aunque esto es otra historia. También supuso el primer Roland Garros en once años sin la presencia en el cuadro de Chris Evert y Martina Navratilova, un puñal para los nostálgicos. Pero si hubo un recuerdo que quedó grabado para siempre, un partido que disparó los índices de audiencia, esa fue sin duda la final.
“El partido empezó muy igualado, pero el público siempre va con la que no es favorita y, en ese momento, yo era la más débil”, relata Arantxa. "Eso me animó muchísimo, empecé a jugar muy bien, la gente alucinaba al ver que la final estaba tan igualada. El primer set lo gané, el segundo lo perdí y en el tercero iba perdiendo 5-3. Cuando le rompí el saque y nos pusimos 5-4, ella aprovechó para irse de la pista. Yo estaba centrada, así que seguí a lo mío, aseguré mi servicio y nos pusimos 5-5. Volví a ganarle el saque, me puse 6-5, en ese momento me temblaba todo. Estaba a un paso de ganar Roland Garros, así que solo me enfoqué en jugar punto a punto”, rememora con la emoción de la escena.
Un juego la separaba de la gloria, de impedir el triplete de Graf en París y, al mismo tiempo, de convertirse en la jugadora más joven de la Era Open en conquistar Roland Garros. Estaba cerca, pero quedaba lo más difícil. “Nunca pensé que ya estaba ganado, así que mantuve la misma concentración todo el rato. Gané el primer punto, luego el segundo… así hasta que escuché ‘bola de partido’. Me pilló botando la pelota, transpiraba de la emoción y los nervios. Le saqué al revés, ella restó, le volví a jugar al revés y en el segundo golpe dejó el revés cortado en la red. ‘Juego, set y partido Sánchez’.

El sueño se hizo realidad (7-6, 2-6, 7-5). Arantxa Sánchez Vicario, en su tercera acometida en tierras francesas, era la campeona. Con 17 años, el cielo se abría para un niña que todavía era menor de edad, quizá por eso la celebración fue tan natural. “La alegría fue tanta que tiré la raqueta para arriba, me revolqué en la arena y empecé a llorar. Me convertí en la más joven de la historia en ganar Roland Garros, la primera española en hacerlo, hice historia para mí país, no podía pedir más. Cuando me dieron el trofeo lo cogí, lo besé y pensé: ‘Lo hice’. Es un partido que quedó para la historia, todo el mundo recuerda esa final como una de las mejores. Cuando veo las imágenes, por mucho que pasen los años, siempre me emociono”, expresa la ex jugadora de 52 años.
EL INICIO DE UN SUEÑO
Así fue como Arantxa Sánchez Vicario se convirtió hace 35 años en la primera tenista española de la Era Open en ganar un Grand Slam. Luego sería también la primera en alcanzar el Nº1, tanto en singles como en dobles. Allí en París, su superficie favorita, levantaría el título de nuevo en 1994 (Pierce) y 1998 (Seles), aunque por el camino también sufrió el dolor de perder las finales de 1991 (Seles), 1995 (Graf) y 1996 (Graf). Al final de su carrera registraría 12 finales de Grand Slam en categoría individual, ganado cuatro de ellas. Un recorrido que tuvo su guinda en 2007, cuando accedió al Salón de la Fama del tenis internacional en Newport.
“Tal vez fui la pionera en los jugadores de tenis de nuestro país, desde aquel momento no hemos parado de contar éxitos en España, es increíble ver a todos los grandes campeones que hemos tenido”, apunta Arantxa orgullosa. “No soy una persona a la que le guste hablar de mí misma, pero es bonito ver que cómo la gente se acuerda de mí como alguien que ayudó a mejorar el tenis en mi país. Rafa Nadal también lo hizo, ahora tenemos a Carlos Alcaraz, tal vez yo sea un poco parte de eso. Con suerte, continuaremos con este dominio también en los próximos años”, concluye. Sean cual sea los éxitos que nos depare el futuro, es innegable que un cachito de responsabilidad siempre recaerá en sus manos... o mejor dicho, en sus ¡vamos!