Chris Evert, detalles de un reinado histórico sobre tierra batida

La estadounidense llegó a encadenar 125 triunfos consecutivos sobre esta superficie, siendo la máxima ganadora de títulos en Roland Garros.

Diego Jiménez Rubio | 29 May 2020 | 09.04
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Chris Evert, mejor jugadora sobre tierra batida de la historia. Foto: gettyimages
Chris Evert, mejor jugadora sobre tierra batida de la historia. Foto: gettyimages

Fue algo más que una tenista y la sola mención de su nombre evoca una oleada de emociones en todos los amantes del deporte. Chris Evert fue una figura que trascendió el tenis y cuya influencia mediática se dejó notar en todos aspectos. Esa rivalidad íntima con Martina Navratilova, que pasó de ser su mejor amiga a archienemiga acérrima por culpa de terceros que las enfrentaron y que en cuanto dejaron el tenis volvieron a retomar su inquebrantable amistad, copó las pantallas de información deportiva durante muchos años y fue elevada a un estatus superior. Ambas acabaron con 18 Grand Slams, y aunque Chris sufrió mucho ante Martina, alargó su carrera muchísimo, siendo capaz de ganar Grand Slams más allá de la treintena y convirtiéndose en la reine indiscutible de la tierra batida.

Y es que si hubo un terreno donde su hegemonía apenas tuvo discusión, fue en la arcilla. Campeona de Roland Garros en siete ocasiones, consiguió el primer título de Grand Slam y el último en París; estrenó su casillero en 1974, apabullando a todas sus rivales y sin dejar escapar ni un set, y doce años después, volvió a levantar el trofeo que le acreditaba como ganadora, imponiéndose en la final, precisamente a Navratilova. Ganadora de la friolera de 157 títulos profesionales, su longevidad, carisma y espíritu competitivo fueron claves para la consolidación del tenis femenino y el empoderamiento de la mujer a través del deporte.

"Había partidos que sabía que había ganado ya antes de salir a la pista", rememora la estadounidense en declaraciones para Tennis.com. No es para menos. En un tiempo donde la WTA aún no estaba consolidada y había grandes tenistas que se perdían Grand Slams para competir en la WTT, solo este hecho pudo hacer que no llegara a la decena de títulos allí. Campeona en 1974 y 1975, no disputó el torneo en sus tres siguientes ediciones, hasta que en 1979 regresó ávida de gloria. Significó mucho ese título ya que formó parte de la racha triunfal más importante de la historia del tenis sobre una misma superficie, al conseguir 125 victorias consecutivas sobre tierra batida.

Derrotada en agosto de 1973 por Evonne Goolagon en la final del torneo de Cincinnati, Evert pareció conjurarse para poner de manifiesto su hegemonía sobre el albero y se mantuvo invicta durante seis años. El dominio fue tan apabullante que tan solo dejó escapar ocho sets, de los 258 disputados en ese lapso de tiempo sobre tierra batida, endosando la friolera de 71 parciales en blanco a sus rivales, es decir, 6-0. La magia se rompió en el torneo de Roma 1979, cuando Tracy Austin logró imponerse por 4-6 6-3 7-5 a Chris Evert, inscribiendo su nombre en la historia del tenis al haber interrumpido una racha triunfal difícilmente repetible.

No fue un golpe moral especialmente significativo para Evert, que pronto se repuso y encadenó 64 partidos ganados de forma consecutiva sobre tierra batida, entre los que se incluyeron los títulos en Roland Garros 1979 y 1980. La primera derrota de la estadounidense en París había llegado en 1972, cuando no pudo ante una veterana Margaret Court, en una de las finales más memorables de la historia del torneo. Pero entre sus títulos y ausencias por la WTT, el segundo encuentro que perdió no llegó hasta 1981, cuando cayó ante Hana Mandlikova en semifinales. Andrea Jaeger, en 1982, Martina Navratilova, en la final de 1984 y semifinales de 1987 y Arantxa Sánchez-Vicario, en 1988, fueron sus otros verdugos en Roland Garros, su torneo fetiche.