Roger Federer, al descubierto: "No echo de menos el tenis, estoy en paz"

El suizo dio su entrevista más extensa tras su retirada, hablando sobre su actualidad, su rivalidad con Nadal y Djokovic y su relación con el tenis.

Carlos Navarro | 14 Mar 2024 | 17.26
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Roger Federer. Fuente: Getty
Roger Federer. Fuente: Getty

Roger Federer no echa de menos el tenis. Disfruta su vida alejado de las pistas, ejerciendo de padre, de hijo y de marido. Parecía que nunca llegaría el momento: después de verle durante dos décadas en los mayores escenarios del circuito, imaginarse las grandes plazas sin él parecía una quimera...

La realidad, sin embargo, es que el tiempo pasa para todos. Lo queramos o no. Roger Federer ya no compite en Wimbledon o Roland Garros, pero se siente en paz con una trayectoria intachable, con un legado eterno. Y él mismo ya disfruta de lo que antes parecía imposible: una vida sin el estrés de la competición, una vida en la que analizar rivales y montarse en aviones cada semana ha quedado completamente atrás.

Así lo desvela, al menos, en la que ha sido la entrevista más extensa desde aquel día, en la Laver Cup, en la que Roger decidió colgar la raqueta para siempre. Ha sido con GQ, donde ha abordado temas de debate muy extensos que afronta con una sinceridad y candidez muy 'Federianas', si se me permite. Y es que... sí, la retirada no le está tratando nada mal. Nadie mejor que él para contarnos cómo se siente en estos instantes.

"Me siento muy aliviado, si es que eso tiene sentido. Los últimos años, con mi rodilla, fueron muy duros. Podías sentir que el final estaba cerca. Cuando todo se ha terminado, cuando has dado ese paso y estás retirado oficialmente, tomas aire y piensas: 'Wow, estuvo bien'. En aquel momento sufría, porque sabía que iba a ser muy duro, tanto el momento de retirarme en Londres como todo lo que le precedía. Más adelante tienes flashbacks, cuando ves highlights o cuando la gente te pregunta cómo te sentías en aquel momento y te enseñas imágenes".

Decir adiós se ha convertido históricamente en objeto de debate cuando hablamos de la carrera de una leyenda. Es un tema que trasciende el tenis y queda imbuido en otros deportes. Algunos lo dejaron en la cima, con un triunfo, como Pete Sampras. Otros estiraron el chicle al máximo, sin que derrotas alejados de sus mejores momentos pongan una mancha en su legado. En el caso de Federer, es de nobleza preguntar si, bajo su punto de vista, tuvo el punto y final a su carrera tenística que él quiso.

"Sin lugar a dudas. Fue aún mejor. Siempre me petrificó pensar en ese momento en el que el partido ha terminado, chocas la mano, tu rival se marcha o se queda en la pista y tú tomas el micrófono, solo, con algunos amigos en la grada, tras un torneo en el que nadie sabe si vas a perder en primera ronda o en la final y, por tanto, no todo el mundo puede estar ahí... hablas y, boom, se acabó, que llegue el siguiente partido y el show continúa.

Siempre tuve miedo de quedarme solo en la pista. Lo que siempre quise fue estar en un entorno grupal, de equipo, rodeado de la gente más cercana. Aquel viernes noche pude decir: 'Voy a jugar en esta fecha y todo el mundo puede venir a verme'. Seguía formando parte de un equipo".

SU RELACIÓN CON EL TENIS

Más de año y medio ha transcurrido desde que Federer colgase la raqueta. Desde aquel día, Novak Djokovic se ha convertido en el hombre con más Grand Slams de la historia; Rafael Nadal planea una nueva vuelta al ruedo tras la enésima lesión, con el horizonte de la retirada muy cerca; Carlos Alcaraz y Jannik Sinner se han destapado como los líderes de la nueva generación y, en definitiva, el panorama tenístico se encuentra en un momento de cambio, con una vieja guardia que sigue dando guerra pero que más pronto que tarde dará paso a nuevos nombres. ¿Lo echa de menos?

"No echo de menos el tenis, la verdad. Me hacen mucho esa pregunta, y la verdad es que no. Me siento en paz. Creo que se debe a que soy consciente de que mi rodilla, mi cuerpo y mi mente no me permiten estar ahí. Siento que le saqué todo el jugo a mi carrera. Lo intenté todo. Estoy en paz. Amo jugar al tenis cuando estoy con mis hijos. 

Hace poco reservé una pista de tenis con mi mujer por primera vez en mi vida. Fue hace un mes, jugamos al lado de nuestros hijos, que estaban recibiendo clase, y me lo pasé genial. Amo jugar al tenis y siempre pensé en ese momento en el que volviese a una pista sin tener en la cabeza que debo mejorar", confiesa Roger. ¿Y la perfección que siempre le ha caracterizado? ¿Significa eso que se ha esfumado la magia que siempre salía de su raqueta?

"Es gracioso porque hace poco estuve en Stanford, ya que el hijo de Tony (Godsick, su agente) juega allí. Le dije: 'Mira, en el resto de derecha, creo que deberías hacer esto'. Se lo expliqué rápido, cogí la raqueta, me pongo a restar... y seguía ahí. Eso no se va. Es como montar en bicicleta. Luego hicimos otro ejercicio, le intentaba explicar los diferentes tipos de derecha: con más comba, rápida, angulada, la que sea. Cada golpe que hice fue perfecto. Solo podía pensar: 'Dios, sigue ahí'".

SU RELACIÓN CON EL RESTO DEL BIG FOUR Y UNA DESPEDIDA IDEAL

Es imposible mirar a la carrera de Federer de forma aislada. Sus mayores éxitos y sus más dolorosas decepciones se entrelazan con figuras históricas que coincidieron en la época dorada de nuestro deporte. Tanto Rafael Nadal como Novak Djokovic siguen compitiendo, algo que Roger tiene muy presente... y que tuvo presente hasta el final de sus días en pista.

"Estoy pendiente de cuando llegan lejos. Eres consciente de cosas como cuándo va a volver Rafa, o Novak rompiendo otro récord. Está todo bien, aunque no voy a organizar mi plan en función de un partido. Sigo pendiente de este deporte, me dio triteza ver que Rafa no ha podido jugar todo lo que le gustaría. Tengo un buen presentimiento, sé que se ha bajado de Indian Wells, pero espero que pueda volver al tren competitivo. 

Cuando me retiré en Londres y estuve en la rueda de prensa al lado de Andy, Novak, Rafa y Borg, dije: 'Que yo sea el primero en marcharme es lo adecuado'. Yo tuve mi tiempo sin ellos en el circuito, y ahora les toca a ellos tener su momento en el circuito sin que yo esté ahí. Me hubiese sentido mal si Murray, que casi se retiró por su cadera, o Rafa con sus rodillas, se hubiesen retirado antes. Me sentí feliz de ser el primero en irme, y deseo que ellos puedan seguir ahí todo lo que quieran".

Federer ya no mira al circuito con los ojos de ese competidor despiadado que se encuentra en una pelea por los récords de este deporte. El tiempo fuera de las pistas le ha dado paz y tranquilidad, además de un enfoque renovado en el tenis como entretenimiento global. "El competidor que había en mí se ha marchado. Completamente". ¿Por qué?

"Porque estoy orgulloso y feliz con lo que he logrado, y nunca voy a olvidar que cuando rompí el récord de Sampras, él estaba muy tranquilo. O todo lo tranquilo que puedes estar. Jamás olvidaré eso. Creo que tomas un rol muy diferente cuando te retiras. Te sientes muy satisfecho en tu posición y comienzas a apoyar al deporte al completo. Si se alcanzan ciertos récords, lo traslado a una esfera diferente: pienso que no solo estamos compitiendo dentro del espacio tenístico, sino que competimos en la esfera de los deportes, que tratamos de llevar el tenis a una dimensión mayor. Estamos peleando contra Netflix o Amazon".

Y así, con la elegancia y la tranquilidad que caracteriza a Federer, culmina una conversación que encapsula muy bien lo que fue él. Confesando que ya tiene más tiempo para hablar a sus hijas de sus logros y éxitos, admitiendo que, cuando eran chicas, trataba de "hacer de menos" sus logros, generando una especie de burbuja dentro del mundo tenístico. Admitiendo, que quizás, había "algo" en su juego que hacía que la gente se identificase con él: "El público sentía que si venían a verme iba a pasar algo especial, que jugaba de una forma diferente. Quizás fui un puente entre la generación más antigua, con los reveses a una mano, y la generación de la fuerza, con un spin espectacular. Quizás fui el favorito de muchos a nivel sentimental por ese juego". Y todavía, casi dos años después de su marcha, a buen seguro que lo sigue siendo.