Sábado 17 marzo 2001, final femenina de Indian Wells. El cartel es espectacular: Serena Williams –de 19 años y Nº6 del mundo– se enfrenta a Kim Clijsters –de 17 años y Nº19 del ranking WTA–. Choque de estilos entre dos mujeres muy jóvenes que ya venían pisando fuerte durante toda la semana. La belga había tumbado el día anterior a la número 1 del mundo, Martina Hingis, mientras que la estadounidense… la estadounidense no necesitó jugar su partido de semifinales. ¿Por qué? Porque el duelo ante su hermana Venus nunca llegó a producirse debido a una lesión de la mayor de las Williams. No hubo partido, pero sí hubo ‘espectáculo’.
A los aficionados del Valle del Coachella no les sentó bien aquella interrupción en la fiesta, se vieron estafados por la retirada de Venus ante su hermana, no entendieron que estaba lesionada. Quizá no quisieron entenderlo. Toda esa rabia acumulada la volcarían al día siguiente en la gran final, donde a Serena Williams le esperaba el mismo infierno en forma de insultos, pitos, amenazas y múltiples faltas de respeto hacia ella y su familia. Como siempre, solo dándole contexto a la historia seremos capaces de llegar hasta el fondo del asunto.
¿SE NEGÓ VENUS A JUGAR?
Viernes, día de semifinales, las hermanas Williams se enfrentan por sexta vez en su carrera profesional, o al menos eso dicta el programa. Tercera y séptima cabeza de serie del cuadro se miden por un billete a la final, hasta que un imprevisto de última hora lo cambia todo. A falta de 4 minutos para que arranque el partido, Venus anuncia que no puede jugar, que arrastra una lesión de su partido de cuartos de final. Un brote de tendinitis en su rodilla derecha genera un efecto dominó de opiniones sobre aquella decisión, empezando por el director del torneo.
“Me habría gustado que Venus al menos hubiese salido y lo hubiera intentado. Esto va en perjuicio del deporte del tenis, más que del torneo individual”, declaró Charlie Pasarell, quien se enteró de la retirada por la megafonía del estadio. Tampoco ayudaron las palabras de Elena Dementieva –derrotada por Venus en los cuartos de final–, cuando le pidieron un pronóstico para el próximo duelo entre las Williams: “No sé lo que pensará Richard, ganará la que él decida que tiene que ganar. Cualquiera que viera la primera final que jugaron tuvo que reírse mucho”, comentó la rusa con dosis extra de sarcasmo.
El ambiente estaba tenso, la simple idea de que Venus se hubiera retirado sin motivo para dejar que su hermana avanzase a la final resultaba aterradora. ¿Sería cierto que Papá Williams manipulaba y controlaba los resultados de sus hijas? En su autobiografía (Black and White), Richard arroja luz sobre lo que sucedió exactamente aquel día dentro del vestuario.
EL PAPEL DE RICHARD
“Cuando jugaban Venus contra Serena no había ninguna estrategia, solo les decía una cosa antes de salir a pista: ‘Divertiros’. Pero aquel día Venus estaba lesionada, lo vimos en la sesión de entrenamiento previa. En ese momento nos surgió un gran dilema, ya que miles de personas habían pagado mucho dinero para ver aquel partido, además del trabajo de la organización durante meses para celebrar el torneo. Había millones de dólares en juego y no queríamos decepcionar a nadie, sin embargo, la responsabilidad recaía en Venus, sabía que, si empeoraba la lesión, las consecuencias podrían ser horribles. Varios médicos la examinaron antes del encuentro y, aunque Venus dejó claro en todo momento su intención de jugar, todos le aconsejaron que no lo hiciera. Por suerte, los médicos son los únicos que no se preocupan por la afición, los patrocinadores o la televisión”.
Padre, entrenador y un orador de campeonato. El perfil de Richard Williams siempre había estado acompañado de cierta polémica debido a sus métodos, su manera de pensar y, sobre todo, su manera de actuar. Era un tipo tan vehemente que solo había dos opciones: o le amabas o le odiabas. Tanta épica en su historia y tanta presencia en medios de comunicación terminó por restarle credibilidad a su discurso, incluso intentaron despojarle del mérito de haber impulsado a sus dos hijas hasta la élite. La retirada de Venus fue el móvil perfecto para que la gente descargara todo ese rencor con la familia Williams, protagonizando así uno de los episodios más tristes del deporte moderno.
“Los abucheos que recibimos por parte de todo el estadio era un mensaje claro de América hacia nosotros. Un mensaje del pasado que nunca podremos olvidar. Una escena humillante para la raza negra donde se cuestionó nuestra integridad. Mis hijas fueron tratadas como delincuentes, sin ninguna dignidad. ¿A alguna otra familia la habrían tratado como a la mía? La respuesta es obvia”, escribió en sus memorias años después.
El día de la final, en cuanto Richard puso un pie en el estadio, la respuesta fue instantánea. Claro, que tampoco ayudó verle acompañado de una Venus que no cojeaba y tampoco llevaba vendaje en su rodilla. Se les abucheó antes, durante y después del encuentro, una postal cargada de violencia hacia su palco, el cual tuvieron que proteger mediante un guardia de seguridad particular. Tampoco se libró Serena, a la que silbaron segundos antes de ejecutar cada remate y aplaudieron tras cometer dobles faltas. Les dejo a continuación algunas de las atrocidades que tuvo que soportar Richard aquel día.
- ‘No necesitamos a un negro en el tenis’
- ‘Abucheemos a este negro durante todo el partido’
- ‘Quiere que lo llamen Mr.Williams, pero yo le llamo Mr.Negro’
- ‘Si no te gusta lo que hay, juega tu propio torneo’
SERENA CONTRA EL MUNDO
Aquello era insostenible, pero la que más sufrió fue Serena, totalmente hundida después de perder el primer set (6-4) e inmersa en una guerra que ella no había pedido. La estadounidense estaba en shock, escondió sus lágrimas bajo la toalla y rezó desde su banquillo pidiendo fuerzas para aguantar. Fue entonces cuando el de arriba le escuchó.
“No pensaba que tuviera la capacidad necesaria para seguir, los abucheos me estaban desgastando, pero no estaba allí para partirme la cara por los señoritos de Palm Springs, con su pelo canoso teñido. Estaba allí por mí y eso la gente tenía que entenderlo”, apuntó Serena acerca de un episodio que marcó un antes y un después en su carácter. Aquel cambio de actitud, que realmente era una explosión de orgullo y personalidad, supuso el principio de la remontada, la cual terminaría materializándose en forma de 6-4 y 6-2. Su padre, entre punto y punto, aprovechaba para levantar el puño al más puro estilo ‘Black Power’, reivindicando sus orígenes por enésima vez.
Después de una gesta así, es normal que a Richard se le hinchase el pecho. “La diferencia entre una persona ordinaria y una persona extraordinaria es simple: la persona extraordinaria está dispuesta a luchar siempre un poco más. Serena demostró que, independientemente de la crudeza de aquella situación, pudo mantener la fe para vencer, la fuerza para resistir, el coraje para seguir luchando. Ese día, Serena fue una verdadera campeona, no dejó que nadie la definiera ni a ella ni a su familia, se elevó a la victoria y se definió a sí misma”, declaró con satisfacción.
Dicen que aquella victoria no fue una victoria de Serena, ni siquiera un éxito de la familia Williams, fue directamente el triunfo de la raza. De la raza humana. Tras el punto de partido, la tenista de Saginaw dio la vuelta de honor al estadio, la cual terminó en un sentido abrazo con su padre y con su hermana. Minutos después se armó de valor para recoger el trofeo y firmar un speech brillante.
“En primer lugar, me gustaría agradecer a Dios por darme las fuerzas para aguantar, hoy algunos habéis sido muy duros conmigo. También me gustaría dar las gracias a mi padre, a mi hermana, a mi familia y a los patrocinadores que hacen posible este torneo. Y a Kim (Clijsters), por brindarme una final tan maravillosa. Gracias a todos los que me habéis apoyado; y a los que no lo habéis hecho… os amo de todos modos”.
LA INESPERADA RECONCILIACIÓN
Al año siguiente, febrero vestiría a Venus Williams como la nueva Nº1 del mundo. Cinco meses después, sería Serena la que ocuparía esa posición. Eran las nuevas reinas del circuito WTA, aunque su magia se mantendría alejada de Indian Wells durante 14 temporadas. Ese fue el pacto que firmaron las hermanas, su manera de penalizar aquel suceso sería privando a la gente de su talento. Menos mal que el tiempo todo lo cura, incluso las cicatrices del corazón. En 2015, Serena pondría fin al boicot y la respuesta del estadio fue unánime: una ovación de 15.000 personas enterraba todo el dolor vivido en aquel lugar. Venus tardaría un año más en cerrar aquella herida.
Curiosamente, el destino quiso cruzar de nuevo sus caminos en el torneo de Indian Wells 2018. Solo era una tercera ronda –desde su primer enfrentamiento (Open de Australia 1998) no se veían las caras en una fase tan temprana– pero el escenario era perfecto. La foto significaba el indulto definitivo al público de California, el perdón por parte de las dos protagonistas, la armonía total a través de aquel partido que no pudo celebrarse 17 años atrás. Por cierto, ese día ganó Venus (6-3, 6-4).