El primer disgusto de Serena Williams en Grand Slam

Sucedió hace 24 años en Roland Garros después de perder contra Arantxa Sánchez Vicario en octavos de final. “Sé que hubiera ganado ese torneo”.

Fernando Murciego | 20 May 2022 | 07.30
facebook twitter whatsapp Comentarios
Serena Williams en su primer Roland Garros, en 1998. Fuente: Getty
Serena Williams en su primer Roland Garros, en 1998. Fuente: Getty

Este año no veremos a Serena Williams disputando Roland Garros, un evento que ha ganado hasta en tres ocasiones (2002, 2013, 2015). Sin embargo, para hablar de la estadounidense no nos hace falta su presencia, nos basta con su historia. Una muy atractiva de contar sucedió hace justo 24 años, en la edición de 1998, donde la menor de las Williams afrontaba por primera vez el cuadro principal en París. No le fue mal, llegó hasta la segunda semana de competición y allí perdió ante la Nº5 del mundo, Arantxa Sánchez Vicario. Muchos años después, siendo ya una veterana, le preguntaron en una rueda de prensa qué partido de su carrera le gustaría volver a jugar. Para nuestra sorpresa, Serena no dudó, ni pestañeó. “Si pudiera repetir uno, serían los octavos de final de Roland Garros 1998”.

Nos ponemos el cinturón y activamos la máquina del tiempo, como tantas otras veces. Por aquel entonces, ya se venía hablando de aquellas dos hermanas afroamericanas desde principios de la década. Su padre, Richard Williams, se había encargado de producir una revolución mediática utilizando a sus dos pequeñas, fórmula inédita para fabricar campeonas que terminó dando el mejor resultado posible. Era 1998, Serena apenas tenía 16 años, pero ya venía de disputar su primer torneo de Grand Slam hace unos meses, en el Open de Australia. Arrancó el curso siendo la #96 del ranking; al llegar a Roland Garros, ya estaba dentro de las 30 mejores, prueba flagrante del talento que escondía tras esa mirada ardiente. En París fue ganando partidos hasta colarse en cuarta ronda, donde le esperaba Arantxa Sánchez Vicario. Ya había mejorado la segunda ronda obtenida en Melbourne, donde fue derrotada por Venus. Esta vez, por motivos obviso, el final de la experiencia iba a ser mucho más traumático.

UN CHOQUE CON POLÉMICA

Arantxa era la Nº5 del mundo en ese momento, llevaba cuatro temporadas sin ganar un Grand Slam, pero todo el mundo sabía que sobre tierra batida muy pocas podían pararla. Allí, en la arcilla francesa, ya había disputado cinco finales, ganando en 1989 y 1994, por lo que partía como favorita aquella tarde. El encuentro, sin embargo, empezó con mejores sensaciones para la tenista de Saginaw, que se apunta la primera manga por 6-4 y empieza liderando con buen pulso la segunda. La incertidumbre era total, la sorpresa estaba próxima, hasta que un par de acciones cambiaron toda la función. Tal era la tensión que acabó rompiendo en polémica, con la española acusando a su rival de haberla querido golpear con una bola, de robarle un punto después con un doble bote y de increparle varias veces a través de gritos intimidatorios. Serena lo negaría todo, aunque las cámaras no mienten.

Nunca la golpeé, aunque sí es verdad que lo intenté. A la gente le encanta inventar historias, pero en ningún momento le grité, siempre que grité lo hice estando lejos de ella. Respecto a esa pelota dudosa… es cierto que estuvo muy cerca de botar dos veces, pero no fue un doble bote. Lo hablé con el árbitro, no hubo ningún altercado, puede que sea Arantxa la que asegure que yo dije otra cosa. No lo sé, tal vez sea ella la que tenga algún tipo de problema con nosotras”, declaró Williams tras del encuentro.

¿Pero qué pasó después? Calma, ya llegamos. El duelo aterrizó en su momento de clímax con Arantxa tirando de galones y asumiendo esa veteranía que siempre ayuda en momentos calientes. Se anotó el segundo set, se anotó luego el segundo (4-6, 7-5, 6-3) y avanzó hasta su sexta semifinal en París. Puños en alto, gestos de alegría y saludo gélido en la red con su adversaria. Serena, con cara de póker por no entender cómo se le podía haber escapado aquel partido, terminó abandonando la Philippe Chatrier con los ojos inundados en lágrimas. Sí, apenas era su primera participación en Roland Garros, pero se marchó con la sensación de haber dejado allí una cuenta pendiente para siempre.

Estuve a dos puntos de ganar aquel partido, de hecho, estuve dos veces en esa situación. Lo digo claramente: de haber ganado aquel partido creo que hubiera ganando ese Roland Garros. Estoy segura de que habría ganado el Abierto de Francia aquella temporada. Desafortunadamente, fue ella quien lo ganó”, apuntó de nuevo la estadounidense temporadas después, con la vitrina llena de títulos pero con la espina de aquel trago amargo en la primavera de 1998. Su primer título, por cierto, no llegaría hasta febrero de 1999.

ARANTXA TERMINÓ A LO GRANDE

Serena aseguró que, de haber ganado aquel partido, hubiera salido campeona del torneo. ¿Seguro? Viendo el resto del cuadro, vamos como mínimo a dejarlo en duda. Tras aquel triunfo tan sufrido, Arantxa se deshizo de Patty Schnyder en cuartos de final, de Lindsay Davenport en semifinales y Monica Seles en la final. Se me ocurren rutas más complicados, seguramente, pero tampoco muchas. Bravo por la española, que salió por la puerta grande con su tercera corona en Roland Garros. Jamás volvería a disputar una final de Grand Slam.

Lo que sí volvería es a reunirse con Williams dentro de una pista de tenis, a quien superó en sus cuatro primeros duelos. La venció en Sydney 1998 (semifinales), Roland Garros 1998 (octavos de final), Eastbourne 1998 (cuartos de final) y Berlín 1999 (cuartos de final). La venganza de la norteamericana llegaría en los tres siguientes enfrentamientos: Los Ángeles 1999 (cuartos de final), Munich 1999 (cuartos de final) y Montreal 2000 (semifinales). El H2H se quedó en manos de la catalana, aunque ya sabemos que esto no fue lo que más le dolió a Serena. Afortunadamente para ella, aquel tropiezo quedaría en una simple anécdota con los 23 Grand Slams que acabó coleccionando en su trayectoria... de momento.