Exigencia máxima, dureza física y mental, tolerancia infinita a la frustración y, también, buenas habilidades actorales. Eso es lo que todo gran tenista ha de tener, tal y como confiesa Jan-Lennard Struff en una interesante reflexión hecha en un medio alemán. El veterano tenista germano reconoce que apenas un 10% de los partidos que cada jugador disputa en una temporada, lo hace libre de problemas.
Resulta muy fácil juzgar desde el sofá de nuestra casa o desde la grada de una pista, pero todos los tenistas merecen la empatía de los demás para intentar entender lo que se esconde detrás de su actividad deportiva. El tenis es un deporte tan apasionante y divertido como complejo, cruel, despiadado y difícil de entender.
Todo aquel que nunca ha jugado a determinado nivel no puede hacerse una idea de los demonios que acuden a la mente de cada tenista durante sus partidos y de cómo cualquier aspectos de su vida personal puede influir en su rendimiento. En esa línea se expresó Jan-Lennard Struff en un podcast alemán.
Very important words from Jan-Lennard Struff, which I think the media, journalists and fans should perhaps consider when assessing players and their performances and writing about them.
— ilyza1002 (@ilyza1002) November 2, 2025
"I think we're all good actors, too. We athletes and tennis players. I don't think that… pic.twitter.com/PeHRfNaVgS
A sus 35 años, el germano ha pasado por todo tipo de altibajos en su carrera, llegando a ser 21 del mundo y finalista de Masters 1000, pero también cayendo fuera del top-100 y sufriendo rachas negativas difíciles de asimilar para cualquiera. Son muchas las ocasiones en que vemos jugar mal a un tenista sin que haya motivo aparente y juzgamos de manera sumarísima su rendimiento, sin prestar atención a todo lo que puede esconder esas malas prestaciones.
Struff asegura que tan solo 5 o 6 partidos al año son jugados por cada tenista sin problemas físicos ni mentales
Un deporte individual como este y tan exigente en todos los sentidos, que se juega durante 11 meses al año en un circuito itinerante, hace que la distancia entre la realidad que experimentan los tenistas y lo que ven los aficionados sea sideral. Por eso relatos como el de Struff ayudan mucho a abrir los ojos de los fans y entender que, por supuesto son privilegiados por dedicarse a algo que aman y a partir de lo cual viven experiencias inimaginables para los demás, pero también sufren una enorme presión y tienen que lidiar con cosas que cualquier ciudadano de a pie no haría.

"Todos los tenistas somos buenos actores porque en la inmensa mayoría de partidos, todos nos sentimos lejos de la perfección. Si juego unos 50 o 60 partidos en una temporada, diría que en tan solo 5 o 6 estoy libre de problemas físicos y totalmente fresco a nivel mental, sin nada que perturbe mi concentración y mi rendimiento. El resto se trata de lidiar con lo que te ocurra, asumir las limitaciones que puedas tener y ser lo mejor posible con lo que dispongas·", aseveró el teutón.
En cualquier otro deporte colectivo, los problemas físicos o mentales pueden disimularse muchísimo más al ser arropado por un equipo que pueda suplir las carencias de un deportista en concreto, haciendo incluso que su mal momento pase inadvertido. Pero el tenis no engaña. Conviene ponerse en el lugar de los jugadores antes de criticar o cargar duramente contra ellos; los principales interesados en ganar son ellos, emanando buena parte de sus ganancias de su rendimiento deportivo, y habiendo sacrificado muchas cosas para formar parte de la élite mundial del tenis.

