¿Por qué no se retira Venus Williams?

No es un ataque, es una pregunta con respuesta. Es la esencia de una carrera infinita y el motivo por el cual Venus todavía mantiene la ilusión a sus 42 años.

Venus Williams seguirá en activo en 2023. Fuente. Getty
Venus Williams seguirá en activo en 2023. Fuente. Getty

Qué difíciles son las despedidas, sobre todo para el que se va. Venus Williams, a sus 42 años y tras 29 temporadas en activo –el dato es estremecedor– entiende que todavía no ha llegado su momento. No sabemos lo que esconde su mente, pero la estadounidense piensa que todavía hay margen para disfrutar, competir y entregarle algo al deporte. Su nombre aparece hoy en el puesto #1012 de la clasificación, con tan solo 13 puntos WTA, normal si tenemos en cuenta que en 2022 disputó cuatro torneos y en todos cayó en el debut. Con este panorama, a estas alturas de la carretera, muchos se preguntarán: ¿por qué seguir? Dentro de los muchos factores que envuelven este misterio, uno de los más importantes es la fe.

La fe es el sustento cuando todo parece perdido, cuando el túnel se queda sin luz, pero también es un faro cuando afrontas lo desconocido. Lo explica perfectamente su padre, Richard Williams, a través de una conversación ubicada en 1989, cuando Venus tenía 9 años. Ahí ya era la mejor jugadora de categoría sub10, pero una mañana, de regreso en la famosa caravana Wolkswagen, quiso subrayarle a su padre el poderío que empezaba a sentir.

  • ¿Sabes qué, papá? Soy muy buena jugando a tenis
  • Sí, lo sé
  • Soy la número uno
  • Sí, eres la número uno
  • ¿Sabes? Creo que podría vencer a McEnroe

McEnroe era en aquel momento Nº4 del mundo, le sacaba 21 años a Venus y estaba considerado como uno de los mayores genios del deporte. Pero la mayor de las Williams, con esa inocencia que solo tienen los niños, contaba con una confianza desbordante en sí misma. Tenía esa certeza de los grandes campeones, de acabar ganando siempre pasara lo que pasara, juegues contra quien juegues. Por cierto, ¿saben cuál fue la respuesta de Richard? “Sí, pienso que puedes vencerlo”.

Quizá otro padre hubiera soltado una carcajada, o le hubiera explicado que aquello era una barbaridad, incluso le hubiese reñido por exceso de soberbia. Pero Richard tenía un sueño, un plan a largo plazo que ya hemos explicado en esta web. “Cuando crees en ti mismo, cuando tienes una fe tan profunda y permanente, te conviertes en una persona increíble. Puedes hacer exactamente lo que dices que puedes hacer, ese es el tipo de fe que tenía Venus, incluso a los 9 años, una fe completa, una confianza total. Según la Biblia, si tienes fe puedes mover montañas. Si ella creía eso, entonces tenía todas las razones para pensar que podía ganar a un campeón como John McEnroe”.

CONFIANZA DESDE LA CUNA

Evidentemente, nunca llegaron a jugar entre ellos, pero si años después le hubieran preguntado a Venus sobre sus opciones de ganar a McEnroe, su respuesta hubiera sido esta: ‘Sí, fácilmente’. Esa fe nunca paró de crecer, se multiplicó con el paso del tiempo, se disparó por encima incluso del nivel que sus padres habían diseñado. Esa fue la intención de Richard y Oracene desde un principio, que sus hijas creyeran que podrían conseguir cualquier cosa que se propusieran, sin límites.

Los únicos límites eran los que ponía su padre, frenando su carrera profesional y dejándolas fuera del circuito junior. Esto provocó cantidad de críticas por parte de la prensa, pero también a nivel interno en boca de otros entrenadores. ¿Qué sentido tenía alejarlas del circuito en esos años de aprendizaje? Lo que sí les permitía era entrenar, mientras él ejercía de relaciones públicas. Memorable fue el encuentro que tuvieron en mayo de 1991 con Rick Macci, cuando Richard le invitó a hacerles una visita, apuntando que ‘si se portaba bien’ luego no le echaría del equipo. El técnico conocía perfectamente el personaje de ‘Papá Williams’, por lo que no tenía ninguna fe en aquellas niñas. Aún así, aceptó la propuesta.

Gerald Marzorati, en su biografía de Serena Williams, cuenta cuáles fueron las primeras impresiones de Macci al ver en pista a las hermanas. Rápidamente se percató que cometían un montón de fallos técnicos, improvisaban continuamente y no adoptaban ningún patrón. Hablando claro, sintió que estaba perdiendo tiempo. ‘Pensé que Venus estaba hecha para el atletismo y que Serena no tenía ningunas ganas de estar allí’. Buscando un cambio, Rick les propuso jugar unos puntos, pero Richard saltó al instante. El rol de entrenador quedó apartado por el de padre protector, alguien que bajo ningún concepto quería ver a sus hijas enfrentadas. ‘Jugaremos un dobles: Rick con Venus y Serena conmigo’. Lo que pasó a continuación fue mágico.

¡El nivel subió inmediatamente! ¡¡Era una locura!!”, escribe Macci en el libro. “La preparación mejoró, el juego de pies mejoró… ¡contar los puntos era lo que más importaba! Eran dos niñas muy competitivas, con hambre de pelota, eso es difícil de enseñar. Corrían, protestaban, era todo a la máxima intensidad. Por fuera, su juego necesitaba una cirugía reconstructiva, pero por dentro lo tenían todo. Además, iban a crecer, a hacerse más fuertes. Aquel día me marché de aquellas pistas en Compton con una palabra en la mente: contrato. Algún día, esas niñas iban a ser las dos mejores tenistas del mundo”. Tenían 11 y 9 años, pero aquel boleto de lotería estaba marcado desde la cuna.

EL DEBUT

31 octubre de 1994, otra fecha clave para comprender la magnitud de Venus Williams. Su debut, en San José, donde ganó en primera ronda a Shaun Staford (6-3, 6-4) para luego perder contra la número uno del mundo, Arantxa Sánchez Vicario (2-6, 6-3, 6-0) Si has visto ‘King Richard’ ya sabrás la intra-historia de aquel encuentro, donde Venus llegó a dominar el marcador por 6-2 y 3-1, hasta que un parón de 10 minutos de la española lo cambió todo. Un total de 252 periodistas se acreditaron para cubrir in situ aquel evento; el año anterior apenas fueron 24. Con 14 años y 3 meses, Venus se quedó a un suspiro de firmar la que hubiera sido una victoria legendaria, quizá la más sorprendente de la historia, lo que sí consiguió fue un contrato multimillonario con Reebok. El talento de esa niña era ya un secreto a voces, solo faltaba descubrir dónde estaba su techo.

Y su techo se dibujó el 25 de febrero del año 2002, hace justo dos décadas, momento en el que Venus llegó por primera vez a lo más alto del ranking. Se convertía en la tercera tenista afroamericana en ser Nº1 mundial tras Althea Gibson (1957) y Arthur Ashe (1957), aunque ambos lo habían logrado antes de la Era Open. Por aquel entonces ya contaba con cuatro Grand Slams en la maleta, el problema era que su calendario estaba siempre limitado por las lesiones, por eso tardó más tiempo de lo esperado.

Creo que si hubiera sido Nº1 del mundo sin haber ganado ningún Grand Slam tendría menos importancia”, reconoció la de Lynwood en su primera rueda de prensa tras aquel logro. “Haber ganado Grand Slams lo hace todo mucho más agradable, así que siento que me lo merezco. Ser la primera del ranking y ganar estos grandes títulos son objetivos necesarios para tener una carrera exitosa, he trabajado mucho hasta llegar aquí, aunque no soy la primera afroamericana en conseguirlo: Althea Gibson fue la primera”, subrayó con mucha personalidad.

Con 49 títulos individuales (7 de Grand Slam), 22 de dobles (14 de Grand Slam), cuatro oros olímpicos, unas WTA Finals, una FedCup y 11 semanas como Nº1, la trayectoria de Venus Williams no admite discusión. Sin embargo, mucha gente se pregunta por qué no tuvo tanto éxito como Serena. Para entenderlo, lean atentamente unas declaraciones de aquella misma rueda de prensa en febrero de 2002. “En este momento sienta genial haber llegado hasta aquí, pero una cosa es llegar y otra muy distinta es mantenerse. Ahora quiero centrarme en seguir trabajando y ser muy dedicada, pero sobre todo en seguir disfrutando del juego. Si en algún momento todo esto se convierte en una carga, al menos para mí, ahí es cuando empezarán los problemas”. Ha quedado claro.

LA LÍNEA DE META

Con sus altos y sus bajos, el camino de Venus Williams sumó un hándicap insalvable en la temporada 2009, aunque ni el síndrome de Sjögren iba a cortarle las alas. La mejor muestra es verla todavía en activo a seis meses de cumplir 43 años. “Me sigue encantando el tenis y quiero seguir jugando. He estado entrenando mucho en los últimos meses, de hecho, después de disputar el último partido de dobles con Serena, lo primero que hice al día siguiente fue reservar una pista de entrenamiento”, comentó hace unas semanas acerca de la resaca de su 23ª participación en Flushing Meadows. Uno de los cientos de datos que podríamos mostrar para destacar su monstruosa longevidad.

¿Qué más necesita demostrar? ¿Qué le empuja a seguir entrenando? ¿Por qué Venus Williams siente esa necesidad de seguir compitiendo? Si todavía no habéis llegado al hueso, si no veis lo que significa el tenis para esta mujer, recuperamos unas palabras de Rick Macci para dar la ultima pincelada y concluir el artículo:

"La verdad, nunca habría vaticinado que Venus tendría una carrera tan extensa, nadie lo habría imaginado. Viéndola en la pista, se nota que todavía tiene ese hambre para tumbar al contrincante, se trata simplemente de competir, no de ganar uno o dos millones más. Siempre le encantó competir, tanto a ella como a Serena. Cuando te gusta tanto la competición, dejarlo cuesta mucho. El día que lo deje será lo más duro que haga en su vida”.

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