El tenista sin raquetas

En noviembre del año 2000, Goran Ivanisevic se convirtió en el primer jugador de la historia en perder un partido tras haber destrozado todas sus raquetas.

Fernando Murciego | 20 Nov 2022 | 16.54
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Goran Ivanisevic, frustrado tras romper todas sus raquetas. Fuente: Getty
Goran Ivanisevic, frustrado tras romper todas sus raquetas. Fuente: Getty

A día de hoy puede que le conozcan más por ser el entrenador de Novak Djokovic –en unas horas le verán en la gradas de las Nitto ATP Finals–, pero lo cierto es que Goran Ivanisevic hace mucho tiempo que forma parte de las grandes leyendas del tenis moderno. El croata de 51 años siempre ha destacado por el gran personaje que lleva dentro, protagonizando multitud de anécdotas durante su extensa carrera. Su gran obra será siempre Wimbledon 2001, donde jugó gracias a una WC y terminó vengando sus tres finales perdidas en el pasado, pero antes de eso ya era señalado como el mejor sacador del circuito masculino, así le bautizó un tal Pete Sampras. Para muestra, su media: 14 aces por partido.

Pero lo mejor de Ivanisevic no está en sus datos, sino en sus formas, en ese carisma que traspasaba la pantalla, ese imán tan difícil es encontrar estos días en la #NextGen. Hoy os traigo un capítulo olvidado por la gran mayoría, aunque en su momento sentara un precedente y estuviera en boca de todos. Para eso nos iremos hasta noviembre del año 2000, uno de los calendarios más frustrantes que el jugador de Split afrontó en su trayectoria.

Por aquel entonces, su situación profesional no era la ideal. Ya con los 29 años encima, para ubicarle en la clasificación había que irse hasta el número 134, algo impropio para un tipo que había quedado a un escalón de ser Nº1 en 1994. Todo giraba alrededor de su servicio, un tiro para dominarlos a todos sobre el que cimentó una carrera, pero era un arma de doble filo que acabó debilitando su hombro, haciéndolo sensible a lesiones. En el año 2000 solo pisó una vez los cuartos de final (Marsella), así que podrán imaginarse cuál era su estado de ánimo en las horas previas de disputar su último torneo antes de irse de vacaciones.

Tercera semana de noviembre, evento menor en Brighton (Inglaterra), superficie dura indoor. Goran llega con una racha de diez derrotas consecutivas, pero en primera ronda se le aparece un ángel que le ayuda a remontar a Gianluca Pozzi (3-6, 7-5, 7-5). Aquello era más que una alegría, era incluso noticia, sumando su primer triunfo desde el mes de junio en Queen’s. En octavos de final le esperaba Hyung-Taik Lee, un coreano cinco años más joven que estaba #99 en el ranking. No sabía la gente que, aquello que parecía un encuentro sin alicientes, típico de final de temporada, terminaría ocupando portadas.

IVANISEVIC, DESATADO

El primer set transcurre con la máxima igualdad, hasta que llega el 5-5 y el partido se abre. Ivanisevic pierde su servicio y aquello le genera tal cabreo que lo paga con su raqueta, destrozándola al instante. Warning. Curiosamente, liberarse de aquella tensión le sentó de fábula para hacerse fuerte en el segundo asalto, que termina ganando en el tiebreak (7-5). Los problemas volverían en la tercera manga y no tardando. Con 1-1, el balcánico pierde otra vez las formas y se carga otra raqueta. Segundo warning. El 1-3 del marcador huele a peligro, pero no más que la doble falta que termina provocando el último incendio en la mente del croata, que hace añicos su tercera raqueta. Se lo hubiera pensado el bueno de Goran de haber sabido que era la última que le quedaba.

¿Se puede quedar un tenista sin raquetas? Y tanto, sobre todo si tu misión es destruirlas. Poco le importó al croata que le pitaran un tercer warning, aquello no fue nada comparado con el agobio que sintió al buscar en su mochila y verse perdido. “Gerry, no tengo más raquetas”, le confesó a Gerry Armstrong, el supervisor del torneo. El irlandés, conocido por su talante para trata situaciones así, le dio 3-4 minutos para encontrar una, pero ni siquiera esta vía salvó a Ivanisevic. Su compatriota Ivan Ljubicic, con el que solía disputar dobles, le ofreció rápidamente una de las suyas, pero el de Split aborrecía la Slazenger con la que competía su colega. Honestamente, el partido estaba siendo un castigo, con poca gente en las gradas y sin un motivo por el que seguir peleando. Lo más fácil era tirar la toalla, siendo descalificado con 1-3 por uno de los motivos más sonrojantes que se recuerdan: 'Mr. Ivanisevic has been disqualified for lack of suitable equipment'. Esa fue la última frase que se escuchó en la megafonía del estadio.

El croata recibiría más tarde una multa de $1.000, una minucia comparada con los $19.878.007 millones que ganó a lo largo de sus 17 temporadas como profesional. “Al menos, cuando termine de jugar al tenis, me recordarán por algo. La gente dirá: ‘Mirad, ahí está ese tipo que nunca ganó Wimbledon pero que destrozó todas sus raquetas’, disparó con sarcasmo en la rueda de prensa posterior. Quién le iba a decir al bueno de Goran que, apenas ocho meses después, aquel chiste perdería su validez. En su cuarta final en Wimbledon, la que terminaría siendo su única final en sus últimos siete años en el tour, el croata por fin lograría adentrarse en el Olimpo de los grandes campeones.

“LA RAQUETA ES MÍA, LA ROMPO SI QUIERO”

Nuestro hombre se retiraría en 2005 a lo grande, ganando su primera Copa Davis en Eslovaquia gracias al buen trabajo de Ljubicic, Hrbaty, Ancic y compañía. Más tarde iniciaría su labor en los banquillos, donde le hemos podido ver acompañando en esta última década a Marin Cilic, Tomas Berdych, Milos Raonic o Novak Djokovic, entre otros. Lo que nunca cambió en Ivanisevic fue su discurso, su lengua afilada, sobre todo cada vez que le recordaban el incidente de Brighton.

“No creo que haya nada malo en romper una raqueta, nunca he entendido por qué la gente tiene problemas con los jugadores que lo hacen. Cuando alguien rompe una raqueta, todo el mundo le abuchea, ¿a quién le importa que yo rompa o no una raqueta? Para empezar, es mía; si la quiero romper, la voy a romper”, declaró hace años el campeón de 22 títulos ATP. No sorprende, teniendo en cuenta que hablamos de alguien que presume –siempre en tono irónico– de haber pagado más en multas de lo que han ganado algunos jugadores en toda su carrera.

“Yo fui el primer jugador que perdió un partido por haber roto absolutamente todas las raquetas, me quedé sin ninguna. La situación no fue agradable pero, en el momento que rompí la última, yo era feliz. Luego ya reaccioné y pensé: ‘Mierda, no tengo más raquetas’. Me sentí estúpido, el supervisor entró a la pista y me preguntó qué debía hacer. Le contesté: ‘No sé, usted es el árbitro’. Por lo que fuera, siempre tuve un talento especial para romper raquetas, las rompía hasta debajo del agua”, afirmó el croata en otra conferencia de hace algunos años.

Ya ven que la magnitud de haber sido un tenista legendario (599 victorias en su ficha) no está reñida con una naturaleza revoltosa y algo díscola, al menos en apariencia. Por eso siempre nos gustó Goran, porque a su tenis rutinario y previsible le acompañaba siempre una lanza de buen humor y espontaneidad. “En mi carrera hice muchas cosas que estuvieron bien, pero también hice muchas otras que no lo estuvieron. Obviamente, jamás le recomendaría a nadie perder un partido por quedarse sin raquetas, pero si uno siente la necesidad de romperla, y se percata de que tiene otras siete u ocho en el raquetero, ¡hazlo!”.