"Hablar de Guillermo Coria es hablar de otro deporte"

Puntodebreak charla con Mariano Monachesi, exentrenador de Coria, Robredo o Almagro, para repasar su trabajo actual y una trayectoria llena de imperdibles anécdotas.

Carlos Navarro | 16 Oct 2022 | 21.02
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Mariano Monachesi. Fuente: Challenger Coquimbo
Mariano Monachesi. Fuente: Challenger Coquimbo

Mariano Monachesi (Argentina, 17 de enero de 1972) toma asiento en uno de los salones principales del Real Club de Tenis Betis. Es una sala histórica, presidida por un cuadro enorme en el que se muestran dos antiguos jugadores con raquetas de madera. El encuadre respira tenis por los cuatro costados, lo que no podía ser menos en base a la magnitud de nuestro protagonista. Una vez se enciende la grabadora, las barreras entre entrevistador y entrevistado se dispersan y se diluyen. Mariano acompaña la charla a través de sus recuerdos y sus ambiciones actuales, se expresa con naturalidad y no rehúye ninguna pregunta. En plena Copa Sevilla, esto es una charla sobre tenis entre dos personas que aman el tenis, nada más.

Y eso se nota cada vez que el albiceleste se expresa. Lo hace con pasión por un deporte que ha sido su vida desde muy pequeño, pasando por prácticamente todas las etapas posibles. De su periplo como jugador quizás no encuentren grandes partidos en los mejores escenarios, pero sirvió para formar y desarrollar a lo que acabaría siendo un entrenador de primer nivel. Su currículum, envidiable: Guillermo Coria, Juan Ignacio Chela, Agustín Calleri, Guillermo Cañas, Tommy Robredo, Nicolás Almagro, Leonardo Mayer. Todos ellos se pusieron al servicio de Mariano en algún momento, que ahora tiene un nuevo sueño y una meta: convertir a su Academia, que regenta junto a Mariano Hood, en un centro neurálgico de tenis en Buenos Aires. Sus dos mayores talentos, Facundo Díaz Acosta y Román Burruchaga, ya firman grandes resultados a nivel Challenger... aunque no hay nadie mejor que él para contarlo. Siéntense y disfruten de nuestra última entrevista.

CN: Mariano, la primera pregunta es sobre tu situación actual. Llevas la Academia Monachesi & Hood Tennis, afincado en Buenos Aires, pero por lo que veo también viajando por todo el mundo.

MM: La Academia va muy bien, estamos muy contentos. Queremos recibir a los jugadores, no solo argentinos, también de todo el mundo. Facu Díaz Acosta está con nosotros desde los 13 años, Román (Burruchaga) está con nosotros desde hace un poco menos, pero va todo muy bien. Brindamos un servicio de contención, de calidad humana, de trabajo diario. Yo particularmente, tener una academia con mi amigo del alma, Mariano, es algo que me da orgullo. Y no hablo solamente de nosotros dos, los directores: tenemos un equipo de trabajo muy, muy bueno. Todos somos responsables de la Academia, todos somos muy responsables de Facundo, Román y todos los chicos que hay detrás.

Podría decirse que Facundo y Román son los dos jugadores emblema de la Academia, ¿no? ¿Algún otro nombre que progrese y que pienses que 'la va a partir' seguro?

Mirá, el ‘la va a partir seguro’... yo no sé quién la va a partir seguro (risas), pero que están progresando todos a su nivel, de eso no tengas dudas. Desde el de 14 hasta el de 15, 16, el que tiene planes para irse a estudiar a Estados Unidos… nosotros avalamos mucho el estudio, no pensamos que sea una cuestión de estudiar o jugar al tenis, nos basamos en estudio y tenis. En el caso del ranking ATP, ellos son los dos jugadores que están más destacados. Hay un equipo que viaja, yo viajo con ellos dos, también lo hace Juan Manuel Tiscornia, Mariano Hood, ‘Leito’ Mayer también viaja con Román y con Facu para brindar la trayectoria espectacular que tuvo como jugador…

¿Leo también está con vosotros en ocasiones?

No es que trabaja para nosotros, nos ayuda, Leo no trabaja con nosotros para nada (risas). Nosotros tenemos la suerte de contar con él en algunas semanas, como asesor. Eso es algo brillante para nosotros, no solo para nosotros, sino sobre todo para los chicos.

Antes de hablar de tu trayectoria y de tus vivencias, hay que hablar de los chicos y su crecimiento. Este año Facu (Díaz Acosta) ganó su primer Challenger en Coquimbo, en líneas generales está haciendo un gran año. ¿En qué punto se encuentra ahora mismo? ¿Qué crees que le puede faltar para terminar de consagrarse del todo en lo más alto del circuito Challenger?

Yo lo veo creciendo muy bien. Tenemos que parar un poco la pelota, como se dice en Argentina. Este año pudo jugar sus dos primeras qualies de Grand Slam, y eso para nosotros es un progreso muy grande. Poder estar situado dentro de los 250 mejores, lo que le permite jugar Wimbledon y US Open, eso ya es un progreso. Después, ¿qué falta? Sabemos que los puntos se consiguen ganando los partidos. No le falta nada que no le falte a los demás: es convicción, es ganar partido tras partido y demás, pero él está haciendo su progreso lógico. Ojalá podamos terminar el año metidos en la qualy de Australia, pero no hay ningún tiempo ni ningún apuro. Cada uno debe crecer como puede. Ambos chicos son muy dedicados, muy serios, trabajan de una manera muy profesional y en su momento llegará su premio. No sé cuándo, pero llegará su premio.

Te hablaba del triunfo en Coquimbo: qué importante ha sido el circuito de Challengers de la Legión Sudamericana impulsado por el Pulga de la Peña, eh. En el pasado US Open hubo récord de argentinos en la fase previa, creo que eso lo dice todo.

Enorme, enorme. Fíjate que ahora empieza otra nueva gira con Villa María, Buenos Aires, Coquimbo, Lima, Guayaquil, Montevideo, Campinas, Río… no sé si me olvido de alguno. Es una posibilidad espectacular. Cuando viajas por Sudamérica, las distancias son lejanas, pero seguimos teniendo ese plus para los sudamericanos cuando normalmente tenemos que viajar acá o a Estados Unidos…

Cuando hablé con Guillermo Pérez Roldán me comentó que lo más importante era el refuerzo emocional para los jugadores: tienes más cerca a tu familia, a los tuyos.

Exacto, sí, te iba a decir eso. No te sentís tan desarraigado, las distancias son más cortas de horas de vuelo. Aquí te pueden quedar 13 horas de vuelo para ir allá… es lo emocional, sí. Yo también tuve la suerte de vivir eso, en la época de la Legión, con la Copa Petrobras, la Copa Ericsson. Yo creo que igual vos no habías nacido (risas).

Yo soy del 99, eh.

Cuando vos naciste, la Legión estaba gestándose. La Legión se gestó ahí, en torno al año 2000, 2001. Y sí, es genial: el trabajo que está haciendo Horacio es para sacarse el sombrero. Horacio y colaboradores, porque es una inyección motivacional para todos los jugadores.

Tú que lo viviste: ¿se pueden trazar similitudes entre cómo están surgiendo ahora los Cerúndolo, Báez, etc., merced a un gran trabajo de base y de posibilidades de torneos, a cómo nació la Legión Dorada del tenis argentino hace 20 años?

Sí, claro que sí. Y por algo que haya tantos de estos torneos provoca que los jugadores puedan jugar de buen ánimo y tengan buenos resultados. El tenis es un estado de ánimo puro. Los chicos lo vuelcan en la cancha. Argentina tuvo muy buenos jugadores, siempre los tendrá, pero a veces somos muy exigentes. A lo mejor hay un jugador que está el 20 y pico, y decimos: ‘Bueno, ya va a explotar’. Y está 20 del mundo. Hay que tener cuidado con cómo se usan las palabras, o con las comparaciones. A veces comparamos si uno explotó con 18, el otro con 20, y a veces uno tiene que explotar cuando esté preparado para ello.

Ahora mismo el perfil del entrenador argentino va a más, hay un semillero de entrenadores argentinos por Europa.

El entrenador argentino se compromete mucho. Es muy comprometido, es un buen viajero, brinda una energía tanto dentro como fuera de la cancha que gusta, que atrae. Históricamente, fíjate los grandes entrenadores que tuvimos: Luli Mancini, Martín Jaite, Fran Yunis; exjugadores de locos y encima entrenadores, y mirá ahora todos los que hay ahora, Horacio de la Peña mismo. Siempre fue buscado, es verdad, y cuando los buscan hacen muy buen trabajo.

¿No hay algo distinto en la metodología argentina con respecto a los demás?

Y no creo, no creo. Acá mismamente, en España, tienen unos entrenadores espectaculares. No lo creo, en ese sentido el español es lo mismo, se compromete y trabaja muchísimo. No hay un secreto de jugadas distintas, no. Cuando un argentino trabaja con otro argentino se convive mucho, se compromete mucho.

Pasemos a hablar de la Legión Sudamericana. Si no me equivoco, y esto no es fácil de encontrar, cuando vos trabajaste con Guillermo Coria fue a principios de su carrera.

Sí. No a inicios de su carrera, en realidad, pero sí cuando él estaba en torno al 180 o al 200 del mundo. En torno al 2000 o al 2001, cuando él ganó las cuatro Copa Ericsson: Lima, Montevideo, Buenos Aires y San Pablo, no recuerdo el orden, pero esas cuatro.

¿Podías sentir que iba a ser un jugador especial?

Sí. Sin ningún tipo de duda. Me estás hablando de otro deporte al hablar de Coria. En serio te lo digo. Coria y Nalbandián en ese momento jugaban a otra cosa, a otro deporte. Mientras entrenaba a Coria iba aprendiendo… obviamente que aprendí de todos, aprendo de todos, pero con Coria, que en aquel momento yo tenía apenas 30 años, como jugador nunca fui nada, como entrenador me estaba iniciando, e iba aprendiendo con él de jugadas, de ambición, de competitividad, de no importa si la meto o no la meto pero compito y hago lo que sea necesario para… otro nivel de jugador, sinceramente.

Cuando estuviste en cancha animando a Delbonis esta semana, me fijé en un término que utilizabas mucho: ‘balance’. Hacías mucho hincapié en esa palabra. Es una palabra que me ha recordado a Coria, a cómo ajustaba siempre sus pasos y parecía que flotaba desde el fondo de la pista.

Coria tenía una de las mejores posturas del tenis, de lejos. El secreto de que Coria pudiera jugar con la velocidad de los otros sin tener un físico tan grande eran sus posturas, su rapidez de pies, sus pasos de ajustes, su lectura del tenis… Mirá, todos los jugadores con los que tuve el privilegio de trabajar, mismamente los jugadores que convivían con Coria, te lo decían ellos. No es que yo esté descubriendo nada (risas). Era otra cosa.

Guille no fue el único al que has entrenado. El otro día encontré una entrevista con Tommy Robredo, justo antes de la final de Copa Davis de 2004. En ella decía que llegaba en el mejor momento físico y tenístico de su carrera gracias a su entrenador… un tal Mariano Monachesi.

Mirá que bueno. Es un orgullo total. Tommy era una persona muy fácil de entrenar, era predisposición pura de cara al entrenamiento. Es un tipo al que le encanta aprender, apasionado del tenis y que siempre estaba buscando qué hacer para mejorar. Si no aprovechás eso como entrenador… no estás en el sitio indicado. Sinceramente, tuve suerte y soy un privilegiado de trabajar en lo que me gusta y poder haber conocido de cerca, y ayudado, porque en cierto modo el entrenador ayuda, es un refuerzo a los jugadores, pero al final es el jugador el que entra a la cancha y es quien tiene el mérito completo. Con Chela, con Calleri, con Coria, con Mayer, con Fede Delbonis… con todos los jugadores con los que he trabajado, yo simplemente trato de ayudarlos. Y hoy con Facu y con Román hago exactamente lo mismo.

Y ahora los llevas en una etapa muy bonita, aún son jóvenes, ves cómo se desarrollan y se puede decir que estás con ellos desde su raíz como tenistas profesionales.

Cuando empezás con un jugador que tiene un muy buen ranking ATP, te das cuenta de que apenas empezás con él, los resultados tienen que ser inmediatos. Si empiezas con uno que está #30 y al mes está el #50, ahí ya existe una pregunta. Y fíjate que los buenos resultados se dan cuando la unión prevalece. En el caso de Facundo y de Román es distinto. Ellos están pasando por vivencias completamente nuevas: en el caso de Román, la de jugar Challengers en Europa, en el caso de Facundo, la de jugar sus primeras previas de Grand Slam. Ese proceso se tiene que acompañar adecuadamente.

¿Hacia dónde evoluciona el jugador medio en el circuito? Hace no mucho te leía hablar de que prácticamente han desaparecido los jugadores defensivos.

Es como que un jugador defensivo ahora no tiene mucho proyecto. Puede haber un progreso, pero tiene un tope. Fíjate que en un partido de tenis hay un montón de puntos, pero los puntos importantes son pocos. Generalmente los puntos importantes se están jugando agresivos, cortando diagonales, cambiando de dirección con paralelos, todos devuelven mucho mejor porque se saca mucho mejor, todos los jugadores son atletas hoy día. Todos pegan muy rápido, sobre todo por las raquetas, las canchas ya no son tan rápidas como antes, ya no hay jugadores de saque y red… obviamente esto no significa que haya que jugar rápido sin ningún tipo de concepto. Hay que generar espacio, se puede cortar diagonales… la cuestión es definir el concepto de ‘ser agresivo’. Ser agresivo no es hacer un winner. Ser agresivo es no estar cuatro metros detrás de la línea de base.

¿Qué rescatarías de tu época como jugador al tenis actual y qué trasladarías de esta época a tu tiempo como jugador?

Yo como jugador, olvídate, no te puedo comprar. Te lo digo en serio, olvídate. Ahora, de hace 20 años a acá… estaban más definidos los sacadores y voleadores. ¿Qué significa eso? Que si lograbas llevar un punto al terreno de un punto largo, tenías grandes chances de ganar el punto. Sobre todo para los no tan especialistas en cancha rápida. Ahora parece que los puntos largos son moneda corriente de cada jugador. Entonces se vuelve todo bastante más difícil, porque pareciera que no se juega tan tácticamente, pero tenés que tener la habilidad de meter más de seis, siete bolas rápidas, de jugar a los espacios vacíos sin venderte. Toda época era relinda. Vos no disfrutaste la época de Edberg y compañía…

Me hubiera encantado, eh.

Yo cuando empecé en el circuito estaban los Thomas Enqvist, los Jonas Bjorkman, los Goran Ivanisevic, Pete Sampras, Andre Agassi… esos jugadores eran fantásticos, eran genios. No hay que hacer caso a los que dicen: ‘era un tenis distinto, era un tenis peor’. No. Era un tenis distinto y era buenísimo, al igual que el de hoy es un tenis distinto y es buenísimo. Y en la época que jugaba Vilas, donde se jugaba más lento al tenis, como es obvio, él tenía la habilidad de ganar puntos con 25 pelotas.

Es que no se pueden comparar épocas tan distintas, es como intentar comparar a Abdul-Jabbar con Lebron James, por ejemplo.

Verstappen es un fenómeno ahora y Juan Manuel Fangio fue un fenómeno en su época, por ejemplo.

Mi última pregunta es un poco fantasía, te la dejo ahí para que divagues. Has acompañado a muchísimos tenistas a lo largo de tu carrera. ¿A qué jugador te hubiera gustado entrenar? De cualquier época, vale cualquiera.

A Guillermo Vilas. Sin lugar a dudas. (Se emociona). Tengo admiración pura por Guillermo Vilas. La pasión de estar en cancha, de aprender…

¿Lo has podido conocer en persona?

Mucho. Y… conocí a Guillermo Vilas. Creo que no me hubiese animado a entrenarlo nunca, eh (risas), pero ya solo estar al lado de Guillermo Vilas fue espectacular.

¿No hay ninguna anécdota que se pueda contar de la leyenda?

No, a ver… él es pasión pura, emociona tomar un café con él y charlar de tenis. Él te mira y te escucha. A mí, a Mariano Monachesi, que te mire Vilas y que entable una conversación conmigo. Vilas se codea con todos, es respetado en todo el mundo, en todo el planeta Tierra tenístico. Me queda que tuve muy lindas charlas con él, le pregunté cosas de tenis, le preguntaría millones de cosas de tenis… fuimos con Robredo a entrenar una vez con él, él nos abrió las puertas, es una maravilla. Pero sí, disfruté enormemente de las charlas con él, y disfruto del tenis ahora. El tenis me encanta, me encanta y hay que seguir aprendiendo…

Una cosa es ser entrenador y tener tu Academia, otra diferente es tener ambas cosas y viajar por Europa semana sí y semana también con tus jugadores. ¿No es un sacrificio grande, al fin y al cabo?

Sí, pero es un sacrificio que me encanta. Te digo la verdad: no me cuesta. La Academia hace un sacrificio enorme por todos los jugadores. Esto te lo quiero recalcar, la Academia está detrás de ellos al completo. Y la Academia no es solo Mariano Monachesi, es la Academia al completo. El preparador físico, Jorge Rodríguez; Juan Manuel Tiscornia, Paula Racedo, Brian Hassan, el gran Mariano Hood… ese es el crack, Mariano es el crack, es al próximo al que tenés que entrevistar (risas).