Las diez mayores sorpresas en Wimbledon

Recapitulamos los mayores shocks a lo largo de la historia de Wimbledon, desde actuaciones excepcionales hasta ganadores sorprendentes.

Carlos Navarro | 1 Jul 2020 | 22.00
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Goran Ivanisevic, campeón en Wimbledon 2001. Fuente: Getty
Goran Ivanisevic, campeón en Wimbledon 2001. Fuente: Getty

Wimbledon es, para muchos, el torneo más especial de la temporada. La Catedral del tenis nos ha dejado momentos inolvidables que permanecen en la retina de millones de aficionados al tenis. La pandemia por la COVID-19 nos impide ver algún tipo de acción este año bajo el All England Tennis Club, pero nos permite mirar al pasado y revivir con especial atención esos partidos que por diversas razones lo merecen. Tal y como hemos hecho en Puntodebreak con los Masters 1000 de Indian Wells, Miami, Monte Carlo, Madrid y Roma y, cómo no, con Roland Garros, es momento de recordar las mayores sorpresas de la historia del torneo londinense.

* Al ser este un Grand Slam, ampliamos nuestra lista a las 10 mayores sorpresas y nos ceñiremos exclusivamente a las ediciones masculinas. Pronto publicaremos la versión femenina.

10 – Bastl entierra a Sampras: pocas personas habían oído hablar de este suizo nacido en Chicago y de peculiar aspecto antes del 26 de junio de 2002. ¿Quién era George Bastl? Y, lo más importante, ¿cómo demonios acababa de derrotar al siete veces campeón de Wimbledon?

Sí, es cierto que Pistol Pete no estaba cuajando su mejor año. Solo había llegado a una final, en Houston, y los rumores de retirada empezaban a sonar tímidamente. Pero ya sabemos que el americano en Wimbledon se transformaba, era un animal distinto, y encaraba el torneo como cabeza de serie número seis. Al otro lado de la red, el #145 del mundo, un tipo que no había ganado ni un solo partido ATP en 2002 antes de pisar el All England Tennis Club y que, de hecho, entró como lucky loser en el cuadro por una lesión de Félix Mantilla.

Nada de eso importó. La famosa Pista 2 de Wimbledon, conocida como “El cementerio”, vio caer a Sampras tras un intenso duelo a 5 sets (6-3, 6-2, 4-6, 3-6, 6-4) lleno de errores no forzados y un juego un tanto errático. John Lloyd, el comentarista de la BBC, calificó aquel duelo como “el peor partido que he visto jugar a Sampras en hierba”. A su finalización, Pete dijo en rueda de prensa que volvería el año que viene. “No me despediré de este torneo con una derrota como la que he sufrido”. El triunfo en el Us Open más tarde cambió su parecer, pero nunca borró una de las mayores sorpresas de la historia de Wimbledon.

9 – Becker hace historia a los 17 años: Boris Becker aún no era en 1985 la leyenda en la que se convertiría en los años venideros. De hecho, aquel era un chaval rubio e imberbe que llegaba a Wimbledon justo entre los veinte mejores del ranking mundial (#20). Venía en muy buena forma tras levantar el título en Queen’s, sí, pero, ¿de verdad alguien imaginaba que aquel tipo se convertiría en el tenista más joven en conquistar un Grand Slam?

La realidad es que las piezas fueron cayendo, encajando en el puzle de Boris con exactitud inaudita. Su oponente en tercera ronda, Joakim Nystrom, sacó dos veces para ganar el duelo. Becker se impuso 9-7 en el set decisivo. En cuarta ronda, ante el bombardero Tim Mayotte, el alemán estuvo a un paso de retirarse tras torcerse el tobillo, pero acabó ganando el tie-break del cuarto set para finalizar en el quinto un duelo que llegó a ver totalmente perdido.

El resto es historia. Boris confesaría a la BBC años más tarde que quizás aquel campeonato no hubiese llegado si sus padres no le hubiesen ocultado la muerte de su abuelo, justo antes del inicio del torneo. Abuelo a quien, por cierto, debe su segundo nombre (Boris Franz Becker). La vida, amigos, da muchas vueltas.

8 – Doohan acaba con el imperio del joven rey: Y tantas vueltas da la vida, que poco después Boris Becker sería la víctima de otra de las mayores sorpresas de la historia del torneo. Seguía siendo un joven alemán… pero ya era rey de Wimbledon. Por dos veces, además. El dos lo acompañaba también en el ranking, donde buscaba llegar a la cima de la clasificación. Pero la edición de 1987 sería muy diferente a las anteriores.

El contexto era prácticamente el mismo que en años pasados. Título en Queen’s, donde Boom Boom había dejado en la cuneta a sus rivales con aparente facilidad. Todo listo para hacer una nueva aparición triunfante en Wimbledon, con el poso que te dan dos campeonatos y un estatus de gigante. Pero un tal Peter Doohan, un australiano que era el #70 del mundo, decidió que aquello era demasiado bonito para ser real. Peter fulminó a Boris en segunda ronda (7-6, 4-6, 6-2 y 6-4) para sorpresa de todo el mundo. Sorpresa acentuada porque Doohan no había ganado antes de 1987 ni un solo partido en Wimbledon… y solo volvería a acumular dos victorias en Grand Slam tras aquella victoria. Eso sí, no eligió mal el dónde y el cuándo: su nombre quedará en los libros de historia del torneo londinense.

7 – Ivo Karlovic baja de la nube a Hewitt: solo una vez en la historia de Wimbledon el campeón defensor había quedado eliminado en primera ronda el año posterior a su conquista. Fue en 1967, cuando Charlie Passarell derrotó a Manolo Santana tras el título del español en 1966. Y no había indicios para que lo contrario ocurriese en 2003.

Lleyton Hewitt, el hombre que lideraba el cambio de paradigma en la hierba de Wimbledon, había obtenido su premio en forma del número uno, más allá de triunfar en las grandes plazas. Sin llegar en un momento de forma increíble (había cedido el trono del circuito algunas semanas antes), la falta de brillo no parecía un atenuante suficiente para que saltase la sorpresa. El gigante croata era un desconocido del circuito: estaba fuera del top-200 y solo había ganado dos partidos a nivel ATP antes de aquella tarde.

Pero todo cambió tras el primer set. Tras encajar un severo 6-1, Karlovic encadenó 18 aces para hacer saltar la banca en su primer gran partido de una lustrosa carrera. 1-6, 7-6, 6-3 y 6-4. Hacía tiempo que Wimbledon no vivía un shock tan importante, un shock que se reflejaba en las declaraciones postpartido de Lleyton: “Nunca le había visto jugar. De hecho, solo le había visto pasear por los alrededores del estadio un poco”. A buen seguro que las bombas de Ivo no se le volverían a olvidar.

6 – Arthur Ashe, campeón inesperado a los 31 años: Mucho se ha hablado de la hazaña de Arthur Ashe en Wimbledon 1975. Su lucha por los derechos civiles, su generosidad dentro del circuito y, en definitiva, todos los atributos que hicieron que su figura trascendiese más allá de nuestro deporte lo han convertido en una referencia mundial. Pero aquel título en la Catedral, el hito deportivo que lo elevó un escalón por encima del que estaba, no entraba en las quinielas de la gran mayoría de analistas.

Sobre todo porque Ashe ya superaba la treintena, llevaba cinco años sin alzar un Major y se enfrentaba contra Jimmy Connors, el campeón defensor del título (venció a Rosewall en la final de 1974), el indiscutible favorito que no había cedido ni un solo set de camino a la final. Arthur puso en juego todas sus armas, ralentizó el tenis desde el fondo de la pista, jugó con los ángulos y las variedades y no le dejó ni un resquicio a Connors hasta tumbarlo en uno de los resultados más icónicos de la historia del tenis, a la par que sorprendente. Por cierto, los dos ya tenían una relación de amor-odio previa a Wimbledon… pero eso, amigos, es otra historia muy distinta.

5 – La final más inesperada de la historia de Wimbledon: Si antes del torneo de 1996 te dicen que Richard Krajicek y MaliVai Washington serían los finalistas, probablemente habrías soltado una carcajada. Y de las gordas, además. Ni mucho menos porque aquellos dos tenistas fuesen mediocres. Eran muy buenos, de hecho. Simplemente… no pertenecían a ese escalón de la primerísima élite, no estaban en el grupo selecto de candidatos a ganar en Wimbledon. Que uno de ellos pudiese ‘colarse’ en la final ya era de por sí una sorpresa. Que lo hiciesen ambos… era algo que no se le pasaba por la cabeza a nadie.

Richard Krajicek fue cabeza de serie por la baja a última hora de Thomas Muster. Y vaya si lo aprovechó. En cuartos de final dio el gran batacazo de su carrera. Derrotó a Pete Sampras, siendo el único intruso en el matrimonio de siete años del americano con la Catedral del tenis. MaliVai, por su parte, se había aprovechado en cierto modo de la ausencia de grandes nombres por su parte del cuadro, pero había llevado a cabo un escape digno de Houdini tras remontar un 1-5 en el quinto set de la semifinal ante su compatriota Todd Martin. Eran dos extraños en una final inesperada, para muchos anticlimática, a la cual una espectadora que se coló en la foto saltando desnuda a la Pista Central le dio un poco de glamour. Krajicek se acabó imponiendo en aquel todo por el todo (6-3, 6-4, 6-3).

4 – Darcis entra en la historia de Wimbledon… lesionado: Rafael Nadal podía ser considerado el mejor jugador del planeta antes de la disputa de Wimbledon 2013. Venía de ganar Roland Garros tras protagonizar uno de los duelos de la década. Había ganado en Indian Wells, había monopolizado la tierra y estaba en camino de que el ranking diera la razón a las sensaciones. Era el enésimo retorno del Rey de la Tierra, y la sensación, incluso, podía ser similar a su gran 2010, en el que encadenó el doblete Roland Garros – Wimbledon. Not this time.

Su verdugo, además, le da a aquella primera ronda un sabor aún más sorpresivo. Steve Darcis estaba fuera del top-100 en aquel momento, solo había ganado dos partidos a nivel ATP en todo el año y, para más inri… había jugado prácticamente lesionado. En el hombro, concretamente. Según el Daily Telegraph, ese fue el motivo por el cual el belga tuvo que retirarse antes de su partido de segunda ronda. En la primera, había combinado endiablados cortados del revés, un sólido saque y una puesta en escena muy agresiva para incordiar a un Rafa que estuvo totalmente fuera de ritmo durante todo el duelo. Uno de esos partidos que quieres olvidar lo más posible de tu cabeza… pero que ya había pasado a la historia de las sorpresas en Wimbledon.

3 – Stakhovsky y el partido de su vida: La temporada 2013 de Roger Federer ha acabado convirtiéndose en uno de los peores años de su carrera profesional. Derrotas dolorosas, una falta evidente de sensaciones y cambios de raqueta, múltiples factores se juntaban. Sin embargo, el punto de inflexión de esta probablemente llegó en la segunda ronda de Wimbledon.

Sergiy Stakhovsky es un nombre que todos acabaremos asociando a Roger Federer. El ucraniano se encontraba fuera del top-100, solo había ganado antes un partido en Wimbledon y, a pesar de ser el perfil de jugador que puede dar más de una sorpresa en hierba, nadie podía imaginar que sería capaz de tumbar a Roger. El mismo Roger que, justo un año antes, había vuelto a saborear las mieles del triunfo en un Grand Slam, que había callado la boca a todos sus detractores por enésima vez. Aquella tarde de verano, sin embargo, Sergiy jugó el partido de su vida. Mostró al mundo lo que un saque y una buena volea pueden hacer en hierba, y levantó las manos al cielo tras rubricar el mejor partido de su carrera deportiva. Una estadística que añade una mayor carga a esta sorpresa: Stakhovsky rompió la increíble racha de 36 cuartos de final consecutivos en Grand Slams por parte de Federer. Todo dicho.

2 – El Rosolazo: No se me ocurre un título más apropiado para lo que pasó hace ocho años. Las casas de apuestas, de hecho, dictaminaron que aquella había sido la sorpresa más grande de la historia del tenis. Al menos según sus cálculos. Haber apostado por el checo aquel día parecía kamikaze. Más o menos igual de kamikaze que su tenis.

Lukas, sin embargo, sacó su katana y se transformó durante horas que pasaron eternas para Nadal. Si nos situamos, el balear, a pesar de las aparentes dudas que siempre existieron sobre su tenis en hierba, siempre que jugó en Wimbledon, había competido. Y de qué manera. Ya acumulaba dos campeonatos y el año anterior llegó a la final. En 2012 venía de conquistar, de nuevo, Roland Garros, y nada hacía indicar que las tornas fuesen a cambiar aquel año. Ni mucho menos que el cambio se escenificase en los palazos de un tipo que merodeaba por el circuito Challenger sin mucho peligro. Un tipo que había sido incapaz de clasificar al cuadro principal de Eastbourne la semana anterior.

Pero aquella tarde noche cayeron bombas. Incluso después de ceder tres bolas de set en el parcial inicial, Rosol mostró el temple de un cirujano para seguir colocando palazos en las escuadras de la Pista Central. Desesperó a Nadal, con choque entre ambos incluido en uno de esos descansos. El checo, a la conclusión del duelo, afirmó que “sabía que Rafa haría algo para cortar su concentración”. Aquel encontronazo importó poco, porque Lukas completó la machada y las reacciones de aquella actuación, en especial un quinto set de ensueño, lo dicen todo. “Cuando un rival juega de la forma en la que él lo hizo en el quinto set, estás a su merced”, dijo Rafa. “Creo que fue una actuación de locura. No importaba quién estaba al otro lado de la red”, dijo Tim Henman. ¿Y cómo lo describió Rosol?: “Era como si estuviese en otro lugar”.

1 – God Save The King Goran: 2001. La carrera de Goran Ivanisevic, perenne finalista de Grand Slam, da sus últimos coletazos. El tipo que traía el fuego de los Balcanes, que se había quedado a un palmo de la gloria en la década de los 90, veía como su trayectoria se acababa sin descorchar el champán en una de las grandes plazas. Había caído tres veces en la final de Wimbledon, así que lo mínimo que los organizadores podían darle era una invitación. Tú puedes, Goran.

Las victorias empezaron a llegar para el #125 del mundo. Era como si el tiempo nunca hubiese pasado por su zurda. Moyá, Roddick, Safin, Rusedski. Las nuevas generaciones veían como el croata les pasaba por la derecha con una facilidad inusitada. La épica se añadió en semifinales, gracias a la lluvia, que demoró su duelo con Tim Henman hasta convertirlo en un partido de tres días. Goran se impuso en cinco sets. La final sería en el “Lunes de la Gente”, ya que muchos espectadores tuvieron que vender su entrada por no poder acudir en un día laborable a la Pista Central.

Quien lo separaba de una de las mayores hazañas de la historia del tenis era Patrick Rafter, finalista el año anterior y campeón del Us Open. El colorido en las gradas era tremendo, y el choque era de altos vuelos. Para muchos, sin embargo, fue una final aburrida, de poquísimos intercambios desde el fondo y de un constante toma y daca en la red que llevaría a Wimbledon a modificar su hierba un año después. Antes de eso, antes de cumplir 30 años, a Ivanisevic le dio tiempo a completar el milagro. 9-7 en el quinto set, 150,000 personas en Split al día siguiente. Cifras que significan poco en una de las actuaciones más colosales de la historia. A día de hoy, Goran es el único tenista que accede a un Grand Slam con una wildcard y gana el torneo. También es el único que ha ganado un Major fuera del top-100. Si esta no es la mayor sorpresa de Wimbledon… apaga y vámonos.

Y tú, ¿con qué sorpresas te quedas? ¿Cuál añadirías?