Las 5 mayores sorpresas de Indian Wells
Repasamos los acontecimientos más sorprendentes en el desierto californiano, desde campeones y campeonas inesperados a números uno derrotados


En tiempos de confinamiento, a veces no hay nada mejor que echar la vista atrás y disfrutar de momentos que, quizás, no llegamos a apreciar en su momento. Esta semana deberíamos estar tranquilos, tumbados en el sofá viendo cómo los mejores del mundo se pelean por conquistar el primer Masters 1000 del año. Sin embargo, nos encontramos con un desierto tenístico que descuadra a espectadores, torneos y jugadores. Teniendo todo esto en cuenta, abrimos el baúl de los recuerdos y repasamos diferentes acontecimientos en el desierto que ni el más optimista podía haber previsto. Estas son las cinco mayores sorpresas en Indian Wells:
2008. Mardy Fish llega a la final tras derrotar a Nalbandián y Federer: el tenista de Minnesota llegaba al desierto al borde del top-100. Ubicado en el puesto #98 de la clasificación, la realidad es que Fish debía estar alcanzando la madurez de su carrera. Tras una decepcionante tercera ronda en Australia y no muy halagüeños resultados en los torneos previos, nadie podía imaginarse que el tenis de Mardy renacería justo ante su público. Así fue, sin embargo, en un camino durísimo con tres top-10 noqueados. Fish derrotó a Davydenko, se impuso en dos tie-breaks decisivos ante Hewitt y Nalbandián (este partido es realmente recomendable, puesto que pone de manifiesto las dosis de irregularidad y brillantez de muchos compañeros generacionales de Federer) y aprovechó esa confianza para darle un auténtico baño de tenis a Federer en semifinales (6-3, 6-2). Sí, 2008 fue el primer año en el que Federer dejó de ser la mayor fuerza dominante del circuito y por aquel entonces experimentaba problemas físicos, pero aún así la forma en la que cayó fue realmente inesperada: Mardy cuajó un partido perfecto, quitándole tiempo a Roger para atacar y protegiendo muy bien su segundo servicio (66% de puntos ganados con el segundo saque), lo que contrasta con la actuación abismal del suizo (balance de 13 winners y 22 unforceds, generó una sola bola de break en todo el duelo). La historia de cuento acabó contra el jugador más en forma del circuito, un Djokovic que venía con la moral por las nubes tras obtener su primer Grand Slam en Australia, pero devolvió a Fish la confianza en su tenis: acabaría el año en el top-25.
2010. Ivan Ljubicic, campeón contra todo pronóstico: una historia de cuento con final feliz. No hay otra manera de explicar un campeonato en el que todo se alineó para que Ljubicic tuviese las mejores dos semanas de su vida. Anteriormente, el croata ya había estado cerca de alzarse con un Masters. En tres ocasiones, de hecho. En dos de ellas se quedó con la miel en los labios, superado físicamente en el quinto set ante dos jugadores una generación por detrás de él (Nadal y Berdych). En la restante, la alargada sombra de Federer fue demasiado para él. Cuando parecía que Ivan se quedaría como un perenne miembro del top-30 sin ningún gran título en su palmarés, el destino le guardó un último comodín que, esta vez sí, supo aprovechar. Las condiciones del desierto, con un sol deslumbrante que daba viveza a la bola, acabaron amoldándose a las mil maravillas a su juego: primero te golpeaba con su saque y luego se montaba a la perfección en las bolas altas que la pista le mandaba. Novak Djokovic, Rafael Nadal y Andy Roddick pasaron por las fauces del tenista nacido en Banja Luka; especialmente inolvidable su semifinal ante el manacorí, donde, esta vez sí, fue capaz de imponerse en un tie-break decisivo, cobrándose la revancha por aquella final en Madrid.
2017. Pospisil derrota al número uno del mundo: el mundo del tenis parecía haberse olvidado de aquel joven de sonrisa infinita y juego preciosista. Tras haber llegado a cuartos de Wimbledon y semifinales en Canadá, Vasek deambulaba fuera del top-100, mermado por problemas físicos que parecían no irse. Aquella noche en el desierto fue una forma de olvidarse de todo, de revivir los sentimientos que le volvieron a hacer tenista. Enfrente, nada más y nada menos que el número uno del mundo, Andy Murray. Tras empezar el duelo break abajo, el tenis de Pospisil empezó a carburar para encadenar seis juegos seguidos que lo pusieron set y break arriba. Y no solo eso: la grada se volcó con el canadiense, gracias a su estilo agresivo, buscando la red en todo momento y atosigando a un Murray que acabó KO físicamente. Tras dos largos sets, Pospisil se volvió loco al cerrar el partido. No era para menos: era un partido en el que revivir tenísticamente y firmar una de las mayores sorpresas en el desierto.
2017. Vesnina reverdece laureles: Elena Vesnina, un nombre común para todos los aficionados a la modalidad del dobles. Espera, ¿hablamos de individuales? Sí, fue en esta modalidad en la cual Elena sorprendió a propios y extraños para conseguir el título más importante de su carrera. Al menos, así de extrañado tuvo que quedarse Putin: cuando la tenista ocupaba el top-15 mundial, al presidente ruso le preguntaron por ella. Él respondió tranquilo: "es una buena jugadora de dobles". Más tarde, Vesnina admitió que estas palabras le sirvieron como motivación, y es que aquellas dos semanas en Key Biscayne no fueron dos semanas más. Si bien el punto de inflexión puede marcarse en sus semifinales en Wimbledon 2016, Elena derrotó en el mismo campeonato a la número dos del mundo, Angelique Kerber; hizo lo propio con Venus Williams, dejó atrás a Mladenovic en semifinales y remontó ante su compatriota Kuznetsova para llevarse una final que le brindó el mayor trofeo de su carrera. Un campeonato estelar para una personalidad deslumbrante.
2019: Andreescu tira la puerta abajo: sí, es cierto que ya venía avisando previamente. Sí, es verdad que había llegado a la final en Auckland y había ganado en Newport Beach. Con todo ese bagaje, ver a la jugadora #60 del mundo, prácticamente una adolescente, desfondar física y psicológicamente a tenistas como Svitolina y Kerber fue un indicio de lo que estaba por venir. Bianca explotó y se presentó en sociedad con un campeonato inmaculado, en el que dejó dos partidos para el recuerdo: esas semifinales nocturnas ante la ucraniana y una final contra Angelique que tuvo de todo: grandes puntos, una pizca de polémica y la confirmación de la próxima estrella en ciernes. El juego de la tenista canadiense, con la capacidad de pegar fuerte desde cualquier zona de la pista y, a la vez, utilizar la finura para abrir grandes ángulos, dio que hablar en todo el mundo y sentó los cimientos de lo que vendría más tarde, también bajo suelo estadounidense. Fue una enorme sorpresa, pero de un marcado carácter positivo: había nacido una verdadera estrella.