Desde hace años se observa una tendencia a buscar fervorosamente nuevos valores, grandes promesas que estén llamados a suceder en el trono del tenis mundial a una de las mejores generaciones de la historia. Relevo generacional; con ese concepto se acuñó una tendencia a engrandecer sin demasiado tino cualquier atisbo de brotes verdes y sepultar a la joven estrella que haya osado caer con prontitud en algún gran evento.
Es momento de tener calma, sosiego e ir más allá. Resulta simplemente imposible que lo que viene pueda ser comparable a lo que dentro de poco se irá pero se ha de valorar con otros ojos. No solo el BigFour (o Five si se añado a Wawrinka... o a Murray, según se mire) ha hecho del último decenio la época más esplendorosa del tenis mundial. Una segunda línea de jugadores simplemente excepcionales en los que se pueden contar Juan Martín Del Potro, David Ferrer, Tomas Berdych, Marin Cilic, Kei Nishikori o incluso los ya retirados Tommy Haas cuando las lesiones le respetaron, David Nalbandián, Ivan Ljubicic, Nikolay Davydenko... y otros tantos que han hecho engrandecer este deporte.
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Ahí radica la grandeza de una generación; siempre habrá estrellas rutilantes capaces de batir récords pero, ¿cuándo ha habido una pléyade de jugadores tan completos que se han quedado sin premio ante la dictadura sin paliativos de algunos de los mejores de la historia? Cuando pienso en el circuito de aquí a uno o dos lustros, me imagino una igualdad absoluta, una lucha feroz por cada torneo en la que haya muchos hombres capaces de sorprender a los otros.
Eso también es calidad, también es buen tenis. No se debe analizar como una ausencia de liderazgo por parte de alguien sino como una competencia desmesurada por la gloria ya que muchos pueden optar a ella. En estos dos primeros Masters 1000 del año se ha percibido una tendencia a la renovación en el grueso del pelotón, hablando en términos ciclistas. Y es que n Indian Wells y Miami ha habido 13 tenistas que han ganado por primera vez en su carrera profesional un partido de Masters 1000 y otros, que a pesar de haberlo logrado ya con anterioridad, han dado un salto cualitativo evidente, como es el caso de Hyeon Chung, Frances Tiafoe o Stefanos Tsitsipas.
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El circuito ATP se renueva con nuevas ilusiones y anhelos materializados en nombres como Maximilian Marterer, Martin Fucsovic o Tennys Sandgren, cuya eclosión ha sido tardía pero efectiva; obreros de las pistas que se ganan el pan con el sudor de su frente, como Thomas Fabbiano, Liam Broady o Nicolas Kicker, aunque todas las miradas se dirigen a los jóvenes. Yuki Bhambri y Nicolas Jarry parecen tener margen de mejora, Michael Mmoh ilusiona por su potencia y carisma mientras que Mikael Ymer quiere dejarse ver con más frecuencia.
Pero tres nombres sobresalen entre estos 13 que han perdido la virginidad en cuanto a victorias en Masters 1000. Son los de Álex de Miñaur y Félix Auger Aliassime, llamados a ser dominadores del circuito de aquí a unos años, así como el de Nicola Kuhn, un chico que ya sabe lo que es ganar un Challenger siendo menor de edad y que pone de manifiesto en cada partido su ambición y personalidad sobre la pista.
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¿Los Masters 1000 de Indian Wells y Miami 2018 han supuesto el primer paso para un relevo generacional en la retaguardia del circuito ATP? Da la sensación de que pueden haber sido un punto de inflexión y una puerta abierta por la que el talento pueda colarse.