Siempre hay una primera vez. Para todo. Hasta para ganar tu primer título profesional. Alexander Zverev tuvo que caer en dos finales esta temporada hasta lograr por fin su objetivo. Quizá, en la más difícil. El alemán se doctoró en la cubierta de San Petesburgo, ante el animal de las finales, Stan Wawrinka, por 6-2, 3-6 y 7-5. Con 19 años se convierte en el campeón más joven del vestuario, demostrando que en su raqueta está el futuro de este deporte.
Ataca, defiende, saca bien, llega a las bolas y tiene cabeza. Se podría decir que es casi imposible ganarle un partido a este chaval de manera cómoda. Y tan solo tiene 19 años, pero en sus venas corre una sangre tan competitiva como la de su familia, una sangre que no se colapsa pese a estar jugando una final bajo cubierto ante Stan Wawrinka, reciente campeón del US Open. El alemán abusó de su paciencia y seguridad para desquiciar al helvético desde el primer suspiro, azotándole al final del set con un clamoroso 6-2 gracias a un doble break a su favor. Zverev había jugado de categoría, pero todavía podía dar algo más. Pero quien realmente debía subir el nivel era su rival, completamente acorralado por la muralla de Hamburgo.
Quizá fuera justo lo que necesitaba Wawrinka para reaccionar, un toque de atención. Igual que hiciera en sus tres finales de Grand Slam, donde solamente reaccionó después de que le arrebatan un parcial. Así es el de Lausana, ultra motivado ante la adversidad. Stan empezó a mutar en Stanimal minando la moral de su joven contrincante, poniendo las tablas en el marcador y regalándole al público ruso presente una tercera manga en forma de desempate. En su cabeza, por supuesto, rebotaba esa maléfica idea de enlazar doce finales consecutivas bajo su nombre. Una cifra esperpéntica que se hallaba a un solo set de su poder.
No esperaba Zverev aquella reacción, pero es el motivo por el cual Stan Wawrinka se ha hecho tan grande en las últimas temporadas. El suizo había jugado trece finales ATP entre 2002 y 2013 ganando cuatro títulos. Desde 2014: once finales, once títulos. En camino estaba la doce, hasta se puso 3-0 arriba de salida en el parcial definitivo… pero no fue suficiente. Reaccionó Zverev, como una chispa en mitad del mar, recordando seguramente aquellas finales perdidas de Niza y Halle. Igualó, recuperó la calma y rompió en el último juego, con 6-5, el break que le convertía en el primer teenager en conquistar un título desde que lo hiciera Marin Cilic en New Haven 2008. Sorpresa absoluta pero alegría inmensa de ver a un joven tocar el cielo por primera vez como profesional. Si no pudieron verlo, pueden estar tranquilos. No será la última.