Italia, hoy por hoy, reina en el tenis mundial. Cuando Jannik Sinner anunció que no jugaría las finales de la Copa Davis y Lorenzo Musetti se bajó a última hora, muchos italianos creyeron que el sueño de revalidar el título se desvanecía. Sin embargo, el equipo terminó demostrando que podían ser igual de fuertes, incluso sin sus principales figuras.
Porque, si la mejor arma que mostró España en esta Copa Davis fue la unión del grupo, la de Italia es igual o más potente porque esas conexiones y vínculos están mucho más asentados y consiguen que un tenista que estaba firmando un año para olvidar por culpa de las lesiones como Matteo Berrettini, gane sus tres partidos en estas finales sin ceder ni un solo set y sumando once victorias consecutivas en esta competición.
Italia domina la Copa Davis, la Billie Jean King Cup y tiene a un compatriota en despacho más importante de la ATP
O Flavio Cobolli, que nunca antes había sido convocado con la ‘azzurra’, y que si bien se desenvuelve con facilidad en hierba, donde llegó a los cuartos de Wimbledon, y en tierra batida, donde conquistó los ATP de Bucarest y Hamburgo, su familiaridad con la pista dura indoor, estaba siendo, hasta la fecha, insatisfactoria. Hasta que llegó a Bolonia, de donde se va con un máster de como gestionar momentos claves salvando siete bolas de partido en las semifinales ante Zizou Bergs y remontando un 1-6 contra Jaume Munar para dar el punto final a Italia.
Y si alguno de estos dos fallaban, Filippo Volandri tenía el comodín del siempre complicado Lorenzo Sonego. Mientras que si todo se tiene que decidir en los dobles, tiene la confianza de contar con dos expertos como Andrea Vavassori y Simone Bolelli. Este es todo el repertorio que tiene Italia si no puede contar con Jannik Sinner y Lorenzo Musetti.
Además de estos tenistas mencionados, Italia cuenta con tres tenistas más en el top 100, Luciano Darderi (26ª), Matteo Arnaldi (62ª), Mattia Bellucci (74ª) y que este año sufrió la retirada de uno de los tenistas más virtuosos de los últimos tiempos: Fabio Fognini. Y esto es consecuencia de hacer las cosas bien dentro de la federación italiana y en su apuesta por el crecimiento de sus jugadores desde sus inicios.
Una Federación Italiana que ostenta unos de los Masters 1000 más prestigiosos, como el de Roma, y que en 2026 volverá a albergar su sexta edición de las ATP Finals en Turín, mientras que en los despachos de la ATP el presidente también es de nacionalidad italiana como Andrea Gaudenzi.
Por si no tuviera bastante escaparate el tenis italiano, el pasado mes de septiembre el equipo italiano se hacía con sus segundas Billie Jean King Cup consecutivas con Jasmine Paolini como estrella principal, actual número ocho del ranking WTA, Sara Errani como la veterana más segura en el dobles, mientras que Tyra Grant se presenta como la gran joya todavía por pulir.

La realidad es la que es, si bien en el tenis femenino su presencia ha sido algo más constante con tenistas como Roberta Vinci, Flavia Penetta o Francesca Schiavone, el tenis masculino estaba carente de referentes.
Primero fue Fognini, le siguió Berrettini y ahora Sinner ha descorchado el corcho de una generación de italianos que prometen ser noticia durante muchos años. Si todos tienen unas carreras individuales muy prometedoras, su unión como equipo en la Copa Davis le convierte en potencial candidato a ganar las próximas ediciones. Y demostrando que si no están sus dos mejores espadas pueden seguir siendo igual de favorita.
Las pruebas del dominio de Italia son más que evidente, ahora solo falta saber cuando durará este imperio tenístico y si alguna vez correrá el riesgo de desplomarse como un castillo de naipes. Pero, hoy por hoy, la realidad muestra un hecho irrefutable: el tenis ‘parla’ italiano.

