Lara Arruabarrena, campeona en Cali

La tolosarra sigue progresando, ganando un Challenger Series antes de afrontar su primera defensa de título WTA

Lara Arruabarrena, una de las principales figuras emergentes del semillero español a sus 20 años, se proclamó campeona de la Copa Bionaire de Cali, evento perteneciente a la nueva categoría WTA 125 Series. Un ilusionante resultado antes partir hacia Bogotá y encarar la primera defensa de título WTA de su carrera. La competidora vasca continúa su crecimiento natural en la disciplina. El techo marcado para 2013 es elevado, tanto o más que la arcilla colombiana recién dominada.

Resguarda el evento un factor criminal. Alrededor de 1.000 metros sobre el nivel marítimo –cerca del doble de la frecuentemente comentada altitud de Madrid- rodean la circunstancia del torneo colombiano. Sometidas a menor presión atmosférica, las pelotas vuelan con espíritu libre. La empresa de domar las esferas y acunarlas en repetitivo ejercicio sobre el centro de la raqueta imprime a la tarea un plus de concentración, difuminando en cierta medida el mecanicismo adquirido semana a semana.

Conoce el terreno Lara. El pasado año levantó su primer cetro WTA bajo una circunstancia casi tres veces más intensa: los 2.630 metros sobre los que se eleva Bogotá. Dicen quienes allí compiten que cuesta respirar en tal entorno. Que falta el oxígeno al buscar cada pelota. Que ahoga la falta de aire que llevarse a la boca. Antes de subir al punto más alto del calendario, sin embargo, Arruabarrena alimenta el alma en el campamento base que representa Cali. El desafío vertical encuentra un paralelismo en su tesitura de clasificación: ascender sin exponerse a perder terreno pasa por competir bien en Colombia. Plasmar el favoritismo en resultados. Bogotá representará la defensa de puntos más grande de su trayectoria profesional. Un buen papel en Cali supondría un parche para posibles desperfectos y un trampolín moral de cara al gran reto: la defensa del primer título WTA de su carrera.

Necesitaba un buen registro y sale campeona. Arruabarrena llegó a Cali con galones de favorita. Segunda cabeza de serie y con la sombra del cetro alzado en la región doce meses atrás. El año pasado ganó Bogotá sometiendo en cada ronda a una tenista de mayor ranking. Este año en Cali, cada rival encarada debía mirar hacia arriba para encontrar a la tolosarra en la clasificación. Un cambio de panorama sensible que no asegura nada. Simplemente refleja el avance logrado, no el progreso por conseguir. Con respeto cultivado pero respeto a recolectar.

No obstante, no le ha temblado el pulso más de lo necesario. Cinco victorias en cinco partidos, cediendo apenas un set en todo el torneo. Una solvencia deportiva que deberá mantener para consolidar su presencia y aspirar a la élite del tenis femenino. No tener fisuras ante mujeres que figuran por debajo en la clasificación es una regla no escrita para sellar el terreno ganado. Tenistas de ranking inferior no necesariamente implica competidoras de menor nivel al propio –Dulgheru, rival de segunda ronda, llegó a ser top30 a los 22 años antes caer presa de lesiones- pero infundir autoridad sobre el estrato inferior será un paso importante para continuar la marcha. Habiendo configurado un itinerario WTA a tiempo completo, tenistas de mayor altura clasificatoria será una realidad a encarar de forma más habitual, de modo que mantener a raya a figuras más modestas se antoja vital para adentrarse en el siguiente nivel.

Expuesta ante un desafío en cada escalón, la tolosarra fue desbrozando una incógnita tras otra. Hasta tres tenistas sudamericanas y la defensora del título salieron a su paso. El abrigo del terruño o el poder de la memoria como oposición en cada frente. Encontró soluciones para cada escollo. Ha dominado a tenistas de todo pelaje y circunstancia: jóvenes figuras emergentes (Paula Ormaechea), antiguas campeonas (Teliana Pereira, Alexandra Dulgheru), incluso una jugadora local (Catalina Castaño), trece años mayor y con la grada detrás como última valla.

Llámenlo WTA. Denomínenlo Challenger. Pónganle el calificativo que les plazca (si tienen curiosidad, de manera oficial no tendrá consideración de título WTA Tour). La categoría del evento es lo de menos. La propia Arruabarrena restó importancia al tamaño de la chapa al morder la corona de Bogotá en 2012. Así ponía en perspectiva tiempo atrás sobre su conquista. “Hay jugadoras que, a mi edad, lograron títulos mucho más importantes. Cómo gestionarlo depende de cada uno. He ganado, de acuerdo. Pero a la siguiente semana puedes perder en primera ronda como me sucedió a mí. En seguida de que si no trabajas a diario no llegas a nada”. En una disciplina tan revisionista, adormecerse en el éxito supone desaparecer del mapa. Y la tolosarra lleva el mensaje grabado a fuego en la mente.

La conquista de Cali debe suponer un trampolín moral de cara al reto de volver a Bogotá y una bisagra importante para hacer viable el objetivo del año a nivel de listas: cerrar el curso WTA entre las primeras cuarenta raquetas del circuito.

Tras un 2012 que llevó aparejado la entrada en top100, las primeras previas superadas de Grand Slam, la primera aparición en Premier Mandatory o incursiones puntuales en torneos WTA, 2013 aparece como el primer curso a tiempo completo entre la élite del tenis. Vuelve a dejarse ver Arruabarrena, dando nuevas muestras del futuro generacional que presenta la disciplina femenina en España. Otra baza a tener en cuenta en Copa Federación a medio plazo y una constatación clara: en féminas hay (varias) figuras jóvenes con opciones de alzar relevantes eventos profesionales. A seguir trabajando.

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