
Todos hemos experimentado la sensación de perder la oportunidad de hacer algo importante, de sentir que tuvimos opciones de alcanzar la gloria y ver cómo esta se aleja poco a poco, de manera irremediable. Alexander Zverev puede estar siendo consciente de que el tren al paraíso ha pasado y la rabia e impotencia mostrada en los últimos meses, son síntomas claros de ello.
Cuando la ilusión se convierte en obsesión, las cosas no salen. El tenis es un deporte en el que la línea que separa los anhelos que motivan a ser mejor, de objetivos inaplazables que generan angustia y frustración si no se conquistan, es muy fina y Alexander Zverev puede haberla rebasado. Quizá todavía tenga balas en la recámara para conquistar ese ansiado Grand Slam, pero lo cierto es que no está teniendo la actitud adecuada para afrontar un tramo de su carrera deportiva que se erige casi en un ultimátum.
- Zverev ha flaqueado en los momentos cumbre de su carrera y sus ilusionantes metas han tornado en obsesión para él
Perder tres finales de Grand Slam no tiene que ser nada sencillo y, más teniendo en cuenta cómo lo hizo. Sascha debe tener la sensación de que todo su trabajo diario durante toda una vida solo adquiriría especial sentido si levanta un título de esa envergadura y haberse visto tan cerca de ello, en el US Open 2020 y en Roland Garros 2024, no hace más que generar una frustración extra. Sería injusto criticar la mentalidad competitiva de un jugador que ha sido número 2 del mundo y campeón de múltiples Masters 1000, así como de las ATP Finals, pero lo cierto es que dudó mucho cuando más cerca estaba de su meta.
Necesito soltar esto sobre Zverev.
— José Morón (@jmgmoron) May 15, 2025
Creo que hace tiempo perdió el rumbo. Lleva un año y medio donde culpa al mundo de sus errores.
La final de Roland Garros la perdió por un bote que, según él, tocó línea, pero el árbitro dijo que no. En la gira de Latinoamérica no ganó por el… pic.twitter.com/kgllozgDhJ
Eso ha ido erosionando su confianza y lo sucedido tras la sanción de doping a Sinner, no ha hecho más que incrementar la angustia en Zverev. El alemán lo tenía todo a favor para ser número 1 del mundo, otra de sus metas supremas, pero volvió a ser presa del miedo escénico, del vértigo a la gloria. La desconfianza generada por sus derrotas ante Cerúndolo (por partida doble), Comesaña, Tien, Griekspoor, Fils y Berrettini amenazan con hacer añicos sus aspiraciones en Roland Garros 2025. Parecía este un evento propicio para él, teniendo en cuenta que Sinner llegaría con poco ritmo y Alcaraz estaba mostrando dudas antes de la gira sobre tierra, pero ahora mismo, la disposición del germano de cara al torneo parisino dista mucho de ser la mejor.
- Sascha siente que sus mejores tiempos pueden estar llegando a su fin, ante el surgimiento de una nueva generación
Ofuscado en cancha, sin soluciones tácticas, dubitativo con su drive, rabioso con sus rivales, buscando responsabilidades en el exterior con rajadas sobre la pista, las bolas e incluso, el estilo de sus rivales... Alexander Zverev ve cómo una nueva generación de jugadores no para de crecer y amenaza su estatus, mientras él muestra cierto estancamiento tenístico y saturación mental.
Surgir con la responsabilidad de liderar a la generación llamada a destronar al Big 3 fue complicado de gestionar, y no solo no conseguirlo, sino ver cómo es Medvedev el que ha sacado más rédito al ocaso natural de las grandes leyendas de nuestro deporte, ha generado un poso de frustración enorme en Zverev, que se incrementa ahora al ver cómo el tiempo en el que parecía destinado a dominar, se ve invadido por nuevas leyendas en ciernes.
- Impotencia, frustración y temor es lo que se desprende de su tenis y actitud desde hace meses
Parecía haber un paréntesis en el que Sascha pudiera reinar, ante de que Alcaraz y Sinner se hicieran del todo consistentes y de que jugadores como Draper, Musetti, Rune, Mensik, Shelton, Fils o más tarde Fonseca, dieran el salto cualitativo final, pero lo cierto es que todos ellos están progresando a marchas forzadas y acortando de forma meteórica la brecha de nivel que los separaba del teutón.
Los resultados, el juego y la actitud de Alexander Zverev en los últimos meses ponen de manifiesto una impotencia terrible para solventar un problema inexorable. El germano siente cómo sube la marea y él no puede nadar, se ve aislado por un torrente de agua que puede arrasar con sus anhelos, y a su mente acuden, una y otra vez, flashbacks de lo que pudo ser y no fue, por pequeños detalles. Está en su mano granjearse alguna nueva oportunidad, pero deben cambiar muchas cosas en su mente, y hacerlo rápido. El tiempo está en su contra.