
Carlos Alcaraz volvió a recordar lo que es sufrir y ganar sin mostrar su mejor versión. Esta fue la receta que aplicó en Roland Garros el año pasado y es lo que está haciendo en el ATP de Roma. Aguantó las embestidas de Jack Draper y sacó a relucir su mejor tenis en los momentos clave del partido para llevarse el duelo (6-4, 6-4) y meterse por primera vez en las semifinales del torneo italiano, además asegurarse el número dos del mundo para París.
Acostumbran los torneos previos a un Grand Slam a ver tenistas a medio gas, bajas de última hora y ganadores inesperados. Pero no sería en este Masters 1000 de Roma, en cuyos cuartos de final todos son cabezas de serie y que cuyo partido de la jornada enfrentaba al número tres, Carlos Alcaraz, contra el número cinco, Jack Draper.
Además de ser el duelo del día, el partido serviría de termómetro para ambos. Para el español, para ver si ha vuelto al 100% de sus molestias físicas y optar de manera clara por el título. Para el británico, la confirmación total de que este año es uno de los tenistas a batir y para ratificar que su victoria ante el murciano en el pasado Indian Wells no fue un mero espejismo.
Ambos al ataque desde el inicio de la contienda
Los dos tenían mucho que demostrar y los dos salieron al ataque, sin nada que perder, y buscando la iniciativa en cada punto. Ambos con su derecha como principal arma en una ventosa tarde en el Foro Itálico de Roma, donde las rachas de aire amenazaban con ser protagonistas durante todo el encuentro.
"¡Ordenado y valiente!", le pedía Juan Carlos Ferrero a su pupilo cuando restaba los duros saques del británico, pero no era fácil hacerle daño. Sin embargo, Draper empezó a encontrarle las costuras a los saques del tres del mundo, que son menos efectivos, y rompía en el sexto juego tras una doble falta del español.
Al igual que en Indian Wells, Draper tomaba la ventaja y no le quedaba otra a Alcaraz que ponerse el mono de trabajo si no quería ver como el primer set se empezaba a escapar. Así que se despertó el de El Palmar y recuperaba en un abrir y cerrar de ojos el break para igualar la contienda (4-4).
No solo espabiló, sino que aprovechó el despertar de su tenis para realizar uno de sus arrebatos tenísticos, esos en los que nada ni nadie pueden con él. Rompía de nuevo el servicio de Draper y con su saque se hacía con un primer set (6-4) en el que fue de menos a más, pero del que despertó a tiempo para poner la primera piedra para su pase a semifinales.
Lo que empezó como un despertar, continuó como un arrebato y se convirtió en un vendaval. Alcaraz se gustaba, su derecha corría y rompía por tercera vez consecutiva el infalible saque del británico, la última en el primer juego de la segunda manga. Gritaba de desesperación el londinense, mientras el murciano miraba con determinación a su banquillo, consciente de que tenía que aprovechar la ocasión para irse en el segundo set.
Sin embargo, cuando todo iba demasiado bien, apareció una de las típicas desconexiones de Alcaraz y Draper olió la sangre para devolver el quiebre en un juego que duró casi 10 minutos. El inglés dejó atrás los reproches y de verse 0-2 abajo, se encontró 2-1 arriba y una bola de break, que el español defendió. Finalmente, el español sacó el juego, 2-2, pero con el aviso de que Draper seguía muy vivo.
Cualquier error era fulminante
"Intenta mandar tú, es juego para intentarlo", le pedía Ferrero, consciente del momento clave en el que se encontraba el partido, pero Alcaraz no terminaba de encontrarse. "¡Ten una cosa clara, Charlie, solo una!", se recriminaba el propio Alcaraz, que veía como la segunda manga se enredaba y entraba en un momento cumbre.
4-4 y todo por decidir. O sentenciaba Alcaraz, o Draper estiraba el encuentro a un tercer set. Todo pendía de un hilo. Y es aquí donde se ve las tablas de un campeón. No especuló el murciano, consciente de que el partido estaba aquí, y que si se iba a un tercer set cualquier cosa podía pasar.
Rompía con una dejada a la línea y Draper se derrumbaba en su silla, acordándose de las dos bolas de break que tuvo para sentenciar la segunda manga. Dejó vivo a Alcaraz, y eso casi siempre es sinónimo de derrota. Así lo fue, porque el número tres, a partir del lunes número dos, sentenció un partido (6-4, 6-4) lleno de alternancias, bajones, grandes momentos y sobre todo resistencia, mucha resistencia. De esta manera, se cuela en sus primeras semifinales en Roma y ya mira al título en Italia.