Pocos países en el mundo viven con tanta pasión el tenis como se hace en Argentina, por lo que su presencia en la Final 8 de la Copa Davis 2024 es celebrada por todos los amantes de este deporte. Este éxito no es más que el fiel reflejo de un buen trabajo realizado desde hace años por las instituciones y que está dando ya grandes réditos.
Lejos de los grandes nodos del tenis mundial, despojados de recursos económicos para desarrollar el talento joven, teniendo que afrontar dificultades logísticas y manejando la presión de ver cómo no había relevo generacional a jugadores gloriosos. Así estaba el mundo del tenis en Argentina hace unos años, cuando Schwartzman y los últimos coletazos de Del Potro mantenían a flote a una de las grandes superpotencias mundiales de este deporte, tanto en número de practicantes como en pasión por el juego.
Ahora la situación es radicalmente opuesta. Desde hace años la Asociación Argentina de Tenis viene haciendo un gran esfuerzo por construir una red de torneos regionales y nacionales que garantice la formación de jugadores. El know-how tenístico acumulado durante toda la historia en este país, con técnicos de gran calidad e instalaciones de nivel repartidas por todo el país, ha emergido con fuerza en cuanto se ha inyectado dinero con inteligencia y miras a largo plazo.
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Siempre hay cosas por mejorar, pero lo cierto es que la gestión de Agustín Calleri y Mariano Zabaleta al frente de la Asociación Argentina de Tenis cambió por completo la situación de este deporte en el país albiceleste. Han aumentado de forma considerable los torneos ITF Futures y, más aún, los eventos del ATP Challenger Tour, permitiendo que las jóvenes promesas puedan sumar puntos ATP sin necesidad de asumir los grandes costes que implica viajar al extranjero.
El talento siempre estuvo ahí, latente y a la espera de un empujón que precipitara todo como si fueran fichas de dominó. En cuanto hubo una inversión racional, comenzó a formarse una generación de jugadores que puede dar muchas alegrías. Cerúndolo, Etcheverry, Báez, Navone, Díaz Acosta, Comesaña, Tirante, Carabelli... Eso sí es una auténtica generación de jugadores capaz de mantener alto el pabellón del tenis argentino y garantizar la presencia de jugadores de dicho país en rondas avanzadas de grandes torneos.
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Resulta obvio que el gran anhelo de todo aficionado argentino es el surgimiento de una gran estrella capaz de luchar por títulos de Grand Slam, pero eso solo es posible una vez la maquinaria de formación y detección de talento joven está en marcha. Ahora mismo, se funciona a toda mecha en todos los niveles y lo inspirador que resultará para los niños ver al equipo de Copa Davis luchando por la Ensaladera puede ser el empujón definitivo para que muchos de ellos apuesten por el tenis.
Guillermo Coria ha estado bajo una gran presión mediática y tomó decisiones arriesgadas, pero lo cierto es que ha conseguido llevar al equipo albiceleste a la Final 8 de la Copa Davis, algo que no sucedía desde hace cinco años. Argentina luchará por la gloria en Málaga el próximo mes de noviembre pero, lo más importante, es que sigue sembrando semillas que continuarán germinando en forma de tenistas profesionales y, quién sabe, si de una gran estrella a medio plazo.