![Mario Vilella se retira del tenis a los 27 años. Fuente: PDB](/sites/default/files/styles/epsa_detail_thumbail/public/2023-12/captura_de_pantalla_2022-07-09_a_las_21.17.38.png?itok=tRc5yLcT)
“Gracias por la charla”. Esto es lo primero que dice Mario Vilella (Elche, 1995) una vez termina la entrevista con Punto de Break. Después de muchas temporadas peleando en el circuito, el español ha decidido despedirse del tenis profesional a los 27 años, aunque todavía le cuesta hablar de tema. No por tener muy clara una decisión deja ésta de ser difícil de afrontar, algo así le pasa al ilicitano, que nos atiende desde su casa de Marbella para hablar de su futuro por primera vez. Ex número 158 del ranking y ganador de dos títulos Challenger, su aventura con la raqueta ha llegado a su fin.
¿Y por qué se lo deja? Un deporte tan bonito, con múltiples viajes, cientos de experiencias, ¡hasta se gana dinero! En este aspecto, Vilella lo explica muy bien: “Ya no me llena, mi proceso se ha terminado”. Acostumbrados a la fascinación de los grandes torneos y la épica de las leyendas, hoy descubrimos que también hay otra cara dentro de la alta competición. Una parte más sombría dentro del deporte de élite donde no todos son capaces de pararse a pensar si realmente son felices con lo que están haciendo. Mario fue de los que sí se atrevió.
Mirando al futuro, ¿qué ves?
Tengo planes, pero están un poco en el aire. Tampoco sé exactamente lo que quiero, lo que sí tenía claro es me tenía que dejar el tenis, había otras cosas que me llamaban más.
¿Qué cosas?
La naturaleza, estar más en contacto conmigo mismo. Sentí que con el tenis ya se había terminado mi proceso, ya no me nutría tanto como yo quería. Hace unos años empecé a invertir en unas comunidades en Colombia y República Dominicana, me gustaba mucho el tema de la naturaleza, estar allí, que la gente pudiera ir y encontrarse. Me encantaría abrir aquí en España un lugar así junto a mi pareja, que las personas pudieran conectar con el río, las montañas y con su ser.
Háblame más sobre esas comunidades.
Para que la gente lo entienda, es como un retiro, donde la gente va a conectarse. Por ejemplo, la persona que lleva trabajando durante mucho tiempo sin parar y busca un descanso, conectar un poco con él mismo y con la naturaleza. Esa persona igual lo que necesita es irse al monte a tocar música, bailar, meditar, pintar, bañarse en un río, lo que sea. El objetivo es reunir a esas personas y darles las facilidades para desconectar un fin de semana, o una semana en esas condiciones.
No suena mal.
Es algo que te permite conectar un poco más con la esencia de lo que somos, a mí me ayudó mucho estos últimos años con mi proceso personal. Soy una persona que le encanta convivir en la naturaleza, conectarme, estar haciendo cosas, pero también quiero compartirlo con la gente, que vivan esa experiencia.
¿Ese estilo de vida era incompatible con el tenis?
Yo creo que sí son compatibles, de hecho, lo he estado haciendo estos últimos años. En mi caso, llegó un momento donde el tenis empezó a perder protagonismo, perdió la fuerza que tenía antes, se fue quedando atrás. Me apetecía hacer otras que con el tenis no podía, ya que toda tu energía se va en los entrenamientos, los viajes y la competición.
¿En qué momento empiezas a plantearte la retirada?
Durante toda mi vida tuve problemas con el tenis, problemas de no aceptarlo, de verme sobrepasado por mis emociones, volverme loco en la pista o no saber controlar ciertos momentos. Poco a poco me he ido replanteando mi existencia, igual que en el tenis... ¿por qué juego a tenis?
¿Porque te hace feliz?
Y he sido feliz… en ciertos momentos. Estos últimos años me he visto más tranquilo en la pista, pero seguía sin verme con las mismas ganas que otra gente de ser tenista, no encontraba el disfrute mientras jugaba. Por eso terminé apostando por un cambio, necesitaba ponerle un final al tenis.
Hace unas semanas jugaste la fase previa en Wimbledon, ¿tenías claro que sería tu último torneo?
Sí, desde hace un par de meses tenía claro que era el final. Estuve muy tranquilo, más relajado de lo normal, no lo pensé demasiado. Tampoco fue algo que decidí de golpe, fue algo progresivo, aunque reconozco que no es fácil.
¿Lo has pasado mal?
Claro que lo he pasado mal, todavía me cuesta aceptarlo, al final llevo toda la vida jugando a tenis, es lo que me ha permitido vivir económicamente bien y tener facilidades. Dar este paso es tirarse a la aventura, salir de la zona de confort, es normal tener miedo.
“Ahora estoy seguro de lo que quiero, sé que quiero dedicarme al tenis y voy a esforzarme al máximo”
¿Eso lo dije yo?
Hace tres años, la primera vez que te entrevisté en tu regreso a Villena.
[…] Es bonito ver cómo una persona va cambiando, cómo evoluciona su pensamiento con el paso de los años, incluso adoptando una idea completamente opuesta a la que tenía. No hay que anclarse en el pasado, hay quien dice: ‘Si en su momento dije eso, tengo que tirar con eso hasta el final’.
Menuda condena.
¡Exacto! Es bonito cambiar, pensar diferente, como si dentro de dos años me da por volver al tenis. ¿Qué pasa? No pasa nada, mi visión puede variar, lo importante es saber lo que uno quiere en el momento presente, lo que te llena en este momento. Y en el futuro ya veremos, eso nunca se sabe.
¿Quiénes fueron los primeros en enterarse de la noticia?
Mis padres, son los primeros a quienes les cuento las cosas. Santiago Giraldo también, se ha convertido en uno de mis mejores amigos, hemos compartido muchos momentos juntos estos años. Y Pepe Imaz y Marco Djokovic, mis entrenadores. Pero ellos ya lo sabían, me conocen, incluso Santi pasó por ese mismo proceso. Desde hace meses les confesé que este año sería el último… lo que pasa que el final ha llegado un poco antes (risas).
¿Qué papel juega Pepe Imaz en tu decisión?
Cuando vine a a vivir a Marbella ya conocía a Pepe, vine porque quería cambiar y conocer su filosofía. Él me ha ayudado muchísimo, ha respetado mi proceso y siempre ha estado ahí, en ningún momento me ha empujado a que deje el tenis. Todo lo contrario, siempre me ha animado a seguir. La gente se ríe del ‘Amor&Paz’, dicen que está todo el día abrazando árboles o mirando al sol, pero esa gente no conoce a Pepe. Él es una persona que causa controversia porque toca temas que esta sociedad no está acostumbrada a tratar, ahí podemos ver cómo va la sociedad…
A los que sueñan con estar donde estás tú, les costará entender esta entrevista.
Es complicado porque no están en mi piel, igual que yo no puedo estar en la piel de otro. Lo puedes intentar, pero es muy difícil, mucho menos sabiendo cómo ve la gente el tenis. Todo el mundo sueña con ser tenista, viajar por el mundo, jugar bien y ganar dinero. La gente lo ve así, pero cuando llevas toda la vida compitiendo y luchando por ganar dinero, esa percepción te cambia, pero pasa en cualquier trabajo. Uno tiene que ir renovándose para seguir fluyendo.
Todos los jugadores sueñan con llegar a jugar los Grand Slam, tú lo conseguiste. ¿Qué esperabas encontrarte en esos niveles y qué te encontraste realmente?
La verdad, no sé lo que esperaba, pero uno lucha toda su vida por llegar ahí, a jugar los grandes torneos. Estos últimos años me centré mucho en mi proceso personal, en ser una mejor persona, crecer en la pista y ayudar a los demás, ahí fue donde me di cuenta que jugar esos torneos no era lo que a mí me llenaba, aunque tampoco jugué tantos.
No te gustó lo que viste.
Lo que vi es que tenía mucha más conexión con mis rivales en los Challengers o los Futures que en los Grand Slam, donde la gente está haciendo la pelota constantemente a ciertos jugadores, esa energía no me gustó. Entiendo que la gente quiera llegar ahí, yo también he estado y lo he disfrutado a mi manera, pero ahora ya no lo disfruto. Respeto a la gente que sigue jugando, tengo muchos amigos en el circuito, pero a mí ya no me apetece.
Ahora en Grand Slam se está pagando 60.000€ por jugar primera ronda, muchos te van a llamar loco.
Entiendo los que dicen eso, perfectamente. Mis padres son los primeros que me han dicho: ‘Dos añitos más, Mario, 200.000€ más en la cuentica, para un futuro’. Mi pregunta es: si ahora te doy tres millones de euros, ¿vas a encontrar esa plenitud? Te comprarás una casa y un buen coche pero, ¿encontrarás la plenitud? No.
Pero hay que ganar dinero.
A ver, claro que hace falta el dinero, claro que ayuda, te quita un peso de encima para cubrir tus necesidades. Yo vengo de una familia que no es pobre, pero casi, sé lo jodido que es. En ese sentido lo tengo claro: estar haciendo siempre algo por dinero… no, lo siento pero no.
Hay jugadores que no disfrutan con el tenis y lo ven simplemente como un trabajo, una forma de ganarse la vida. ¿Conoces alguno?
Sinceramente, creo que la mayoría. El tenis te da esa estabilidad de estar todo el rato haciendo algo, tu energía siempre se enfoca en ese algo. Yo me he dado cuenta estos meses, una vez te quitas el tenis es como… ¿qué hago? ¿Qué tengo en la vida? Se tambalea todo, ya no tienes ese objetivo de mejorar, de ganar partidos, de ganar dinero, etc. Ese algo ya no está, te quedas congelado.
¿Te asusta esa sensación?
¡Estoy cagado! (risas). Hace dos meses lo estaba más, pero ahora también. Creo mucho en la energía, si he tomado esta decisión ha sido por algo, aunque hay días que todavía me viene el impulso de coger la raqueta y jugar unos torneos…
¿Y qué?
Ahí me acuerdo de todo lo que pasé estos años y se me quitan las ganas, no quiero volver a eso. Confío en la vida y en hacer lo que me gusta, si uno es fiel a eso y le pone buena energía, al final sale adelante.
¿Acabas en paz con el tenis?
Acabo con una relación buena, le estoy muy agradecido al tenis, me ha dado todo. Económicamente, de tranquilidad, de estabilidad, de saber cómo gestionarme mejor, me voy muy tranquilo. En mi carrera me ha pasado a veces de estar quemado, de pasarme dos meses sin jugar, pero esta vez no ha sido así. De hecho, voy a seguir jugando equipos porque sigo disfrutando cuando entreno, voy 3-4 días a la semana y me quedo súper a gusto.
¿Llegaste a odiarlo en algún momento?
Para nada. Simplemente, ahora ya no quiero poner toda la energía que se requiere para ser tenista profesional.
¿Dónde pondrás esa energía?
Tengo que pensar en mí lo primero, ver dónde voy a ser feliz, aunque luego nunca se sabe. Yo tengo que estar feliz, porque si soy infeliz no podré darle nada a los demás. Me gusta vivir en el campo, en la montaña, ahora me voy dos meses a Colombia con mis amigos, eso es lo que quiero hacer de momento. Luego jugaré mis equipos con el tenis, quizá hacer de sparring con algún jugador, seguir entrenando, etc. Todo eso que me gusta.
¿Y si te hace falta dinero?
Si me hace falta el dinero, el tenis siempre está ahí, me encantaría ayudar a otras personas. Lo que no voy a hacer es ponerme a viajar todo el año, si lo he dejado es precisamente para dejar de hacer eso, no tendría sentido. Y además de esto, quiero poner toda mi energía en el proyecto que te he comentado al principio, el espacio que quiero abrir con mi pareja aquí en España. Ojalá que salga bien.
¿Qué tendría que cambiar para que volvieras a competir?
[…] Tendrían que cambiar muchas cosas dentro de mí, pero no creo que cambien. Pienso que estoy en un buen camino y, en ese camino, no visualizo competir como antes. Ahora soy más feliz, estoy en armonía, ¿por qué iba a cambiar? Sería volver otra vez a lo que no me hace sentir bien.
Mucha gente sufre depresión cuando se retira, pero en tu caso es al revés: lo dejas para ser feliz.
Algo así. La felicidad tampoco es algo que encuentres y ya no la sueltes, la vida te va subiendo y bajando, es inevitable tener momentos malos. Lo que tengo claro es que necesito estar conectado con mi persona, y lo quiero para mi pareja, para mi familia y para todos los que tengo a mi alrededor. Esa energía es la que quiero.