Jil Teichmann, 'unexpected' de nacimiento

Entrevistamos a la suiza para conocer su historia, orígenes e inquietudes. “Me he pegado muchas hostias para saber que el tenis no es una fiesta cada semana”.

Fernando Murciego | 1 May 2022 | 07.30
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Jil Teichmann en su entrevista con Punto de Break. Fuente: PDB
Jil Teichmann en su entrevista con Punto de Break. Fuente: PDB

Aunque ella insista en sus raíces y tradiciones suizas, la verdad es que Jil Teichmann (Barcelona, 1997) podría pasar por una ciudadana española como cualquiera de nosotros. Su corazón se divide entre estos dos países, una combinación explosiva que se refleja también sobre la pista. A sus 24 años, verla dentro de las cuarenta mejores del ranking ya no es ninguna sorpresa, pero todavía teníamos una cuenta pendiente: conocerla personalmente.

Jil Belén –aunque poca gente le llama así– se cita con Punto de Break en la zona mixta del Mutua Madrid Open. El torneo ha empezado a lo grande para ella, con un triunfo en dos mangas ante Petra Kvitova, así que es momento de relajarse con una entrevista, aunque también habrá tiempo para una ronda rápida con alguna pregunta tensa. Lo que no faltará es el buen rollo, una de las grandes virtudes de Teichmann.

No está mal empezar un torneo ganando a Kvitova.

Es una gran jugadora, le tengo mucho respeto, encima es zurda así que le tengo más cariño todavía. Nos llevamos súper bien, antes del partido estuvimos hablando, aunque luego dentro de la pista estamos para trabajar. Aquí ha ganado tres veces, es una gran campeona.

El año pasado te cargaste aquí a Svitolina. ¿Te sienta bien Madrid?

Sí, me va muy bien, con un poquito de altura. Es en tierra batida, obviamente me gusta, pero al ser un torneo tan grande cualquier partido es muy duro, solo hay que mirar el cuadro, ¡son todo piedras! Se ha dado la casualidad de que he podido ganar a estas dos, espero seguir ganando este tipo de encuentros.

¿Qué balance haces de tu temporada hasta ahora?

[…] Bien (risas). De momento no he tenido lesiones, eso ya es una gran victoria para mí, el año pasado me lesioné mucho. De hecho, aquí en 2021 recuerdo que vine sin partidos y luego en Estrasburgo me volví a lesionar. Obviamente, siempre se puede hacer mejor, pero no me voy a quejar de esta temporada.

Tu próxima barrera es el top30, ¿sube la dificultad?

Esto es como escalar el Everest: cada base cuesta más respirar. Ahora está el top30, luego será el top20, después el top10, el top5… pero todas quieren estar ahí. Avanzar significa quitarle el puesto a una, pero por detrás hay otra gente que también quiere estar donde estoy yo. Es una situación complicada.

La barrera del top100 apenas te costó romperla.

Me metí muy rápido entre las 200 primeras, luego estuve un par de años rondando el 130º, hasta que llegué a Praga y di el bombazo. Después llegó Palermo y otro bombazo. A ver, siempre cuesta, no voy a sentarme aquí y decir que es todo fácil, pero es verdad que desplegué un buen nivel y se me dio bien, no lo pensé mucho.

Hay otras que les ha costado más…

… y hay otras que menos (risas).

¿Cómo gestionaste tanto éxito de golpe?

Lo paró todo el COVID, así que no pasó mucho más. En el final de 2019 no jugué muy bien, después del US Open nos fuimos a China y jugamos algunos torneos grandes, creo que no gané ningún partido. Luego empezamos el 2020 y después del Open de Australia ya vino la pandemia, fue todo un poco raro. Para mí este es el primer año normal.

Vamos al pasado. ¿Cómo empiezas con el tenis?

Mis padres me hicieron probar todo tipo de deportes, incluso jugué mucho más a fútbol o baloncesto, tengo un hermano dos años menor y cada fin de semana nos gustaba probar algo nuevo. Así fui creciendo, el tenis no era mi obsesión, hasta que empecé a jugar torneos regionales y vi que se me daba bien. En Suiza entrené en la Federación, luego comencé a jugar a nivel internacional, el junior se me dio bien –llegó a ser Nº3– y luego ya vino el salto a profesional.

Lo cuentas como si fuera fácil.

Una carrera normal, de manual (risas). Luego en profesionales ya empiezas con los 25k, vas subiendo poco a poco, rompes en el top100 y hasta aquí.

Tu vida se mueve constantemente entre España y Suiza.

Entreno en Barcelona, todo mi equipo es de Barcelona, pero vivo en Suiza. Mis padres son suizos, toda mi familia vive allí, pero sí, lo tengo todo entre dos países, es un poco raro.

El que te escuche hablar en perfecto español no se creerá que eres suiza.

También hablo francés, alemán, suizo, inglés…

Incluso tu nombre es mixto: Jil Belén Teichmann.

Me mató mi padre con esa, me mató (risas). Es simplemente el nombre del pasaporte, no es un nombre compuesto. Aquí se atrapan un poco con el ‘Jil' y a veces me llaman Belén… pero me llamo Jil, ya está, no es tan difícil.

Naciste en Barcelona, ¿te planteaste jugar por España?

La gente no lo sabe, pero es que no tengo ni pasaporte español. Hablo muy bien español, sí. Nací en Barcelona, sí. Pero crecí en Suiza, fui a la escuela suiza y en casa solo hablo suizo. Vacaciones, familia… suena raro pero soy muy suiza. El tenis lo tengo más latino, eso sí.

Es el camino contrario al de Rebeka Masarova, que nació en Suiza y juega con bandera española.

Uy, ¡no paran de preguntarme! La diferencia es que ella tiene madre española y tiene los dos pasaportes. Yo no tengo ni los papeles. Ella tomó su decisión y seguro que está contenta, es buena chica.

Hablemos de tu equipo: Arantxa Parra y Beto Martín. ¿Qué te aporta cada uno?

Los dos han sido jugadores, eso ya es un plus para mí. Como suelo decir, entienden las paranoias del tenista (risas). Los dos son muy trabajadores, ya como jugadores eran muy trabajadores, aunque de estilo eran muy diferentes. Lo positivo es que se adaptan a mi juego, me ayudan a que pueda sacar el máximo potencial de mi tenis, no se centran en cómo lo hacían ellos, ni intentan que repita sus pasos, eso es lo que más me gusta de ellos. Además son diestros, así que les toca pensar como zurdos para entender mi estilo.

¿Cuál es tu estilo?

A mí me gusta patinar, soy una jugadora muy física, muy atleta, si tengo que correr pues corro… y si tengo que atacar, pues ataco. No me lo pienso mucho.

Una vez definiste tu tenis como ‘unexpected’ (inesperado).

(Risas). Sí, sí, esa la solté. Soy así, de repente te ataco y subo a la red como de repente estoy corriendo de un lado a otro en el fondo de pista. Intento adaptarme siempre a la situación: dependiendo de lo que proponga la rival, allá voy.

Si jugaras contra ti misma ¿qué harías?

Pues no lo sé, es una buena pregunta. Nunca me lo he planteado […] Estar muy atenta, esa es la clave.

El año pasado jugaste la final en Cincinnati. ¿Para cuándo otra semana así?

Ya me he pegado suficientes hostias como para saber que el tenis no es una fiesta cada semana. Que suceda una vez no significa que tenga que volver a pasar, esto no funciona así. Ya lo he vivido en otras ocasiones, ganas un torneo y esperas ganar otro, pero todo es un proceso. Hay que trabajar, mantenerse humilde y cada día ver cómo está la situación, no importa lo que hayas hecho en el pasado.

Mira Kvitova…

Por ejemplo. Ha ganado tres veces aquí, es favorita, pero ella sabe que no puede ganar cada temporada. Eso es una cosa que aprendes con los años.

En Grand Slam nunca pasaste de segunda ronda. ¿Qué pasa con estos torneos?

Me ha pasado de todo. El año pasado el único que jugué bien fue el US Open, los otros tres estuve lesionada. De hecho, en Roland Garros ni jugué. Otros años tuve cuadros duros, pero tampoco me quiero excusar, aunque no he jugado tantos.

¿Te preocupa?

De momento no, aunque es verdad que la prensa de vez en cuando me pregunta por los Grand Slam. Yo voy partido a partido, pero al final el torneo solo lo gana una, no pienso más allá de mi próxima ronda. Muchas veces pasa que una jugadora gana un torneo y luego encadena dos o tres derrotas en primera. Esto es tenis, por suerte cada semana hay una nueva oportunidad, siempre hay que quedarse con lo positivo.

¿Te imaginas ganando uno?

Hay una parte de mí que sí, pero también soy muy realista. Vamos primero a intentar algo más simple, ganar unos cuantos partidos, paso a paso, aunque sé que soy unexpected (risas). Tampoco calculé estar en la final de Cincinnati, pero se fue dando.

¿Ganar un Grand Slam o la Billie King Cup?

¡Uff! […] Es que es muy diferente, amo a mis chicas, el año pasado estuvimos muy cerca, pero nuestra rivales no tuvieron mucho fair play. Tenemos una espina clavada, ganar ese torneo sería la bomba para nuestro país, sobre todo porque lo puedo compartir con ellas. Nos llevamos súper bien y me haría muchísima ilusión, pero el tenista es egoísta, jugamos a tenis para ganar Grand Slams, no para otra cosa.

¿Te atreves con una ronda rápida?

Dale, espero no meterme en líos.

Clima, ¿España o Suiza?

España… ¡pero ojo con Suiza! Cuando hace buen tiempo las montañas son preciosas, tienes unas vistas espectaculares, pero pasa pocas veces al año.

Demasiado frío.

Ya, ya, pero España últimamente estoy flipando, en Suiza ahora mismo un sol radiante. Mi madre cada día me pasa fotos.

Comida, ¿España o Suiza?

¿Qué comida?

Yo solo conozco la de aquí.

Amigo, es que si no la has probado… (risas). ¿No vale un empate?

Mójate.

A ver, al chocolate no le puedo decir que no.. el queso, por ejemplo, no me gusta... luego la tortilla me encanta. No sé, aquí no me mojo, en las que vengan sí.

Ocio, ¿España o Suiza?

España.

Música, ¿española o suiza?

Justo ahora venía escuchando música suiza, queda respondida.

Si durante el resto de tu vida solo pudieras hablar un idioma…

El español me da mucho más mundo, me serviría en Sudamérica, por ejemplo.

¿Barcelona o Biel?

Es que no se puede comparar, Biel es una ciudad pequeñita y Barcelona es una metrópolis.

Ahí está el contraste.

Yo soy de ciudad grande, me quedo con Barcelona, pero si me dijeras Madrid cambiaría la respuesta. Madrid es demasiado grande, en ese caso te diría Biel.

¿Playa o montaña?

Montaña.

Luego que no te vea en Instagram por la Barceloneta…

Me vas a ver (risas).

¿Pan tumaca o chocolate?

Chocolate, muy fácil.

¿Nadal o Federer?

Federer. Tengo muchísimo respeto por Rafa, además es zurdo y le tengo cariño, pero es que Federer…

¿Arantxa o Hingis?

Si te digo la verdad, nunca seguí el tenis de pequeña. Sé quien son las dos, pero con quien he compartido tiempo en FedCup es con Martina. A Arantxa ni la conozco.

¿Mortadelo o Heidi?

Mortadelo, porque es gracioso. Heidi no tiene gracia.

Te van a quitar el pasaporte suizo.

(Risas)

¿Eres más de aquí o de allí?

Me considero una buena mezcla, intento coger lo mejor de cada sitio.

¿Qué te llevarías de España a Suiza?

Me llevaría la paella a Suiza y el chocolate a España, de hecho es lo que hago (risas). España tiene mucho ambiente, es un desorden, por eso me encanta, eso es lo que me llevaría.

¿Y qué te traerías de Suiza?

Más allá del chocolate, me traería la disciplina. Pero en plan positivo, son puntuales: si dicen una hora, la cumplen. En España el fontanero o el de Vodafone no siempre llegan a la hora (risas). Los dos países tienen cosas buenísimas, tengo mucha suerte por llevar dentro valores de ambos lugares, de poder vivirlos a la vez. Siempre les agradeceré a mis padres que me hayan dado la oportunidad de vivir en los dos.