Con caminar pausado y la tranquilidad de un anónimo, así recorre Facundo Lugones (Buenos Aires, 1992) las pistas del Conde de Godó 2022. El galardonado como Mejor Entrenador de la temporada pasada está cómodo con su perfil bajo, mismo perfil del jugador al que dirige, Cameron Norrie. Una combinación que arrancó hace cinco años y que ha terminado irrumpiendo en el top10 del ranking mundial. El argentino, tan natural como el primer día, se sienta con Punto de Break para analizar su trabajo y descubrir los retos que todavía le quedan por cumplir en el circuito, que no son pocos.
En tu biografía de Twitter aparecen solo tres palabras: Coach del pollo.
Es un chiste que tenemos en Argentina. Cuando estás a cargo de alguien o cuando te gusta un jugador, se dice: ‘Este es mi pollo’. Significa que es mi preferido, alguien a quien le tienes mucha fe. Cuando empezamos a trabajar juntos, mis amigos me decían: ‘¿Cómo andá tu pollo?'. Y así se quedó.
¿Cómo andá tu pollo?
Va bien, adaptándose a la tierra batida, siempre le lleva un par de semanas, pero está cada vez más cómodo, va mejorando.
¿No se te hincha un poco el pecho al ver el trabajo que estáis haciendo?
Es bueno ver que las cosas están yendo bien, pero él tiene una mentalidad muy ambiciosa, siempre quiere más, no se conforma con nada. Cuando siempre quieres más, tienes que seguir trabajando más, cada día más callado y más humilde. Ahora mismo en el vestuario no puedes agrandarte mucho porque hay jugadores que lo están haciendo mucho mejor.
Lleváis cinco años trabajando juntos, ¿qué ha cambiado?
Ahora es un hombre, es mucho más maduro, cuida todos los detalles, analiza cada cosa, le gusta mucho más el tenis, conoce a todos los rivales… digamos que va profesionalizándose a todos los niveles. Cosas a las que antes no les prestaba atención, ahora las estudia a diario.
¿Te imaginabas en 2017 llegar al top10?
Es difícil, estaría bueno salir ahora y decir que sabía que iba a ser top10. Uno siempre tiene la ilusión, la mayoría de los jugadores trabajan para eso, pero muchas veces lo imaginé. Nuestro objetivo era llegar ahí y luego esperar a que se diera una oportunidad, pero hace cinco años era imposible pensar en estar donde estamos ahora.
Lo vuestro empezó como una amistad, ¿sabe mejor recorrer el camino con un amigo?
Sí, obvio. Tenemos muy buena relación, mucho respeto, una amistad de muchos años, creo que eso hace que conectemos tanto, que nos divirtamos tanto, lo hace todo mucho más fácil y llevadero, sobre todo en los momentos duros. Pasar mucho tiempo juntos, con una persona con la que no tienes química, sería muy duro.
Entrenador y amigo, ¿no hay veces que chocan?
Sí, puede ser, pero Cameron es una persona muy humilde, sabe escuchar, se interesa por tu opinión y luego decide. Él siempre te escucha y decide qué será lo mejor para su tenis. Cuando tenemos que ser amigos, nos sentamos y no tocamos ningún tema de tenis durante dos días.
¿Por qué apostaste por él? ¿Qué le viste?
Yo le conocía de la Universidad, donde le había entrenado dos años, sabía cómo era él en persona, cómo era compitiendo y cómo manejaba los momentos importantes. Le encantaba sufrir dentro de la cancha, disfrutaba de esos momentos donde cualquier otro jugador bajaría los brazos. Cuando tienes esas cualidades, el resto de factores los puedes ir mejorando. Vi un luchador increíble, unas ganas de trabajar y una profesionalidad que eran otro nivel, se le veía que iba en serio.
¿Siempre soñasteis tan alto?
Siempre. Cuando nos preguntan por objetivos nunca respondemos, porque realmente no tenemos. Él siempre soñó a lo grande, si te marcas un ranking y luego lo alcanzas, ahí corres peligro de que te puedas relajar. En su cabeza siempre visualizó llegar lo más alto posible, de hecho, ahora cuando fue top10 ni siquiera lo celebró. Le mandé un mensaje y creo que ni me respondió (risas). Ahí es donde ves que ser top10 es muy bonito, es muy grande, pero él quiere más.
Posiblemente sea el top10 menos mediático de todos.
Son cosas que pasan, también es un poco su perfil. Es un jugador muy tranquilo, siempre muy enfocado y altamente disciplinado, por eso la gente no habla mucho de él. Pero no le importa, le da igual lo que diga la gente, sabe perfectamente lo que está haciendo y deja que sus resultados hablen por él.
Hasta que llega a Indian Wells y os ponen a jugar en la Pista 5. ¿Te molestó?
Molestar no me molestó, pero es verdad que podrían haber tenido un gesto con Cameron, colocarlo en una cancha mejor. Sé que ese día había partidos increíbles, pero Cameron era el vigente campeón. Si se habla de él, prefiero que sea por su nivel o por los partidos que ganó, no porque le pusieron en una u otra pista.
Esa perfil bajo puede ser un gran favor, de Alcaraz se lleva hablando desde antes que entrara en el top100…
Debe ser difícil manejar todo eso, por suerte en Gran Bretaña siempre tuvieron a Andy (Murray), Kyle (Edmund) y Evans por encima, por eso nunca se habló mucho de él. Le vino bien para hacer su camino sin que nadie le diga qué tiene que hacer o compararlo con otros.
Ahora es Cameron el que está por encima de ellos.
Sí, pero lo maneja bien, nunca se sintió agobiado. El hecho de que Emma Raducanu ganara el US Open al mismo tiempo que él ganó Indian Wells le ayudó a repartir esa atención de la prensa. A él le da igual todo esto, solo quiere jugar y ganar partidos.
¿Le siguen mucho en Argentina?
Mucha gente lo sigue, empezando por todos mis amigos y familiares. La gente en los clubes son fanáticos de Norrie, le siguen muy de cerca, mucha gente lo fue a ver cuando disputó el ATP de Buenos Aires. Pero bueno, siempre con el perfil bajo activado.
Un argentino y un británico, dime dónde está la conexión.
(Risas) Somos bastante parecidos, los dos muy relajados en el día a día y re-contra serios cuando hay que serlos. También nos gusta divertirnos, pero estamos ambos muy centrados, los dos dejamos nuestra vida de lado para dar el 100% en nuestro trabajo. Nos gusta poner toda la carne en el asador, sin dejar nada desprovisto. Nos encanta competir y nos encanta ganar, en ese sentido nos veo bastante parecidos.
“Dejamos nuestra vida de lado”, suena duro.
Los argentinos pasamos todos por lo mismo, hasta Wimbledon pasamos cuatro meses lejos de casa, pero este precio lo pagas más adelante. Con Cameron lo que pasa es que su familia vive en Nueva Zelanda, desde que llegó el COVID no los ha vuelto a ver, son dos años sin ver a su familia. Yo a la mía solamente la vi en Navidades. Son sacrificios que tienes que pasar si quieres estar ahí arriba, él dejó todo de lado y por eso ahora está entre los mejores obteniendo buenos resultados.
Imagino que cuando te dan el galardón al Mejor Entrenador de 2021, todo esto duele menos.
Es lindo ser reconocido por los otros entrenadores, sobre todo porque lo votaron ellos. Yo no me siento que haya sido el mejor, quizá Cameron y Casper Ruud fueron los jugadores que más progresaron, incluso Karatsev, ellos fueron los que dieron un salto de calidad mayor. De ahí a ser yo el mejor entrenador del año es un poco loco, además Cameron tiene un equipo muy amplio. Tener ese reconocimiento fue algo muy grande, pero no me cambia la vida.
¿Te enviaron ya el trofeo?
Me lo dieron la semana pasada en Montecarlo, muy lindo.
¿Llega al Nº1 es una locura?
Todos los jugadores del top30 están intentando llegar al Nº1, o al menos deberían intentarlo. Cuando Cameron estaba #30 quería estar #20 y cuando estaba #20 quería estar #10. Si algún día está #5 querrá estar #1. Está poniendo todo para ser el mejor, así el día que se retire podrá irse tranquilo porque dio todo. Tiene esa mentalidad de ir siempre a por más, siempre a por más. Ahora le veo con más hambre que cuado estaba #50.
Pero estar arriba conlleva mucha presión, algunos jugadores prefieren ser top20 y vivir más tranquilos.
Yo prefiero tener toda la presión del mundo, vivir estresado, pero estar entre los diez mejores. Sí que es duro, sobre todo a la hora de armar el calendario, de ver qué torneos jugar, porque para llegar ahí tienes que jugar un montón de partidos y ser muy regular, ganar muchísimos días, el circuito te obliga a seguir así si quieres mantenerte. No hay descanso, a Montecarlo llegamos con solo una semana de entrenamientos en tierra. Hay mucha diferencia en cuanto a la urgencia, si no te va bien en los Masters 1000 sabes que te van a pasar.
¿Por dónde pasa su evolución hasta el siguiente escalón?
Está jugando bien en los torneos importantes, pero tiene que hacerlo mejor todavía. Empezar a hacerlo mejor en los Grand Slam, sumar grandes resultados en estos eventos. Ya lo ha hecho bien en los Masters 1000 y en los ATP 500, ahora falta sumar mucho más en los Grand Slams.
Por ahí dicen que le falta un golpe definitivo…
Sería lindo que tuviera la derecha de Casper Ruud alguna tarde, pero quizá ellos no tienen la movilidad de Cameron, o su solidez mental. Cada uno tiene sus armas. Cameron tiene que mejorar todo, pero sí me gustaría que cerrara más puntos en la red, que se defienda mejor y que saque mejor pero, si lo que tiene lo pone en práctica cada semana, pienso que tiene todo para seguir subiendo.
De no ser por ti, ¿crees que Norrie habría llegado hasta aquí?
Eso nunca podremos saberlo, pero yo creo que sí. Por las ganas y el compromiso que tiene con su carrera, tarde o temprano alguien le hubiera llevado hasta arriba. No sé si tan arriba, o incluso más arriba, pero decir que sin mí no hubiera llegado me resulta una locura. El mérito máximo es suyo.
Pero tú fuiste quien confiaste en él.
Fue él quien me insistió a mí para empezar a trabajar, confió más en mí que yo en él (risas). Yo veía que él era buenísimo, pero no pensaba que pudiera ayudarle a llegar. Él fue quien armó todo el equipo, el que empezó todo.
Repartimos la responsabilidad 50-50.
Pero el que tira los passings en carrera es él (risas).