“Francesca es una historia que se quedará para siempre en la Academia”

Hablamos con Emilio Sánchez Vicario, el hombre que recibió en Barcelona a Francesca Jones con tan solo 7 años. “Nunca dudó que acabaría siendo profesional”.

Fernando Murciego | 24 Jan 2021 | 16.27
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Emilio Sánchez y Sergio Casal junto a Francesca Jones. Fuente: PDB
Emilio Sánchez y Sergio Casal junto a Francesca Jones. Fuente: PDB

Francesca Jones vino al mundo en septiembre del año 2000 y desde el primer momento tuvo un objetivo claro: superar cualquier adversidad. Una rara enfermedad (displasia ectodérmica por electrodactilia) le acompañaría para siempre, provocando un desarrollo anormal en los dedos de sus manos y sus pies, pero eso no impediría que cumpliera su sueño. A Francesca le encantaba el tenis, un deporte que exige de muchísimos sacrificios, sobre todo tiempo. Eso sí, para llevarlo a cabo necesitaría ponerse en manos de los mejores, así que su familia no dudó en decir adiós a Reino Unido y poner rumbo a Barcelona. Concretamente, a la Academia Sánchez-Casal.

“Francesa llegó a la Academia cuando tenía 7 años”, nos cuenta amablemente Emilio Sánchez Vicario, el hombre que supervisó sus pasos en España entre 2010 y 2016. “Seguramente vino empujada por el éxito que la Academia estaba teniendo en Inglaterra debido a la explosión de Andy Murray. Aquello nos colocó en muchos medios de comunicación británicos, de hecho más tarde vendría también Johanna Konta”, explica el español.

Había nueva chica en la oficina, alguien que terminaría dejando una huella imborrable. “Francesca y su familia empezaron trabajando por semanas, entrenando con Stefan Ortega, uno de los directivos de la Academia que ya tenía experiencias con Kuznetsova y Navratilova dentro del circuito”, relata Emilio. “Al cabo de un tiempo se terminaron trasladando a Barcelona y se instalaron allí. Al final lo que queda son esos momentos donde la vas conociendo, juegas con ella y te das cuenta que es una niña súper normal”, apunta el madrileño.

No tardaron mucho tiempo en descubrir el reto que tenían ante sí, un reto que incluso los médicos habían dado por perdido. “Rápidamente vimos que tenía dificultades físicas evidentes, le faltaban dedos en las manos, también recuerdo lo mucho que le dolían siempre los pies. Pero más allá de eso siempre fue una chica normal, una más”, confiesa el ex Nº7 del mundo. “Tenía una mirada de entrega total, una mirada de querer, de lucha, ella nunca dudó que acabaría llegando, plantando cara a todo lo que saliese a su camino. Y de pequeña así lo hizo, clasificándose y compitiendo en torneos internacionales. Pero claro, la pregunta era qué pasaría cuando creciera, ¿cómo iba a sacar para abrir pista? ¿Podría pronar la raqueta para pegarle? ¿Cómo iba a competir con los apoyos que tenía?”.

Eran dudas más que razonables, ya que el tenis si algo tiene es una exigencia técnica y física de la que nadie escapa. Menos mal que el tiempo pone a cada uno en su lugar, por eso Francesca jugará el próximo mes su primer cuadro final de Grand Slam. “Cada vez que la veo haciendo resultados y yendo para arriba me viene un subidón enorme”, afirma Emilio desde la distancia. “Esto demuestra que al final lo que cuenta es el esfuerzo, las ganas y el tesón para superarse a uno mismo. Me acuerdo de ir caminando por la Academia y verla venir muchas veces a decirme: ‘¡Te voy a ganar! ¿Cuándo jugamos? ¡Te voy a ganar!”. Esa sonrisa luego se la veías también en pista, es una historia que se quedará para siempre en la Academia, con nosotros. Con Stefan hizo un trabajo de base buenísimo para tener esos fundamentos que le permitiesen competir en el futuro”, valora el bicampeón de Roland Garros.

Ubicada en el puesto 243º del ranking y con la ayuda de su entrenador actual, Andreu Guilera, la tenista de Bradford derrotó en Dubái a Niculescu, Fett y Lu para extraer el billete hacia el primer Grand Slam de su carrera, pero no solo eso. Su éxito demostró a todo el mundo que no hay barrera lo suficientemente grande como para frenar una pasión. En ese momento todos sonreímos, también Emilio. “Me puse muy feliz cuando me enteré que había pasado la fase previa del Open de Australia. Normalmente el tenis tiende a escribir historias de gente muy dotada, con mucho talento, jugadoras excepcionales a nivel técnico, táctico, físico y mental. Pero cuando tú ves una historia de alguien con dificultades, una persona que evoluciona con lo que tiene gracias a una cabeza privilegiada, te das cuenta de lo realmente importante. Me alegro muchísimo de que le vayan tan bien las cosas, ojalá sigamos viéndola en los grandes torneos”, expresa el ex capitán de Copa Davis.

Siete dedos en los pies, ocho dedos en las manos y un corazón dispuesto a entregarse por completo. Esos eran los ingredientes con los que llegó Francesca a Barcelona con tan solo 7 años. Solo con lo último ya cumplía los requisitos para dedicarse a esto. “En la Academia Sánchez-Casal tenemos una misión y una filosofía muy clara: dar siempre oportunidades a la gente, tanto con el tenis como con la educación. El caso de Francesca es un claro exponente de lo que somos y de lo que intentamos aportar a la gente. Haber sido parte de nuestras vidas, tratarla como una más y hacerla ver que podía llegar a profesional es una historia que espero que la lleve dentro para siempre, en su ADN”, subraya Emilio con orgullo, deseando verla en esa primera ronda del próximo Open de Australia.