
Hablar de Gilles Muller es hablar de Luxemburgo. Un pequeño país de 500.000 habitantes que tuvo la inmensa suerte de encontrar en él al referente necesario para encontrar su lugar dentro del tenis profesional. Gracias a sus victorias, Luxemburgo tuvo presencia en el top100 durante varias temporadas, además de encontrar un salvavidas en Copa Davis, donde sin él hubieran estado empujados al abismo. Hoy, apenas un año después de su retirada, el que fuera Nº21 es el nuevo capitán de Copa Davis de su nación. Nadie mejor para este puesto.
Sin embargo, esta gran noticia conlleva una peor: que no estará sobre la pista. Este fin de semana, por ejemplo, vimos a Luxemburgo ceder ante Grecia, Mónaco y Polonia sin apenas sumar un triunfo, con un Muller sin respuestas al cargo de un equipo de jugadores que ni siquiera cuentan con ranking ATP.
“En muchos momentos se hace muy duro porque tú no puedes jugar y eso es muy complicado para mí. Quiero decir, he jugado en un nivel muy diferente al de los jugadores que ahora mismo forman mi equipo, por lo que no puedo esperar muchas cosas. Es difícil encontrar el balance adecuado, desafiarles en ciertas pruebas que resultan complicadas para ellos, pero que realmente no lo son tanto”, explica un hombre que llegó a disputar 27 eliminatorias, con un balance favorable de 56-17.
“Para el equipo, no es fácil sentarse ahí y simplemente asimilar las derrotas. Tampoco para el capitán, que tampoco quiere perder nunca. No ha sido una semana sencilla para mí, por supuesto, pero esperemos encontrar pronto el camino e ir sumando victorias en los grupos”, amplía Gilles en un reportaje elaborado por la propia Copa Davis.
En su mano está que sus chicos puedan dar pasos de gigantes pese a no tener la experiencia el circuito. A veces, ni siquiera la experiencia de la vida. “Es divertido porque, tan pronto como aparece algún problema, el primero al que llaman es a mí”, cuenta el ex jugador. “El otro día, el autobús del torneo llegó tarde, por lo que los jugadores tuvieron que tomar un taxi, con la mala suerte de que los dejó en la puerta equivocada, entonces me llamaron. “¿Qué queréis que haga?”, les dije. Supongo que ellos lo ven de otra manera. Tengo que acostumbrarse a esto. Normalmente estaba acostumbrado a ser yo el jugador y tener personas a mi alrededor que me ayudaban a hacer todas mis cosas dentro del tenis, pero ahora es algo que debo hacer yo, me acostumbraré y será genial”, aventura.
Un nuevo horizonte que no dudó un segundo en aceptar. Donde no lo tuvo tan claro fue a la hora de colgar la raqueta, pese a que hoy lo ve como un completo acierto. “Ahora que ha pasado el tiempo, definitivamente estoy seguro de que elegí el momento correcto para parar. Mi cuerpo ya estaba sufriendo, tenía problemas en el codo y ya empezaba a tener ganas de pasar mucho más tiempo con mi familia, en casa, con mis dos hijos. Es bonito estar junto a ellos y, al mismo tiempo, recordar todo lo que hice. Estoy realmente orgulloso y emocionado por todo lo que logré en mi carrera, pero también estoy muy feliz de empezar a vivir una vida normal”, rememora el luxemburgués.
Muller dejó su última batalla oficial en Nueva York 2018, donde cedió en cinco mangas ante Lorenzo Sonego. Para siempre quedará su primer título obtenido tarde pero de manera gloriosa, en Sydney, a los 33 años. O aquel 15-13 en Wimbledon ante Rafa Nadal, el cual le devolvió a las portadas. Cuando le preguntan por los nuevos talentos, Gilles no duda en sacar un hombre a relucir: Stefanos Tsitsipas. Quizá porque viene de sufrirlo este mismo fin de semana en la derrota de Luxemburgo por 0-3 en Atenas.
“El año pasado pude conocerle en el ATP 250 de Marsella, cuando todavía seguía en activo. Desde el primer momento en el que peloteamos vi que golpeaba la bola realmente duro, me quedé impresionado. Solo era un calentamiento, ¿por qué le pegaba tan fuerte a la pelota? Lo cierto es que me encanta verle, he tenido el gusto de comentar algunos de sus partidos, como el que perdió ante Kyrgios en semifinales de Washington, ahí se pudo ver que al público le encanta. Es un gran jugador, alguien bueno para el tenis”, concluye.