
Dinara Safina todavía no se ha pronunciado oficialmente acerca de las declaraciones que Marat Safin pronunció este fin de semana en Beijing sobre el futuro de su hermana pequeña: "Si lo piensas, Dinara sufrió la lesión por primera vez en Beijing hace dos años. Ha intentado volver en varias ocasiones pero sólo le ha causado más problemas. Ahora tiene que pensar en sí misma -no en si podrá volver a jugar de nuevo sino en tener una vida normal. Tiene que continuar su tratamiento pero no podrá volver a jugar. Ella hará un anuncio oficial pero, hablando como hermano, creo que no tiene ninguna posibilidad de regresar al circuito".
Prácticamente a la vez que Safin pronunciaba estas palabras -el pasado viernes día 30 de septiembre-, la mayor implicada en ellas escribía inocentemente en su página web que el lunes se iba a Alemania a revisar su espalda de nuevo. Safina dice que no sabe cuándo regresará ni si regresará y que, aunque intentó jugar al tenis durante el verano con amigos, el dolor le impidió estar en la pista más de 15 minutos.
La que fuera número uno del mundo durante un total de 26 semanas -más que Kim Clijsters, Jennifer Capriati, Arantxa Sánchez Vicario o Venus Williams- cuenta con tan sólo 25 años de edad. Poco tiempo pero más que suficiente para que Dinara Safina haya podido saborear ya el lado más dulce y el más amargo del circuito WTA.
Safina nació en Moscú un 27 de abril de 1986 de padres tártaros (una mezcla turco-mongol cuya mayoría está en Rusia). Hija del director del club de tenis Spartak de la capital rusa y de una entrenadora de tenis, Rauza Islanova, nació prácticamente pegada a la raqueta. Su hermano Marat, seis años mayor, sentó precedente y, aunque Safina siempre ha dicho que nunca estuvo presionada por sus padres, la pequeña nunca se ha quitado el San Benito de ser "la hermana de".
Esa presión de estar prácticamente obligada -no por su familia sino por los medios de comunicación y, seguramente, por ella misma- hicieron que Safina tardase algo en encontrar su juego y, sobre todo, su momento. La rusa podría haber sido una niña prodigio pero no lo fue; de hecho, ganó su primer título WTA con 16 años -en Sopot (Polonia)- en 2002 pero hasta 2009 no llegó a alcanzar su mejor momento.
Rusa de nacimiento y casi valenciana de adopción, Safina, igual que su hermano, pasaron mucho tiempo en tierras levantinas; su familia se mudó a la ciudad española cuando tenía 8 años. Junto al entrenador Pancho Alvariñó y el preparador físico Miguel Maeso, Safina pasó muchas horas en el Club de Tenis Saladar de Silla donde destacaba por su altura -con doce años ya medía más de 1'70-, por su disciplina y por su técnica, herencia de su pasado moscovita. Alvariño recordaba en el diario Las Provincias en 2007 después de que Safina venciese a Martina Hingis en la final del torneo Gold: "Vino un verano de vacaciones con su madre y nos pidió que la probáramos. Un breve peloteo en Peñasol sirvió para ver que jugaba muy bien, que tenía una técnica depurada".
Safina fue avanzando en los ránkings con pequeños logros personales como la victoria sobre Amélie Mauresmo en 2005, en la final del torneo internacional de París, o sus primeros cuartos de final en Roland Garros y Australia en 2006. Pese a que fue finalista júnior en Wimbledon 2001, la mejor superficie de Safina ha sido la tierra (alcanzó la final del Grand Slam parisino en dos ocasiones), y ese 2006 supondría el incio de su romance con el Abierto Francés. En octavos de final, Safina ganó a Maria Sharapova, cuarta cabeza de serie, en tres sets salvando un punto de partido, algo que se repetiría en parte en 2008: Safina perdía el primer set y estaba obligada a forzar el tie break del segundo, lo hizo y acabó ganando un partido en el que Sharapova acabó totalmente desquiciada con el público parisino.
En 2007 ganó el Abierto de EE.UU. en dobles junto a Nathalie Denchy. El año siguiente empezaría flojo pero fue en ascenso: derrotó a sus dos ídolos de la niñez, a Lindsay Davenport en Miami y a Justine Henin, que era nº1, en Berlín; alcanzó su primera final de Roland Garros (perdió contra Ana Ivanovic); ganó la Rogers Cup, las US Open Series y el Toray PPO de Tokio; consiguió la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Beijing, donde perdió contra Elena Dementieva, y acabó el año como nº3 del mundo.
Su año de consagración pero también el inicio del fin fue 2009. Empezó de una manera algo insólita, ya que por primera vez los hermanos Safin jugaron juntos en la Copa Hopman. Era el año de la despedida de Marat y el ruso hizo un gran papel junto a su hermana, aunqueperdieron la final ante Eslovaquia.
Alcanzó la final de Australia pero perdió ante Serena Williams en tan sólo 59 minutos. En abril alcanzó el nº1 de la WTA y pasó a la historia por completar el primer tándem hermano/hermana en ser nº1. De nuevo fue finalista en Roland Garros (esta vez perdió contra Svetlana Kuznetsova) y semifinalista en Wimbledon, ganó en Madrid y en Roma y fue finalista en Cincinnati. Todo un arsenal de títulos y logros que empezaban a verse empañados por las críticas no sólo de la prensa sino también de otras jugadoras.
Su incapacidad para ganar un título de Grand Slam pese a haber alcanzado tres finales, le valió las miradas recelosas de muchos, tal y como le está pasando ahora a Caroline Wozniacki. En mayo de 2009, tan sólo semanas después de que Safina se coronase como nº1, Serena Williams le dijo a la prensa italiana que "Todos sabemos quien es la auténtica nº1. La verdad, yo soy la mejor del mundo".
El ascenso de Dinara Safina en 2009 fue tan grande que la caida fue a base de golpes muy duros: en Wimbledon, pese a alcanzar las semifinales en una superficie que no es su favorita, fue señalada con el dedo por perder 6-1, 6-0 ante Venus Williams, una jugadora que ha ganado ese título en cinco ocasiones.
Uno de los mayores golpes de 2009 fue sin duda su sonora derrota en el Abierto de China. Entonces era aún número uno y cayó en segunda ronda ante la china Shuai Zhang, nº226 del mundo. Safina se ganó el dudoso honor de ser la nº1 en sufrir la mayor derrota de la historia, título que hasta entonces poseía Ana Ivanovic, que perdió en la segunda ronda del Abierto de EE.UU. de 2008 ante Julie Coin, nº188. Últimamente nos estamos acostumbrando a que las Top 10 caigan en las primeras rondas pero hace dos años todavía era algo inusual.
Beijing fue más que un golpe psicológico a una jugadora con un enorme espíritu luchador pero también con grandes lagunas en su concentración sobre la pista; esa derrota en la que Safina hizo 20 errores no forzados y 12 dobles faltas destapó los primeros problemas de espalda de Dinara, fue el principio de la pesadilla que, según Marat Safin, va a hacer que la rusa no vuelva al circuito profesional.
En la WTA Championships de final de año, Safina se tuvo que retirar. Comenzó 2010 alcanzando los cuartos de final de Sydney y los octavos de final del Abierto de Australia, donde también tuvo que abandonar.
Safina volvió en abril en Stuttgart pero cayó en su segundo partido del torneo, después ocho derrotas en primera ronda, incluidos Roland Garros y el Abierto de EE.UU.
2011 no empezó mucho mejor; no pasó de la primera ronda ni en Auckland ni en Hobart y en el Abierto de Australia sufrió un doloroso doble 6-0 por parte de Kim Clijsters en su primer partido del torneo. Se repone y lo sigue intentando, incluso alcanza los octavos de final en Indian Wells y la semifinal en Fez (Marruecos). En mayo se retira definitivamente del circuito "hasta nuevo aviso".
Hemos sabido gracias a su Twitter (lo que se entiende de él, porque hay muchas partes en ruso), que Safina se ha dedicado a atender a actos benéficos y también la vimos en la boda de Elena Dementieva. A través de su página web vemos que la jugadora se mantiene positiva y disfruta de su tiempo libre de vacaciones en Grecia pero nos apena comprobar lo irónico que resulta leer, ante la pregunta de durante cuántos años piensa seguir en el circuito, su respuesta es "Hasta que me muera". Su último anuncio sobre el dolor que siente al jugar aunque sólo sean 15 minutos y las palabras de Safin, nos dejan a la espera del adiós definitivo.
Safina será recordada por formar parte del club de números 1 que nunca han ganado un Grand Slam pero si echamos un vistazo a la situación del circuito WTA actual, no podemos más que echar de menos a una jugadora joven, con carácter, luchadora y carismática que siempre nos dejará con la duda de lo que podría haber sido.