
Cuarenta años después, el WTA 1000 de Roma vuelve a tener una campeona local. Solo Raffaella Reggi lo había logrado hasta el momento, cuando se convirtió en pionera allá por 1985. Hoy el testigo –mejor tarde que nunca– lo agarró Jasmine Paolini, capaz de plantarse en la final y arrasar a una Coco Gauff (6-4, 6-2) que llegará a Roland Garros con más bandejas de plata de las deseadas. Gloriosa la jugadora italiana, que conquista su segunda corona de WTA 1000 para coger sitio en una mesa donde poquísimas compatriotas pueden sentarse. Una victoria que la sitúa como leyenda en su país, además de mandarle de vuelta al top4 del ranking mundial.
El cartel quizá invitaba a pensar que Gauff podía partir con cierto favoritismo, era lo normal mirando el palmarés y, sobre todo, pensando en ese factor intangible llamado presión con el que hoy se iba a levantar Jasmine. No debe ser fácil estar a un paso de convertirte en la segunda jugadora local de toda la historia que conquista un templo como el Foro Itálico, una de esas paradas del calendario que nos lleva acompañando desde que el tenis es tenis. Y aunque no tuviera esa presión, o la manejara correctamente, ¿acaso Coco no es casi siempre candidata firme a ganar la mayoría de encuentros sobre tierra batida? En fin, un montón de pronósticos que se iban a empapar desde el primer juego.
Con una maestría de top10 y una madurez de top5, Jasmine Paolini saltó al Campo Centrale de Roma con una única misión: salir campeona. La veías jugar, apoyada siempre en unas estadísticas redondas, donde la solidez tiende a ser la pata principal de la mesa, y era imposible pensar en otro desenlace que no fuera con ella saliendo por la puerta grande. No sabemos en qué momento se empezó a atrapar Gauff, pero la estadounidense fue incapaz de encadenar un par de juegos de dominio donde coger la sartén por el mango y demostrar por qué era ella la que venía de derrotas en rondas previas a gente como Raducanu, Andreeva o Qinwen Zheng. ¿Valía esto de algo ante una rival totalmente inspirada?
El punto de inflexión llegó en el segundo set, justo después de que la italiana pusiera el 6-4 en el marcador y mandara a su oponente a reflexionar a vestuarios. Típico momento de reseteo, de pensar que solo es un mal inicio, que tu experiencia en este tipo de encuentros te ayudará a encontrar el camino para darle la vuelta a la situación. Desde luego, el camino que le esperaba a su regreso a la cancha siguió siendo el de la tortura. Con una Jasmine con ganas de apretar el acelerador y una Gauff frustrada, precipitada y frita mentalmente. Con el 3-0 de salida todos los presentes en la sala nos miramos y aterrizamos en el mismo pensamiento: ¿Paolini campeona?
NO HUBO SORPRESA
Hubiera sido sorpresa si todavía estás en el primer párrafo, pero a estas alturas del texto no me diréis que la cosa ya estaba más clara que el agua. No hubo reacción de Gauff, de hecho, apenas pudo sumar dos juegos más. Derrotada en la final de Madrid y, quince días después, lo mismo en la de Roma. No seamos duros con ellas, ya que en ambas se topó con rivales especialmente iluminadas. Estaba Paolini luchando por la historia y no falló, para darle al tenis femenino italiano el primer título en 40 años en el Foro Itálico, una proeza por la que se la recordará toda la vida. Al igual que Roma, la ciudad eterna, Jasmine ya es una jugadora con presencia seguro en los libros del tenis.