
El tenis italiano vive actualmente su momento de mayor salud dentro del universo tenis, pero no siempre fue así. A principios de siglo, el circuito masculino apenas contaba con un par de nombres dentro del top50 mundial, líderes silenciosos como Davide Sanguinetti (Viareggio, Italia, 1972). Retirado desde hace casi veinte años, el exjugador toscano ejerce actualmente de entrenador de Elena Rybakina, un proyecto que arrancó en febrero y que en este Mutua Madrid Open no ha podido cuajar grandes resultados.
No importa que la kazaja haga las maletas en tercera ronda, eso no rebaja un ápice la amabilidad y el trato cercano de Sanguinetti, una de esos casos extremos que confirman que el deporte de alta competición no siempre es saludable. Con una prótesis en su pierna izquierda, el italiano atiende a Punto de Break para hablar sobre su función en los banquillos y rescatar alguna imagen icónica de sus tiempos en activo. Tenista de culto, rozando lo vintage, un clásico que no pierde la sonrisa y tampoco la ilusión por seguir vinculado a este ecosistema.
¿Qué tal estas semanas con Elena?
Llevamos dos meses entrenando, es una jugadora perfecta, solo necesita ganar un poco de confianza. Estoy convencido de que con esto podremos hacer un gran año. Los golpes son todos buenos, quizá necesite un poco más de velocidad, pero también la convicción de que puede ganar en esos momentos importantes.
¿Qué le puedes aportar?
Seguramente un poco de tranquilidad, intentar que no esté nerviosa, que no piense que tiene que ganar siempre. Quizá también un poco de técnica y de táctica dentro de la pista.
Para mí, el mejor saque de la WTA.
Sí, puede ser, aunque hay otras que también sacan muy bien, pero sin duda es uno de los mejores.
Sacar muy bien, ¿puede hacer que te también relajes?
Puede ser, porque a veces haces muchos puntos gratis solamente con el saque. En Miami, por ejemplo, recuerdo que perdió un juego con cuatro dobles faltas, perdió ese juego y perdió el set. Ella odia jugar con viento, esto es algo que he aprendido. Elena juega muy plano, no le imprime mucho efecto a la pelota, por eso se vuelve un poco más complicado.

¿Y en tierra cómo la ves?
Hombre, no es su superficie favorita, pero ganó en Roma, aquí tiene semifinales, dos veces cuartos de final en París… no podemos decir que no le guste. Aquí con la altura disfruta un poco más, la pelota le corre un poco más, va todo más rápido.
¿A ti te gustaba jugar en tierra?
A mí no me gustaba, no es que fuera malo, pero prefería pista rápida.
Según ATP, solo jugaste una vez en Madrid...
… recuerdo un año cuando se jugaba en indoor, en invierno […] Perdí con Nadal, ¿puede ser?
En 2004, correcto.
Me acuerdo, me acuerdo. Rafa era muy joven pero ya era muy bueno. Con 19 años ganó Roland Garros, ¿qué puedo decir? (risas) Es historia del tenis junto a Federer y Djokovic.
Aquel día, ¿sentiste que tenías enfrente alguien especial?
Sí, sí, totalmente. Eso se ve rápido, sobre todo con jugadores como él. Me acuerdo que cada pelota picaba muy alta, aunque la superficie estaba muy rápida. Tengo la suerte de haber jugado también contra Federer cuando era muy pequeño, en la Copa Davis de 1999, me ganó en cuatro sets. Después de ese partido le dije a mi entrenador: ‘Este chico va a ser Nº1 del mundo’.

Lo viste claro.
Yo sí, pero mi entrenador no se lo creía (risas). Por momentos tuve la sensación en pista de no poder hacer nada.
¿En qué se notan esas cosas?
Es fundamental jugar con ellos para conocer realmente sus fortalezas, su tipo de bola, su auténtico potencial. En este caso, Roger jugaba con una bola muy pesada, luego estaba su facilidad de movimiento, su poderío físico, eran demasiados factores. Digamos que Dios le tocó y él lo aprovechó.
De todos los #NextGen actuales, ¿hay alguno que te despierte esa sensación?
Ahora es fácil hablar de Sinner y Alcaraz, ambos son muy jóvenes y ya ganaron varios Grand Slams, los dos son buenísimos. Luego hay otros jugadores que también pueden estar ahí, aunque no creo que puedan llegar al nivel del Big3. Podrían acercarse, pero está complicado.
Juégatela con algún nombre.
En hombres me gusta mucho Jack Draper, pero ahora está #6 del mundo, es fácil hablar […] Creo que Lorenzo Musetti va a acabar la temporada en el top8, estoy convencido.
Hablemos de tu carrera, ¿qué nota le pones?
Mi carrera fue buena, pero siempre pienso que no fue como tenía que ir. Era un jugador que podía ganar a todos y podía perder con todos. La realidad es que gané a todos los Nº1 del mundo: Federer, Djokovic, Agassi, Sampras… solo me faltó Nadal. Mi juego estaba preparado para ganar cualquier partido aislado, el problema era ganar torneos, cada ronda que pasaba notaba más el cansancio. Físicamente nunca pude soportar ese esfuerzo.

El físico fue tu punto débil.
No lo sé, porque también gané muchos partidos a cinco sets, pero sí sufría mucho a la hora de recuperarme.
Solo ganaste dos títulos ATP… uno contra Federer (Milan, 2002) y otro contra Roddick (Delray Beach, 2002).
Se lo podré contar a mis hijos, eso seguro (risas). Es bonito, por supuesto, pero en mi cabeza quedó la idea de que podría haber hecho mucho más. Si hubiera tenido un poco más de fortaleza mental, estoy seguro que habría conseguido más.
Pesa más lo que se escapó que lo ganado.
Es así, totalmente. Obviamente, a estas alturas lo tengo más que asimilado, es algo que aceptas con el tiempo. Hay jugadores que hicieron una carrera mucho mejor que la mía, el problema es que yo empecé muy tarde a jugar, fui a la universidad en Estados Unidos, quizá por eso no sea tan malo todo lo que logré. Pese a todo, sé que podría haberlo hecho mejor.
Las lesiones tampoco te ayudaron.
Sufrí mucho, tuve cinco operaciones quirúrgicas en la rodilla izquierda. La última fue invasiva, tuve que ponerme una prótesis total, por eso me retiré.
¿Cómo es vivir con una prótesis?
Puedo jugar, puedo hacer todo, pero tengo que ir con mucho cuidado. El que diga que el deporte es bueno para el cuerpo está mintiendo. El deporte es bueno, pero el deporte profesional es fatal.
¿Conoces algún caso parecido?
De la rodilla solo conozco el mío y el de Julián Alonso, no habrá muchos. Con la cadera quizá haya alguno más, como le pasó a Murray.

Cuanto te retiraste, ¿sabías que ibas a ser entrenador?
No, cuando me retiré estuve un año sabático, no quería hacer nada, ni siquiera mirar partidos de tenis. Estuve tirado doce meses en el sofá. Luego empecé a tener curiosidad por entrenar, pero nunca lo hice por dinero, sino porque me encanta el tenis.
¿Qué buscas en un jugador?
En el caso de Rybakina, es un tipo de proyecto al que no le puedes decir no. En algún momento me gustaría formar a un jugador joven, si es italiano mejor, así podemos comunicarnos con nuestro idioma. Depende de muchas cosas, antes ya estuve con Brandon Nakashima, hicimos un gran trabajo, llegamos al top30 mundial. Lo que tengo claro es que antes de jubilarme quiero tener un proyecto con un jugador italiano.
¿Federico Cinà?
Este chico va a ser tremendamente bueno.
¿Cuánto de bueno?
Es difícil decirlo ahora, pero top20 seguro.
Lo del tenis italiano es una cosa…
Antes estaba el tenis español, ahora está el tenis italiano.

¿Cuál es el secreto?
Para llevar a cabo este tipo de cambio siempre hace falta un líder, en este caso sería Jannik Sinner. A partir de aquí todos intentaron imitarle, a seguir sus pasos, es como cuando en España salió Rafa Nadal o antes Carlos Moyá. En Estados Unidos lo mismo con Sampras y Agassi. Luego tenemos casos como el de Suiza, con Federer y Wawrinka, pero aquí hablamos de un país mucho más pequeño, aunque fueron capaces de sacar a dos jugadores impresionantes.
Nada que ver con tu época.
En mi época, aparte de mí, estaba Gaudenzi, Furlan… luego ya Volandri o Seppi. Era muy diferente, otra época, ahí no teníamos tantas ayudas como ahora, solamente la familia ponía el dinero.