Novak Djokovic es uno de los mayores ganadores de la historia del deporte. Una mente privilegiada y voraz, curtida desde lo más profundo de una Serbia de trincheras, cincelada por la ambición de dejar una huella en un país ávido de héroes y figuras épicas. Su leyenda se ha moldeado en buena parte gracias a la rivalidad existente junto a Rafael Nadal y Roger Federer, sospechosos habituales de epopeyas que han marcado a toda una generación de aficionados al tenis. ¿Cómo no guardar, enterrada ya el hacha de guerra, un magnífico recuerdo de esa parte de tu vida?
"Una de las mayores rivalidades de la historia del deporte". Así define Nole, sin tapujos, una época inolvidable. Lo hizo en una fantástica y extensa entrevista en LA NACION, donde repasó múltiples temas de mucho interés y donde ahondó en el hilo invisible que ha unido sus conquistas a las de Rafa y Roger. "Estoy orgulloso de haber formado parte de todo ello. Antes de 2011 era incapaz de ganar Grand Slams por su presencia, dominaban el circuito al completo. Esos años, entre 2008 y 2011, fueron claves para mi crecimiento. Ellos generaron en mí una mayor hambre por la victoria, sobre todo cuando los enfrentaba", señala con rotundidad un Djokovic que, además, mencionó la victoria en la Copa Davis 2010 como "un punto de inflexión" para los éxitos que llegaron justo a posteriori.
Dedica Nole, además, un capítulo muy emotivo a la despedida de Federer en Londres, admitiendo que "no pensó" que se emocionaría "tanto". "Fue un momento triste, porque Roger es un icono de nuestro deporte. No creía que me fuese a impactar así, pero en ese momento... piensas que una parte de ti se va con él. Ya lo dijo Cristiano Ronaldo de Messi: fueron 'compañeros de escenario'. Nosotros, en cierto modo, también lo fuimos. Durante muchos años, los vi más tiempo que a mi madre", apunta el serbio, que quiso hacer hincapié en el impacto generacional de los enfrentamientos entre los tres: "Estas rivalidades atraen a millones de personas a nuestro deporte, incluso los que no sean tan aficionados al tenis se aficionan a alguno de nosotros. Estas rivalidades son extremadamente importantes para la historia del deporte. La gente decía que no había espacio para un tercero, pero después creamos el trío más maravilloso que jamás haya dado el tenis".
LA MOTIVACIÓN LATENTE Y EL TREMENDO IMPACTO DE LA GUERRA
Es de rigurosa actualidad cuestionar a Djokovic sobre la motivación que pueda sentir en el tramo final de su carrera. Lo ganó todo, cerrando el círculo con una emocionante victoria en la final de los Juegos Olímpicos de París. ¿Existe aún hambre en la mirada del lobo? La respuesta, claro, se da en sentido afirmativo... y acalla los rumores de una retirada cercana, mayores con el adiós de su otro gran compañero de aventuras, Rafael Nadal.
"En mi interior todavía siento que tengo algún Grand Slam más por ganar. Eso es lo que me empuja a seguir, sentir que todavía puedo hacerlo, además de jugar la Copa Davis por Serbia. Además, el tenis sigue siendo mi mayor altavoz para compartir los mensajes que más me interesan. Aún disfruto del proceso y de todo lo que me da; quizás algunos crean que me debo retirar con el oro olímpico, en lo más alto. Otros, por el contrario, creen que debo seguir mientras sea candidato a los Grand Slams. Me inclino por lo segundo. Quizás cambie de parecer pronto, pero ahora siento que quiero seguir. Lo siento por los que quieren que me retire, pero todavía me queda un tiempo más".
El último mensaje muestra al Djokovic más desafiante, al que todavía tiene un fuego interno más vivo que nunca, dispuesto a silenciar a aquellos que perdieron la fé en él. Sin embargo, nunca está de más observar también, puesto que ambos conviven, al Novak más humano. A la persona consciente de las dificultades de su infancia, a la que define el tenis como el único vehículo por el que su familia y él tienen esta vida, al que agradece a este deporte por sacarle de una cruenta guerra.
"El tenis salvó y mejoró mi vida y la de mi familia". La frase la pronuncia el de Belgrado y suena como un mazazo, pero encuentra capas que van directas a los Balcanes. "¿Sabías que Belgrado es la ciudad de Europa que más veces fue destruida y luego reconstruida?", señala Novak, sabedor de que una guerra es "un horror, lo peor que puedes llegar a vivir". "No se lo deseo a nadie, por mucho que nos fortaleciera como personas a mí y a mi familia. Nadie debe sufrir una guerra para su desarrollo mental. El simple hecho de recordar la guerra me da escalofríos, es una sensación horrible. La peor sensación es la del miedo y la falta de control". Control, ironías del destino, que luego ejercería sobre sus rivales durante más de dos décadas en una pista de tenis. Así es Novak Djokovic, un lobo hijo de la guerra que todavía promete ilusiones y mantiene la motivación intacta para seguir agrandando su leyenda.