"He aprendido que no se acaba el mundo cuando pierdes un partido"

Carlos López Montagud, #432 ATP, nos cuenta su historia tras su paso por la Copa Faulcombridge. “No saco ningún beneficio del tenis, ahora mismo intento mantenerme".

Fernando Murciego | 27 Nov 2023 | 17.26
facebook twitter whatsapp Comentarios
Carlos López Montagud en el Club de Tenis Valencia. Fuente: Punto de Break
Carlos López Montagud en el Club de Tenis Valencia. Fuente: Punto de Break

La Copa Faulcombridge 2023 sigue dándonos la oportunidad de sentarnos con los protagonistas y descrubrir nuevas historias. Hoy toca explorar el camino de Carlos López Montagud, valenciano de 23 años que comparte el sueño de tantos otros: alcanzar el top100 y vivir de este deporte.

En abril de 2018, Carlos López Montagud (Algemesí, 2000) se dio a conocer por primera vez a la familia de Punto de Break. En aquella ocasión ejerció de sparring en la última serie de Copa Davis que España disputó en casa con el antiguo formato. Cinco calendarios después, muchas cosas han cambiado. El valenciano tiene ya 23 años, ha sufrido un par de lesiones graves y continúa recorriendo esa travesía hasta el profesionalismo donde la mayoría se quedan por el camino. ¿Será él uno de los elegidos?

Hay motivos para pensar que sí. Como junior ya dejó su huella en el circuito, un buen comienzo.El año pasado sorprendió pisando los cuartos de final de la Copa Faulcombridge, un aviso de su potencial. Pero por encima de todo, la pieza más importante del puzzle, es que Carlos está dispuesto a llegar hasta el final, cueste lo que cueste. Ubicados en la terraza del Club de Tenis Valencia, su club desde que era un niño, López Montagud nos explica cómo ha sido su viaje hasta llegar aquí, además de anticipar sus deseos de cara al próximo año.

Estando fuera del top400, esta semana le has ganado al #265 (Steven Díez) y al #235 (Alejandro Moro). ¿Te sorprende?

Estamos en una época donde todo está muy igualado, solamente hay que mirar los torneos grandes, gente que está #100 del mundo y que se mete en cuartos o semifinales. Al final, el ranking refleja el año que has tenido, pero cuando entras en la pista es uno contra otro, las condiciones o el nivel de cansancio con el que llegas son factores que pueden determinarlo todo.

No hay rival fácil.

Es así, tienes que estar con la alerta todo el tiempo, no puedes relajarte, ser consciente que le puedes ganar al #200 pero que el #700 también te puede ganar a ti. Hay peligro tanto cuando juegas por arriba como cuando juegas por abajo. De hecho, es más fácil cuando juegas contra alguien que tiene mejor ranking que tú, ahí estás más suelto, no tienes nada que perder.

Pasaste la fase previa y perdiste en primera ronda con Dani Rincón. ¿Estás conforme?

No, yo siempre quiero más, sobre todo aquí jugando en casa, donde el año pasado hice cuartos de final. Pasar la Qualy está muy bien, pero nunca es suficiente.

¿Qué tiene este lugar que siempre te inspira?

No es que haga nada diferente aquí, pero sí es verdad que me salen mejor las cosas. Me siento en casa, viene mucha gente a verme, eso me empuja y me ayuda mucho en los partidos. Llevo desde los 9 años jugando para el Club de Tenis Valencia, así que jugar aquí siempre te da un plus. El año pasado me dieron la oportunidad de jugar el cuadro final con una WC, vine con la expectativa de competir y de repente gané a Blancaneaux y Moroni. En cuartos me tocó Pablo Llamas, que luego siguió la racha y está demostrando el potencial que tiene.

¿No te pone nervioso jugar aquí?

A ver, tengo mucho nervio, pero no entro nervioso a la pista. Tengo la sangre caliente, cuando me enfado saco esa intensidad, pero en el día a día soy bastante tranquilo.

Vamos, que no hay dos Carlos diferentes.

Si pasas poco tiempo conmigo pensarás que soy muy diferente, pero el que me conoce sabe que tengo ese nervio dentro, de pequeño todavía más. Hay muchas similitudes en cómo soy fuera de la pista y cómo soy dentro, tu personalidad siempre se plasma de alguna manera cuando coges la raqueta.

Durante tu partido, había gente impresionada con tu golpe de derecha. ¿Tú cómo lo ves desde dentro?

Es algo curioso, porque a veces no soy consciente de lo que hago. Alguna vez hablo con mi entrenador y le digo: ‘Ostras, aquel chico le pega muy fuerte de derecha’. Y él me dice: ‘No te equivoques, tú le pegas igual o más’. Claro, como no me veo no lo concibo, en ese sentido me infravaloro, tiendo a pensar que el otro lo hace mejor. Pero bueno, esto te empuja a seguir trabajando.

Nos conocimos hace cinco años en aquella eliminatoria de Copa Davis, en Valencia. ¿Te marcó aquella experiencia como sparring?

Sin duda, de las mejores experiencias de mi vida, aún la sigo recordando con familiares y amigos. Era un chaval de 18 años, criado en su club, que de repente se ve rodeado de los mejores, además ese año tuve suerte porque vino Nadal, Ferrer, Bautista, Carreño, Marc López… encima en casa, en la Plaza de Toros. Ahora con este formato ya no se ven estos jugadores, así que tuve mucha suerte.

¿La aprovechaste?

Al máximo, cada segundo. Esa fue una de las mejores temporadas de mi carrera, hice un muy buen año de junior, aprendí mucho de todos ellos.

Como jugador, ¿qué ha cambiado en estos cinco años?

Sobre todo a nivel mental, la manera de entender las cosas, de ver que no se acaba el mundo cuando pierdes un partido. Sigo saliendo contrariado, o cuando fallas una bola, pero ahora acepto mejor todo lo que ocurre, me doy más oportunidades, antes me castigaba demasiado. A nivel mental he notado un salto, igual que a nivel tenístico, hoy me siento más cómodo con el revés y yendo hacia delante. Es difícil que en cinco años no haya una mejora general, de lo contrario no estaría aquí jugando.

También has pasado por momentos delicados.

En 2019 estuve cinco meses parado por una lesión de hombro. Cuando ya estaba recuperado vino el COVID. Este año estuve seis meses parado por una lesión de muñeca. Hubo muchos factores, como le pasarán al resto de jugadores, pero eso te hace madurar y valorar otras cosas.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, el estar en casa. O valorar lo que significa tener un año completo sin lesiones. El simple hecho de estar sano y poder competir, lo más básico, pero esto no lo piensas en ese momento.

A nivel de estructura, ¿con quién trabajas ahora?

En esa época estaba con Salva Ramón, estuve desde los 4 años hasta los 20 en el club de mi pueblo. El problema es que no tenía mucha gente para entrenar, así que decidí irme a la Academia de David Ferrer en Jávea, donde estuve un par de años. Allí entrenaba con Jorge Logroño, que a día de hoy sigue siendo mi entrenador, solo que apostamos por volver a casa, ambos nos salimos de la Academia. Quitando alguna semana que hago solo, la mayoría de torneos viajo con él.

¿Siempre tuviste claro que querías ser profesional?

Por una parte, siempre lo he tenido muy claro. Tenía muy claro que no me quería ir a Estados Unidos con una beca, por ejemplo.

¿Te llegaron ofertas?

Claro, cuando tú lo haces bien en categoría junior, te empiezan a llegar propuestas de muchas universidades. Esa temporada llegué a ser el #11 del mundo junior, siempre tuve claro que quería seguir, pero cuando llegan los momentos malos es inevitable pensarlo: ¿Estoy haciendo lo correcto? Quitando esos momentos puntuales, siempre he tenido claro que quería intentarlo mientras tuviera medios y el apoyo de mi familia. Yo no tengo sponsor privado, no tengo agente, sin el apoyo de mi familia no podría estar jugando.

Suena duro.

Bueno, cada jugador tiene su situación, al final es un poco supervivencia.

¿Crees que has tenido mala suerte?

A ver, mala suerte… ha habido otra gente que ha tenido mucha más mala suerte. Las cosas han venido así y ya está, es imprescindible tener paciencia. En España estamos muy mal acostumbrados con Nadal, que con 18 años ya estaba ganando Roland Garros. Ahora viene Alcaraz y hace lo que hace. Habrá gente que con 23 años me vea mayor, pero a día de hoy los jugadores se pueden meter a los 26-27 años. O gente que a los 32 pega un subidón y empieza a jugar el mejor tenis de su vida. Mentalmente hay que estar preparado y dispuesto a pelear durante estos años. No quiero quedarme con la espina ni la duda de qué hubiera pasado, por eso voy a intentarlo hasta el final. Tengo paciencia, confío en el trabajo que estamos haciendo y en mis capacidades, así que espero algún día llegar ahí arriba.

Las malditas comparaciones, siempre estarán ahí.

Tener jugadores como Nadal o Alcaraz siempre es positivo: para los niños, la afición, las escuelas, la Federación, etc. Sí que es verdad que la gente que no sigue tanto el tenis no comprende que alguien de 18 años esté ahí arriba y tú con 23 estés #400 del mundo, aunque entrenes las mismas horas. Al final hay tenistas que son súper dotados del deporte, tienen otras capacidades desde pequeños, pero eso no es lo normal. Lo que la gente no ve es todos los que lo han intentado y se han quedado en el camino.

¿Tienes algún referente?

Siempre me he fijado en David Ferrer, porque él también viene de una familia humilde. Sé que él entró muy pronto al top100, pero tenía un estilo y una altura parecida a la mía, no era alguien que destacara por tener un gran golpe, pero siempre fue muy estable, estuvo arriba muchos años. En cuanto a edad, Bernabé Zapata es un ejemplo de jugador que, después de muchos años peleando, no entró al top100 hasta los 26. Lo ha peleado muchísimo durante todos estos años, es un espejo para mí en estos momentos, aunque a mi edad él ya estaba más avanzado en el ranking.

¿Qué crees que necesitas mejorar para el salto al top200?

Es obvio, pero un poco de todo. A estos niveles, físicamente se nota mucho que juegan a una marcha más, los partidos son más exigentes, va todo más rápido y tienes que estar más atento. Pero claro, eso también te lo da el competir a este nivel durante todo un año. Mentalmente, en los Futures sabes que si no tomas una decisión adecuada, en el siguiente juego tendrás otra; en estos niveles eso ya no pasa, si no aprovechas esa oportunidad, ya no vuelve. En mi caso, donde más necesito mejorar diría que es en lo mental, pero no hablo de actitud, sino de capacidad de decisión y manejar las emociones.

Físicamente, ¿se puede jugar sin temor a una lesión?

Hay que aprovechar que ahora se trabaja mucho a nivel preventivo, cosas que hace 30 años no existía. Por ejemplo, desde que me pasó la lesión de hombro y de muñeca, ahora tengo que hacer rutinas de calentamiento adaptadas a esas zonas antes de cada partido, esto ya me acompañará hasta el final de mi carrera.

¿Para toda la vida?

Imagínate que dejo de hacerlo durante un tiempo y cualquier día me vuelve el dolor. Como su propio nombre indica, son ejercicios preventivos.

¿Cuáles son esas rutinas?

Con el hombro, por ejemplo, me pasé cinco meses haciendo 40 minutos de calentamiento específico antes de cada entrenamiento. Ahora ya no hago esos 40min, pero sí hago un poco de memoria de cada zona afectada, sobre todo con la muñeca izquierda, que es lo más reciente. Esto va todo adaptado a cada persona.

Sobre jugar sin dolor ni te pregunto…

Es un deporte en el que tienes que convivir con el dolor, pero tampoco algo exagerado. Esta semana, por ejemplo, no he sentido dolor, pero en la anterior sí me noté algo en el lumbar. Tienes que aprender a convivir con eso, yo antes era muy bruto, aunque me doliera algo no quería retirarme. Si puedes soportar el dolor lo normal es que sigas jugando, pero tienes que valorar si te merece la pena, porque igual algo que se puede solucionar en una semana luego te deja tres semanas parado.

Habría que reducir de alguna manera el tiempo en pista, para cuidar al jugador.

Yo no haría ningún cambio drástico, me parece muy bonito que se jueguen cuatro torneos al año al mejor de cinco mangas. También te digo, nunca he jugado a cinco sets, igual un día me toca y te digo que lo quiten ya (risas). No sé, quizá pensaría en dar un poquito más de tiempo entre sets, o llegar a un acuerdo para jugar con las mismas bolas todo el año.

El tema de moda.

Yo además vengo de los Futures, donde las bolas se cambian cada 11 y 13 juegos. Aquí en los Challenger se cambian cada 7 y 9, con unas bolas diferentes, es como si fuera otro deporte. Piensa cómo pueden estar las bolas después de 13 juegos, no tiene nada que ver. Jugando un Challenger es donde de verdad te sientes jugador, en Futures hay muchas veces que vas a un torneo y parece que te estén haciendo un favor. Aquí tienes aguas, bolas nuevas, sala de jugadores, fisio, pistas para entrenar…

Si los top10 se quejan ahí arriba, de qué no podrás quejarte tú.

Totalmente, pero no me quiero quejar porque todos han pasado por ahí. Simplemente es una etapa que tienes que dejar atrás lo antes posible. Pero sí, a nivel de trato al jugador, salvando contadas excepciones como puede pasar aquí en España, hay una gran diferencia entre los Futures y los Challenger.

A nivel económico, ¿tienes margen para seguir peleando muchos más años?

No tengo mucho margen […] No tengo muchos recursos económicos, pero jugar por equipos en diferentes países ayuda muchísimo. Sin eso yo no podría jugar, imposible. Ahora mismo intento mantenerme, no saco ningún beneficio, pero todo el tiempo que pueda estar ahí luchando lo voy a aprovechar, aunque tenga que sacrificar otras cosas. Tampoco quiero pensar si me queda dinero para tres o cuatro años, al final depende mucho del ranking, eso te permite cobrar más en los equipos, o si puedes jugar torneos más grandes.

¿Hasta qué punto es delicada la situación?

Por ejemplo, si ahora me lesiono un año entero, económicamente no sé si luego podría volver a arrancar de cero. Hay mucha gente que está así, el tenis es un deporte muy bonito, los de arriba se lo han ganado a pulso, pero a los de abajo no se les ayuda todo lo que se les podría ayudar.

¿Ahora mismo estás centrado 100% en el tenis?

Totalmente. Empecé el grado en fisioterapia cuando estaba en Algemesí, pero es una carrera muy práctica que te exigía asistir mucho a clase, así que sentía que no podía centrarme al 100% en ninguna cosa. Elegí enfocarme totalmente en el tenis, de estudiar siempre hay tiempo, así que esa opción la mantengo ahí. También he hecho algún curso de nutrición, voy buscando diferentes cosas para formarme, que no todo sea tenis. El saber no ocupa lugar, dicen (risas).

A falta de un torneo para terminar el año, ¿qué te llevas de este 2023?

Mucho aprendizaje, los primeros meses estuve lesionado y fueron muy duros. Aparte, fue una lesión que empecé a tener en el verano de 2022, me infiltré y a los cinco meses me volvió a doler, justo en diciembre, en la primera semana de pretemporada. Llegó un punto que en las resonancias me salía todo perfecto, pero el dolor seguía. No fue una recuperación sencilla, no me dieron un plazo concreto, mentalmente me costó mucho. Fueron meses muy frustrantes, pero doy gracias de que fuera la muñeca izquierda y pudiera seguir entrenando, ahora he mejorado mucho el cortado o la dejada, tengo un poco más de mano. Me ha hecho más fuerte: si he podido superar esto, sé que puedo superar muchas otras cosas.

¿Tuviste presión al volver?

Claro, después de perderte seis meses, sabes que si en los seis siguientes no lo haces bien te puedes ir a la mierda. Ahí mi entrenador me ayudó mucho.

¿Cómo fue ese primer partido tras la lesión?

Tenía muchísimas ganas de jugar, estaba súper excitado por tener la oportunidad de volver a competir, de sentir el placer de pegar un buen revés. Luego el año se fue dando bien, encadené muchos partidos sin dolor y gané algunos torneos. Con todo lo que me ha pasado, el balance de la temporada es positivo, además he podido mantenerme en el ranking. El año que viene podré sumar muchos puntos en el primer semestre, hay que quedarse con lo bueno.

¿Dónde te ves dentro de doce meses?

Dónde me veo, no lo sé. Dónde me gustaría verme… jugando el circuito Challenger y entrando a las Qualys de Grand Slam. Ese es mi objetivo a corto-medio plazo, instalarme en los Challenger, aunque siempre se puede bajar a jugar un 25K, no hay ningún problema.

Hace cinco años me dijiste que tu sueño era jugar Roland Garros.

Lo sigue siendo. Ahora soy un poco más ambicioso, sé que puedo jugar la Qualy de Roland Garros estando #250, mi sueño es meterme entre los cien primeros y estar ahí muchos años, poder vivir del tenis. Ese es mi objetivo final, pero sé que antes hay que dar muchos pequeños pasos.