Después de muchas temporadas lidiando con la adversidad, Oriol Roca Batalla por fin está en el camino correcto, el de superación personal. El español atiende a Punto de Break para contar su historia y confesar los miedos y aspiraciones que guarda como tenista profesional.
Al escuchar la palabra ‘currante’ vinculada al tenis español, el primer nombre que me viene a la cabeza es el de Oriol Roca Batalla (Barcelona, 1993). Claro, que con esos apellidos parecía destinado a ser un luchador. Han sido muchos años peleando en los Futures, trabajando para dar el salto, para consolidarse en un escalón que nunca se lo puso fácil. De hecho, él mismo fue su mayor enemigo muchas veces. Hasta que por fin este verano, a finales del pasado mes de septiembre, su primer título Challenger en Braga trajo la recompensa a tanto esfuerzo entregado. El premio le llegó con 30 años y tras más de una década como profesional.
“Nadie empieza a jugar a tenis con el objetivo de ganar un Challenger”, advierte el actual #201 ATP durante una entrevista obligatoria, recogiendo el testimonio de una persona feliz pero consciente de que todavía quedan muchos sueños por cumplir. De momento, Oriol puede estar satisfecho de ser el undécimo mejor español del ranking mundial, aunque incluso este dato le hace reflexionar sobre le estado de salud de nuestro tenis. Si te interesa la pirámide de nuestro deporte, la exigencia del circuito profesional y eres amante de las buenas historias, relájate porque estás a punto de saborear una muy dulce.
Después de ganar 27 Futures, por fin tu primer Challenger, ¿qué se siente?
Seguramente no contaba con ganarlo esa semana, partiendo de la Qualy nunca vas con la idea de hacer campeón, pero sí sentía que llevaba algunos meses jugando bien. Estoy muy contento y agradecido a la gente que ha estado siempre conmigo, eso es lo más importante. Lo tomo como un reconocimiento a todos los años de trabajo, aunque tampoco es nada especial. Estoy muy feliz por haber ganado un Challenger, pero nadie empieza a jugar a tenis para ganar un Challenger, solo es un premio al camino que estoy recorriendo últimamente.
¿Supone un punto de inflexión en tu carrera?
Puede ser, espero que me ayude a quitarte miedos y complejos que venía arrastrando en estos torneos, aunque llevo ya muchos meses compitiendo bien en la categoría, después de muchos años intentándolo. Yo sabía que era un jugador peligroso, que si estoy bien puedo superar a gente buena, lo hice recientemente, pero nunca había logrado encadenar varias de estas victorias en un torneo. Hay que estar ahí cada día, así que espero que este título me ayude a seguir alimentando este proceso.
Porque tiempo de celebración apenas hubo…
Estamos acostumbrados a eso, cada semana toca volver a empezar. Ahora se me plantea una situación bonita, a un pasito del top200 y muy cerca del mejor ranking de mi carrera, lo que me permite soñar con volver a las Qualys de Grand Slam, donde hace muchos años que no estoy. No es el momento de parar, todo lo contrario, toca aprovechar el tirón. Ya vendrán momentos difíciles, siempre vienen.
Eres el ejemplo perfecto para contarle a la gente lo difícil que es esto.
Yo siempre me he sentido un privilegiado, aunque desde fuera la gente no lo entienda, supongo que en España si eres el #300 del mundo no eres nadie. En su día llegué a escuchar barbaridades de Verdasco o Carreño estando en lo más alto, imagínate. Yo me lo tomo con tranquilidad, me encanta lo que hago, soy un apasionado del tenis, así que vivir de esto es un regalo. Claro que no soy millonario, pero mantenerme ya es un placer, levantarme cada día con el anhelo de ser un poquito mejor. Obviamente, prefiero estar en los Challenger que en los Futures… ¡y ojalá pudiera estar en los ATP! Pero bueno, si me toca ir y jugar un 25K en Sabadell, ahí estaré, no tengo ningún problema.
¿Qué crees que te ha faltado para estar más arriba?
La experiencia me ha enseñado que hay veces que tienes que tener rabia, cabreo, algo por dentro que te queme y te empuje a no querer seguir ahí. Pero el camino es igual para todos, quizá a los 22 años lo veía diferente, cuando alcancé mi primera final Challenger. Ahora, en cambio, no se me caen los anillos por jugar donde me toque jugar. Pero sí, claro que tienes la ambición de estar más arriba, tanto yo como cualquier otro.
¿Si pudieras cambiar algo del pasado?
Es complicado centrarme en un solo motivo. Tengo 30 años, llevo 12 compitiendo en el circuito, pero me viene a la cabeza la lesión de 2017, justo después de mi mejor temporada en 2015 y mi primera temporada de adaptación. Ahí Babolat cambió de modelo de raqueta, pero ninguno estaba contento con ese cambio, así que decidí cambiar de marca. Ahí fue donde me vino una lesión de muñeca que me tuvo casi seis meses fuera.
¿Y cuando no estuviste lesionado?
Siempre pude competir bien, en 2018 gané unos cuantos Futures y acabé el año #240, pero llegó el Transition Tour y me hizo polvo, me mandó fuera del top400. Luego en 2020 viene el COVID, con ranking congelado y la dificultad de subir posiciones, con los Futures cerrando #380 en cuadro final. Te podían tocar barbaridades desde primera ronda, era una locura. Luego en 2021 paré tres meses por una lesión de espalda…
Te han pasado muchas cosas.
No, no. Aparte de todo esto, luego están mis problemas particulares, no quiero que suene todo a excusas. Por ejemplo, cuando te vas para atrás en el ranking, luego tienes cierta prisa para regresar, ahí lo pagas con nervios y ansiedad, da miedo a veces. Durante algunos años perdí la alegría en mi juego, algo que estoy recuperando desde hace algunos meses.
¿A qué te refieres?
La alegría de hacer dejadas, de hacer saque-red, de abrir ángulos, etc. Me considero un jugador completo que puede hacer de todo, pero ese miedo te hace ir para atrás, restando cuatro metros más lejos, buscando meter la bola y esperando el error del rival. Hoy en día esto no se perdona: si tú no generas nada y no vas a por el punto, el otro te pasa por encima.
¿Antes eras más creativo?
Cuando hice mi primera final Challenger, con 22 años, de cada cuatro reveses que tocaba tres los lanzaba paralelos. O con 4-4 en un tercer set y con bola de break en contra, me atrevía a hacer saque-red. Eso en los últimos años era impensable.
¿Qué te ha llevado a recuperar todo esto?
Pensar en lo que hacía en el pasado, en las cosas que me hicieron situarme en mi mejor ranking [#193 en agosto de 2015]. Ahora, si no me atrevo, me obligo hasta que me vaya a mi casa o recupere lo que busco. Al final ha terminado llegando con el tiempo. Después de muchos partidos y oportunidades perdidas, de verte siempre a merced del rival, llega un momento en que la única opción es cambiar.
¿En qué momento cambiaste el chip?
En la gira de mayo, en el torneo de Lyon. Hubo un momento donde ya no podía más, así que me senté con mi equipo y lo hablamos. Sentía que daba igual contra quien jugara: siempre terminaba defendiendo. Todo era a base de correr y meterlas, algo que no critico, pero nunca busqué jugar así. Igual Medvedev juega brutal a la contra, la cuestión es que yo he llegado a esta situación por miedo a no atreverme a hacer lo otro. Ahí es donde está el problema.
Anímicamente, ¿notas mucho el cambio?
Yo me lo paso bien, es la manera que me lo hace pasar bien. Al final es básico disfrutar, siendo tan duros los sacrificios que uno hace por este deporte, qué menos que tu estilo de juego te guste un poquito, irte satisfecho cada vez que sales de la pista. Eso no quita que sigas perdiendo partidos, de hecho, en esos meses perdí cuatro veces teniendo match point a favor, pero yo veía que era cuestión de detalles. Ahí empecé a sentirme mucho mejor conmigo mismo.
Del 0 al 10, ¿cuán duro ha sido tu camino hasta llegar aquí?
Es complicado medir algo así […] Por ejemplo, de las últimas trece semanas, en doce estuve fuera de casa. Mis amigos me preguntan cuándo vuelvo, cuándo nos vamos a cenar… ¿y vacaciones? ¿Qué son vacaciones? En diciembre paro una semana, cuando todos mis amigos están trabajando. Cuando estás top100 puedes irte a Maldivas gastándote 5.000€, pero no es mi caso. Cuando me preguntan qué hice este verano les digo que estuve en Augsburg, Todi y Meerbusch (risas). La gente de fuera lo ve muy duro… yo no lo veo tanto. He crecido con esto desde que tengo 16 años, me llevo súper bien con todos los españoles e italianos, así que no me puedo quejar.
Y la mayor parte del tiempo, sin entrenador.
Pues mira, retomando el tema anterior de qué me ha faltado en mi carrera, añadiría la oportunidad de invertir en un entrenador que viajara conmigo a los torneos, no solamente cuando estoy cerca de casa. Esto es fundamental, cada vez lo veo más claro, sobre todo ahora que está permitido el coaching.
Hablemos de dinero, ¿qué tal la cartilla?
En un año sin lesiones y permaneciendo dentro de los 300 mejores, puedes acabar la temporada ahorrando unos 12.000€ o 15.000€. Pero claro, estando tú solo y haciendo las cosas medio mal. Esta temporada ha cambiado mucho el circuito Challenger, han subido los premios, en algunas rondas incluso han doblado el prize money. Teniendo un ranking similar al que tenía la temporada pasada, he ganado cerca de 7.000€ más que en todo 2022… ¡y todavía me quedan algunos torneos! Si sumamos también el doble, la diferencia se va a 20.000 dólares. La ATP está haciendo un gran trabajo, se ha dado cuenta que pueden atender a muchos más jugadores.
¿Con qué ranking se empieza a perder dinero?
Si estás por debajo del #230 es donde empiezas a notar la diferencia. Si entras en las Qualys de los Grand Slams, lo que se paga allí es una pasada. ¿Si no estás ahí? Del #250 al #350 puedes ir zafando si vas cumpliendo más o menos. Eso sí, para viajar con tu entrenador cada semana y estar bien cubierto has de estar por encima del #230.
Tú jugaste alguna Qualy de Grand Slam en 2015 y 2016.
Recuerdo que gané un partido en Australia y cobré 7.900€; ahora por hacer esa misma segunda ronda, creo que se cobra 22.000€. Es verdad que la vida ha subido mucho, pero no es un 150% más cara. En eso estamos mejorando mucho, aunque todavía sigue la lucha de los jugadores para hacer que los Grand Slam paguen un porcentaje mayor.
Ha habido mejora en los Grand Slam y en los Challengers, ¿para cuándo en los Futures?
Somos conscientes de que no van a revisar el prize money cada año, sobre todo después de la subida que hemos tenido este año en los Challengers, así que no espero otra subida en 2024. Donde sí hubo un gran cambio fue con los 10K y 15K, pasando a ser 15K y 25K. Es un cambio, aunque sigue siendo complicado generar riqueza. Al final, la gran diferencia con este tipo de torneos es que no están regulados por la ATP, es la ITF quien se encarga de los Futures.
Ha sonado como algo negativo.
A ver, la ITF es una institución más política, en la ATP sí que tenemos más que decir, ahora por ejemplo están Andújar, Zapata, Pedro Martínez o Cachín en el Consejo de Jugadores. En la ITF no sé si tienen a alguien en esa función, hay poca visibilidad, son los clubes quienes pagan un 10% del canon para tener la licencia de organizar el torneo. Así como la ATP pone bastante dinero en Challengers para fomentar la competición, la ITF no da ningún dinero a los torneos; al revés, te cobra. Ni siquiera pagan las bolas o las aguas, para ellos es un negocio redondo.
Hace años que se viene diciendo que los Futures están totalmente desbordados por los amaños de partidos, ¿lo compartes?
Te diría que sí, pero cada vez menos, ahora mismo es una minoría. A nivel de profesionalidad ha cambiado mucho, siempre pongo de ejemplo una final en Oviedo contra Jordi Samper. Teníamos el mismo entrenador, calentamos juntos, la final era a las 11:00 y llegamos a las 10:00 al club. Dimos dos vueltas a la pista, entrenamos un poquito y encaramos el partido. Ahora esto sería imposible, ni a nivel Challenger ni a nivel Futures. La gente ahora llega mucho antes, entrena más tiempo y pasa horas en el gimnasio. Esto es positivo para el cuerpo y para alargar las carreras de los jugadores.
¿Y qué me dices de los amaños?
No te diré que no existe, pero ahora mismo cualquiera puede ganar a cualquiera. No me entra en la cabeza que un jugador viaje a un torneo para perder, pero sí es verdad que existe, en España hemos tenido algún caso importante.
¿Te viste involucrado alguna vez en un partido sospechoso?
Alguna vez me han pasado cosas raras, no hace mucho además. En la final de Braga, contra Ajdukovic, con bola de break me hizo dos saques por abajo, los dos a la red, doble falta. Era 3-1 y 0-40 en el tercer set, ya venía con la dinámica negativa. No digo que hubiera apostado, pero fue un momento raro. Gente así de quemada he visto mucha, gente con la cabeza a punto de estallar, pero no te puedo decir si era por una apuesta. Se le ha dado mucho bombo a este asunto, la gente piensa que esto sucede cada semana, pero los jugadores son cada vez más profesionales. Cuanto más dinero haya, más se profesionaliza una profesión, sea el deporte que sea.
¿Y los insultos en redes sociales cómo los paramos?
En Instagram es una pasada, cada semana que perdemos se nos acusa de haber apostado, pierdas con quien pierdas. Hay mucho desconocimiento, en este circuito cualquiera puede ganar a cualquiera, quitando el top15 puede pasar incluso por arriba. Cada partido que pierdes, sabes que te esperan 10-15 mensajes de un grupo de descerebrados.
¿Hay que prohibir las apuestas?
La solución fácil sería esa […] Yo te puedo asegurar que la mayoría de los que estamos aquí somos gente honesta, jugamos por amor al tenis y con una moral muy clara. Cuanto más mejoren las condiciones, menos de lo otro habrá, pero te aseguro que no es tanto como se suele decir, simplemente hay casos aislados. A los que han cogido se han llevado una multa muy gorda, además del castigo de no volver a pisar nunca un torneo de tenis. Creo que ninguno de los que estamos aquí se le pasa por la cabeza exponerse a nada de esto. Yo quiero ser entrenador en un futuro, así que no se me ocurre exponerme a nada de esto, sería pan para hoy y hambre para mañana.
Incides mucho en el tema de profesionalismo, ponme algún ejemplo.
Si comparamos a cuando yo empecé con lo de ahora, es la noche y el día. ¡Ojalá hubiera llegado antes! Yo he hecho barbaridades en el pasado, desde llegar a un partido sin calentar, casi recién salido de la cama, hasta ganar un Futures comiendo en el McDonald’s cada día.
(Risas)
¡Es que no había otra cosa cerca! Además fue mi primer Futures, en Getafe. Solo estaba el hotel, el McDonald’s y el club. Recuerdo que McDonald’s era sponsor, hasta los jueces comían allí (risas). En ese momento, ni los entrenadores, ni los preparadores físicos hacían hincapié en la dieta, no había esa costumbre, aunque parezca una barbaridad. Ni siquiera Rafa Nadal o Leo Messi lo han hecho todo bien desde el principio, esto es algo que empezaron a hacer los de arriba, así que los de abajo nos toca seguir sus pasos si queremos romper la próxima barrera.
Seguro que todavía queda algún jugador que no pasa por ese aro…
Hay casos, por supuesto, aunque en el top100 me parece complicado. A nivel Challenger sí que hay algún que otro talento innato que, si ese día están bien, te crujen. Benoit Paire, por ejemplo, dice que si abrazara ese nivel de profesionalismo le explotaría la cabeza. Él dice que come cuatro días a la semana en el McDonald’s, que sin esto no podría jugar, no le daría mentalmente.
¿Tú que piensas?
Es respetable, como todo. Desde fuera lo que pienso es que, si cada día pusiera un poquito de su parte en ese aspecto, igual en vez de estar #150 estaría #80, jugando otra vez los ATP. Él tiene esa creencia y, sea verdad o no, si tu crees en algo lo normal es que se cumpla. ¿Dónde estaría Kyrgios si de verdad quisiera? Pero él es el primero que dice que no le gusta mucho el tenis, que prefiere jugar a baloncesto. Es una pena, porque tiene un don en la mano que el resto no tenemos, pero totalmente respetable.
Mentalmente, ¿cómo ha sido tu relación con el tenis durante estos años?
Es una de las partes más complicadas del tenis, que todo te lo tienes que ganar tú dentro de la pista. También tienes que creértelo tú, a mí me pasó durante muchos años. Si me preguntas hace un año si me veía ganando un Challenger… no sé, no lo terminaba de ver, se tenían que juntar muchas cosas. En cambio, cuando haces tu primera final con 22 años, lo ves todo de otra forma, piensas que alguno vendrá. A nivel mental he dado un gran cambio gracias a la edad y mucho trabajo, he conseguido alcanzar cierto equilibrio. También me ha ayudado mucho tener las cosas claras a nivel táctico, tener un plan concreto ayuda muchísimo, más que si sales a la pista pensando ‘a ver qué tal hoy’. Si entras así de base, es complicado creerte que vas a ganar a alguien de nivel. Ahora mismo, la diferencia tenística entre el #300 y el #80 no es muy grande, esto lo vemos cada semana.
¿Qué tienen los top10 que les hace diferentes?
Los top10 o top15 van aparte, tienen algo que el resto no tenemos. Por supuesto que tienen más tenis, más cabeza, pero… por ejemplo, ¿no se despiertan nunca con dolor de estómago? O a nivel de vista, yo me tuve que operar en diciembre de 2021 porque estuve seis meses de mi vida viendo borroso, cada día en pista veía dos pelotas. A esto no le di importancia en las preguntas anteriores, es lo que hay, pero me tocó a mí y me tuve que operar. Antes no podía jugar con sol y sombra, ahora sí. En ese sentido, digamos que la gente del top15 reúne todos esos pequeños detalles a su favor. Tampoco es que sean súper hombres, pero sí son más altos, más fuertes, más finos, más rápidos…
Cumpliste 30 años en abril, ¿con qué sueñas ahora?
Hace tiempo que no sueño, la verdad (risas). Me haría muy feliz acercarme lo máximo posible al top100, pero durante un tiempo lo vi tan lejos que… estos últimos 5-6 años lo vi muy lejos, hasta el punto de tener asumido que nunca voy a ser top100, aunque lo voy a luchar al máximo. Ya sé que no voy a ser top10 ni voy a ganar un Grand Slam, eso te lo puedo decir ahora (risas).
¡Nunca se sabe!
A la que entro en pista, intento ganar a quien sea, eso va a seguir así. Ahora mismo me quedo con lo que estoy consiguiendo estos últimos meses, jugar y estar tranquilo conmigo mismo, ser feliz independientemente de una victoria o una derrota para mí ya es un éxito. Claro que no me gusta perder, pero ya no es lo de antes.
Algún objetivo te habrás marcado.
Volver a las Qualys de Grand Slam, pero no tanto por el dinero, sino por estar ahí, por rememorar los recuerdos de cuando estuve. No cierro puertas a nada, voy a darlo todo, pero también hay que ser realistas. Si los años me han puesto en un sitio es por algo, aunque incluso dejar de soñar es malo en este deporte. Si tú no apuntas al top100, difícilmente llegarás al top150. El objetivo siempre tiene que ser más alto que tus posibilidades.
Te voy a hacer unas preguntas cortas, respóndeme sí o no. ¿Te ves ganando otro Challenger?
[…] Sí.
¿Volviendo a la Qualy de un Grand Slam?
Sí.
¿Superando la Qualy de un Grand Slam?
[…] Se complica (risas)
Responde lo que creas.
Sí, es posible.
¿Ganando partido en cuadro final de Grand Slam?
[…] Depende del sorteo, entonces es posible.
Y la última, ¿te ves llegando al top100?
Ahora tengo que decirte que sí (risas).
Al menos hay que intentarlo.
Si nos juzgamos a nivel de sueños, creo que muy pocas personas podrán decir que los cumplieron todos. Todo el mundo que empieza a jugar al baloncesto quiere llegar a la NBA, o jugar un Barça-Madrid, pero no todos llegan. Incluso en el mundo laboral, un cocinero igual quiere tener el mejor restaurante y, sin embargo, se tiene que conformar con un restaurante que va bien. Pues oye, igual no es el mejor restaurante de la historia, pero se lo ha currado y ha conseguido vivir de eso. La gente lo llama fracasos, pero no es el nombre adecuado. Lo importante es intentarlo.
Importante es también el reconocimiento, aunque esto también es complicado.
El foco no puede estar en todo el mundo, los periodistas se centran en los torneos o jugadores que tendrán más seguimiento. ¿Si se podría dar más visibilidad a los demás? Creo que sí, pero España es un país muy polarizado en ese sentido, solo se habla del Barça-Madrid, Rafa Nadal, Fernando Alonso y poco más.
Ahora mismo solo hay diez españoles por delante tuya en el ranking, no está mal.
Ser el #11 de España es fabuloso, estoy encantado, pero creo que esto supone un problema para el tenis español. Sinceramente, siento envidia de los italianos, de cómo están subiendo y la cantidad de jugadores que hay entre el #100 y el #200; en España solo tenemos a Pablo Llamas, Pedro Martínez, Dani Rincón y yo. Me gustaría que estuvieran todos arriba y ser el #20 de mi país, así que no sé si el dato es positivo, no sé si es mérito mío o demérito de lo que hay. En su día tuvimos 16 españoles en el top100; ahora yo soy el undécimo estando fuera del top200.
¿Qué cambiarías?
Se debería apoyar un poco más al jugador, creo que ha habido una generación que se ha perdido por el camino. Desde Albert Ramos a Pere Riba, luego Roberto Bautista, Pablo Carreño, Roberto Carballés… a partir de ahí, los jugadores hemos tenido que buscarnos la vida, viajando solos por el mundo. No sé si hubiéramos sido top10, posiblemente no, pero seguro que habríamos roto más barreras de haber viajado acompañados y aprendiendo mucho más rápido. No sé qué potencial teníamos, pero es evidente que nos faltó ayuda económica. Recuerdo una etapa donde solamente había dos Challenger en España, Sevilla y Segovia, imagínate.
Ahora tenemos 15 torneos Challengers, nada que ver.
¡Absolutamente! Como en todo, siempre podría ser mejor y podría ser peor, pero el cambio es radical, con esta cantidad de torneos y las ayudas a los jóvenes entiendo que volverá a salir más gente, aunque no sé si volveremos a ver 16 españoles en el top100.
Percibo una herida con los de tu generación.
La tengo muy presente, sí. El caso de Javier Martí fue una pena, por ejemplo, con tantas lesiones. Pero luego están los casos de Ricardo Ojeda, Jordi Samper, Enrique López Pérez… todos ellos viajando solos por el mundo y retirados a una edad muy temprana; eso sí, somos la generación que más historias tendremos que contar después de tantas semanas y tantas giras completamente solos. Quizá, con algo de apoyo, nuestro límite hubiera estado un poco más arriba.
Sabiendo por todo lo que has pasado, ¿volverías a recorrer este camino?
Por supuesto. Me apasiona el tenis, me encanta, me flipa, me veo en una pista de tenis toda mi vida, de la manera que sea. Nuestra vida es el tenis, es el circuito, incluso mis amigos han salido del tenis. No concibo otra cosa, independientemente del ranking, el dinero o el reconocimiento.
¿No sientes ese reconocimiento?
Lo tengo de la gente que me importa, ellos saben lo difícil que es esto. Claro que me gustaría ganar 25 Grand Slams, no somos hipócritas, pero siento orgullo de ganarme la vida con el tenis, de los amigos que tengo, de conocer tantos países del mundo y de seguir disfrutando tanto de todo esto.