
Pocas figuras hay en la historia del deporte español tan apasionantes como la de Lilí Álvarez, una mujer adelantada a su tiempo que rompió barreras, luchó por los derechos de la mujer y se convirtió en un referente cultural y deportivo en todo el mundo. El olvido en que se encuentra su recorrido en el seno de España es el fiel reflejo de que algo falla en este país, incapaz de valorar como merecen a personas que hicieron historia y lograron gestas inimaginables. Con una vida de película y una trayectoria deportiva más propia de la ciencia ficción, Elia María González-Álvarez y López-Chicheri fue la primera mujer española en participar en unos Juegos Olímpicos y triunfó en el tenis, pero también en el automovilismo, el patinaje sobre hielo o el esquí, siendo además una gran referente cultural de la época.
Con el objetivo de honrar su memoria y devolver sus gestas al lugar que merecen en el imaginario colectivo, Chema Menéndez y David Vicente pusieron en marcha una iniciativa con la empresa Mood Sports, que está teniendo una gran acogida por parte de instituciones y aficionados, como es un torneo de tenis vintage. El 23 y 24 de octubre se darán cita en un emblemático club de Madrid todos aquellos que deseen competir con una raqueta de madera. Lo harán en un ambiente festivo en el que el objetivo será valorar las hazañas de aquellas pioneras del tenis que abrieron camino y pusieron las bases de lo que es hoy en día nuestro deporte.
El evento tendrá un aire romántico (los participantes deberán vestir de blanco), pero también reivindicativo, contando con la presencia de figuras muy destacadas del tenis español que incidirán en la importancia de recordar historias como las de Lilí Álvarez, así como conocer los orígenes del tenis y comprobar la dificultad y belleza que tiene jugar con raquetas de madera. El torneo será patrocinado por Deportes Wimbledon, tienda en la que encuerdan de manera magistral raquetas de madera, y cuenta con el respaldo de la Federación de Tenis de Madrid, siendo este evento tan transgresor como la mujer a la que homenajea, ya que hay muy pocos precedentes en España, e incluso a nivel internacional, de torneos con raquetas de madera abiertos a todo el público y que honren la memoria de alguna figura histórica del tenis.
Será una oportunidad de oro para que todos los aficionados puedan tener una toma de contacto con el tenis del pasado, ése que forjó a campeones como Rod Laver, Björn Borg, John McEnroe o Manolo Santana. Ninguno de ellos habría podido alcanzar sus éxitos sin que el deporte rey de la raqueta despegara gracias a la entrega de mujeres como Lilí, que en la década de los 20 y los 30 llevó una labor primordial para la consolidación del tenis como deporte global y que inspiró con su ejemplo a muchas personas. Apodada como "The Señorita" en el All England Lawn Tennis Club, donde fue subcampeona de Wimbledon en 1926, 1927 y 1928 y asombró por su estilo de juego, tuvo una vida singular y poliédrica que resulta tan admirable y apasionante como disruptiva para su tiempo.
Gran parte de su relato más personal ha sido narrado por Jaime López-Chicheri Dabán, sobrino de una Lilí que falleció en 1998 con la espina clavada de no haber tenido el reconocimiento que merecía en España. "Soy un cero a la izquierda para el deporte español", comentaba con lástima y rabia en los últimos años de su vida, desarrollados en una finca de Toledo en la que convivió con el alzhéimer, consciente de que sus gestas no tenían la resonancia esperable para alguien como ella. Casada en 1934 con el Conde de Valdène, su matrimonio duró 5 años y no pudo superar la pérdida de su único hijo, precipitando su retorno a España a inicios de la década de los 40.
Se crio en Suiza después de que su madre, Virginia, una mujer de la burguesía valenciana, huyera tras un matrimonio fallido y el fallecimiento de un hijo. Allí conoció a Emilio González Álvarez, padre de Lilí, y figura clave en su formación. Mujer culta, feminista y dispuesta a luchar para cambiar la sociedad, siempre estuvo ligada al deporte y mostró unas habilidades especiales. Con tan solo 12 años, fue campeona de patinaje sobre hielo en Saint-Moritz y con 19 años recibió la Medalla de Oro Internacional de esa modalidad. Destacaba también en alpinismo y equitación, pero su afán era participar en una cita olímpica y la mejor opción era el patinaje.
Sin embargo, a pocos meses del arranque de los Juegos Olímpicos de Invierno de Chamonix 1924, en su mejor momento como patinadora, una lesión le privó de poder participar. Lejos de venirse abajo, decidió incrementar la intensidad de los entrenamientos en un deporte que le apasionaba, como era el tenis, con el fin de poder ser de la partida en los Juegos Olímpicos París 1924, celebrados unos meses más tarde y en los que formó dupla con Rosa Torras, convirtiéndose ambas en las primeras mujeres españolas de la historia del olimpismo, llegando a los cuartos de final en dobles.
A pesar de destacar en muchos deportes y hacer historia también en el automovilismo, convirtiéndose en la ganadora del Campeonato de Cataluña de Automovilismo, siendo ella la única mujer participante en el mismo, Lilí decidió apostar por el tenis como la disciplina que vertebraría su vida. Desde 1924 y hasta 1932, su carrera tenística es un carrusel de títulos impregnados de un estilo de juego único y particular, marcado por su agresividad y fluidez de movimientos. Subcampeona de Wimbledon en tres ocasiones, campeona de Roland Garros 1929 en la modalidad de dobles y con 16 títulos individuales en su haber, como dos Campeonatos de España (1929 y 1940), o los prestigiosos eventos de Montecarlo, Roma, Buenos Aires y Río de Janeiro, decidió hacer un parón para luego volver en 1937 de cara a una etapa final.
Ese carácter transgresor adquirió un estatus superior cuando se convirtió en 1931 en la primera mujer en lucir una falda-pantalón, prenda que se consideraba inaceptable para la época y que mejoraba notablemente el confort en la pista de las mujeres. Lo hizo en Roland Garros y lo repitió en Wimbledon, acompañando con este gesto sus innumerables escritos en revistas literarios y periódicos de la época, en los que hablaba abiertamente de aspectos tan tabúes en la época como feminismo, sexo o religión. Católica moderada, defensora del divorcio y los métodos anticonceptivos, retomó los deportes de invierno a su vuelta a España, proclamándose campeona de España en esquí de eslalon y descenso, aunque fue descalificada por acusar al jurado de machista, ya que no la habían dejado participar antes de que todos los hombres finalizaran.
Su pasión por el tenis siguió latente en las últimas etapas de su vida, aunque nunca logró deshacerse de esa amargura que le provocaba no verse reconocida por su condición de pionera y pieza clave en el desarrollo de nuestro deporte. Nunca es tarde si la dicha es buena, y quizá esta iniciativa en forma de Torneo de Tenis Vintage pueda ser un punto de partida a partir del cual mucha gente conozca su historia, y las instituciones se vuelquen en dar a conocer su figura, no solo en el plano tenístico o deportivo, sino también en el cultural y social. Con ese objetivo primordial parte un evento que aspira también a revalorizar la belleza y armonía de las raquetas de madera como instrumento no solo de decoración, sino también deportivo.
Y es que hay infinidad de raquetas de madera que han llegado hasta nuestros días intactas, y sin que nada pueda impedir que tengan una nueva vida sobre las pistas. La sensación del golpeo con estas herramientas es único y cualquiera podrá comprobar la magnífica sensación que embarga a cualquier amante de este deporte al golpear la pelota con ellas. Golpeos planos y cortados adquieren una especial peligrosidad y serán los protagonistas de dos jornadas que se intuyen memorables. Este humilde redactor ha tenido la oportunidad de jugar con raquetas de madera y puede aseverar que merece la pena probarlo. Si te gusta el tenis, te interesa su historia y quieres pasar un rato divertido, esta es la gran oportunidad.