Dominic Thiem, el premio merecido a un guerrero indomable y en constante evolución

Analizamos con profunda emoción el círculo que ha logrado cerrar el austriaco con este título. Recorrido por sus orígenes para entender mejor su hazaña histórica.

Diego Jiménez Rubio | 14 Sep 2020 | 09.14
facebook twitter whatsapp Comentarios
Dominic Thiem, artículo homenaje por su título en US Open 2020. Foto: gettyimages
Dominic Thiem, artículo homenaje por su título en US Open 2020. Foto: gettyimages

Llegó el momento que todo el mundo del tenis estaba esperando, ese en el que poder señalar a un hombre como el gran elegido para suceder al Big 3 en el palmarés de un Grand Slam. Dominic Thiem fue el que más méritos hizo, quien más duro ha trabajado para ello y el que se lo merece con una final épica ganada ante un inconmensurable Alexander Zverev al que le llegará su momento más pronto que tarde. El triunfo del austriaco es el éxito del tenis como deporte, la firme demostración de que habrá vida más allá de las divinidades y de que este deporte aguantará su caída gracias a tenistas como él. La sensación de poderío que transmite Dominic es un aval para que muchos jóvenes se enganchen a este deporte al ver cómo un indomable guerrero es capaz de hacer magia con una raqueta en la mano.


El hombre que entrenaba por el bosque de noche cargando troncos para mejorar su físico, pero también para superar los miedos, ha encontrado el sentido a todo ese trabajo en forma de un título tan anhelado como difícil de encontrar. Afincado en la élite desde hace años, su tenacidad para desafiar al poder establecido con cada vez más armas ha sido encomiable. A nadie se le pasa por alto la constante evolución de un trabajador nato, de un inconformista que era consciente de tener ante sí la oportunidad de hacer historia, pero que sobre todo, disfruta del desafío. Thiem ama el tenis y transmite su amor en cada golpe, en cada drive en que parece descoyuntarse para reventar la pelota, en cada salvaje revés con que desafía las leyes de la naturaleza y, sobre todo, en cada derrota.

Y es que todos los obstáculos que se ha encontrado a lo largo de su carrera no han hecho más que fortalecerlo. Perdió tres finales de Grand Slam, le costó ganar su primer Masters 1000, sufrió una dura decepción al perder ante Tsitsipas en las Nitto ATP Finals 2019 cuando era favorito y vio cómo Djokovic postergaba su asalto a la gloria en el Open de Australia 2019. Pero jamás se rindió. Actitud inmejorable, mente analítica, táctica flexible y chico humilde que escucha a sus entrenadores y ha encontrado en Nicolás Massú al alquimista ideal para que su magia fluya libre y sin ataduras. Muchos le catalogaron como especialista en tierra batida, pero es costreñir su esencia.

Dominic parece un ser humano diseñado para triunfar sobre la arcilla, pero ha entendido que eso nunca podría ser obstáculo para reinar en las pistas duras. Su tenis ha ganado en agresividad con el paso de los años, mejoró sus golpes y la elección de los tiros, hasta demostrarse a sí mismo y a todos que es un jugador total. Su derrota ante Rafael Nadal en el Open de Australia 2018 en cinco mangas fue un aviso a navegantes, pero también una lección de la que extraer las últimas gotas de poción mágica para dotar a su tenis del empaque suficiente para hacer lo hizo en esta memorable final.

Un guerrero como él no podía conseguir la gloria sin sufrimiento y épica, y hubo mucho de ambos ingredientes en su triunfo sobre Alexander Zverev en el US Open 2020. Barrera psicológica superada, éxito inolvidable y, ante todo, ganas de volver a experimentar esta sensación. Dominic Thiem tiene 27 años y es consciente de que se avecinan los mejores años de su carrera en pleno ocaso del Big 3. Ha acumulado experiencia ante ellos y es su momento. Este título podría ser entendido como la consecución de una meta, pero en realidad, es el inicio de un camino que podría ser esplendoroso.