
No han pasado ni dos años desde que Alejandro Davidovich (Málaga, 1999) emitiera su carta de presentación al mundo entero ganando Wimbledon Junior. Aquella gesta le sumó inmediatamente a la lista de futuras promesas del tenis español, aunque eso también trajo consigo una importante atracción de los focos y un aumento de la presión en su camino. ¿Cuál fue su reacción? Doblar la apuesta y empezar a ascender posiciones como un loco.
Y cuando digo como un loco, lo digo apropiándome de sus propias palabras. “Estoy como una chota”, bromea durante la entrevista concedida a Punto de Break desde el Challenger Ferrero Open. Su aventura en el cuadro de Alicante no le ha ido muy bien (cayó en octavos de final ante Pedro Sousa), pero su buen humor y su carácter desenfadado es innegociable. Antes de empezar la charla avisto un tatuaje en su brazo por el que me veo obligado a preguntar. El tatuaje es un tsunami que Davidovich explica con gusto: “Por donde paso, arraso”. Su sueño es llegar arriba, pero no cualquier precio. El español se centra en el qué pero no se olvida del cómo. Solo así su huella será imborrable.
¿Alejandro o Álex?
Me da igual, pero mejor Álex, más abreviado.
Álex, ¿recuerdas donde estabas justo ahora hace un año?
Pues estaba aquí mismo, en el Challenger de Ferrero y estaría rondando el 500º del ranking.
Estabas aquí, correcto, pero eras el 455º del mundo.
Ahora estoy el 170º […] Ha habido cambio, ha habido cambio (risas). Hemos trabajado mucho este año, sobre todo la cabeza para estar más calmado en los partidos. Ahora juego a divertirme en vez de a pelearme conmigo mismo. Cada jugador tiene sus pelas internas, yo las tuve el año pasado y, aunque todavía no está del todo resueltas, cada vez tengo menos demonios.
Hasta que se vayan todos.
Un tío como yo, que está más loco que nadie, nunca se va a curar del todo.
¿Tan mal estás?
Estoy como una chota (risas).
Bromas aparte, ¿no crees que está yendo todo muy rápido? Igual no te da tiempo a valorarlo.
Sí lo valoro, pero también hay otros jugadores de mi edad, incluso con un año menos, que ya están metidos, y otros que están 120º 0 140º. Sé que hay pocos jugadores que con mi edad estén a ese nivel, por eso hay que valorar el esfuerzo que hacemos cada semana por estar ahí y pelear cada partido. Al final, si trabajas bien, los resultados acaban llegando.
Hace un par de años le pregunté por ti a un tenista para saber cómo jugabas y su respuesta me cautivó: “Está loco, pero hace de todo”.
Sí que es verdad que tengo una locura interna, pero estamos trabajando para que esa locura vaya a bien, que no sea tirar dos fuera y tres dentro, que sea una locura moderada. En según qué puntos clave sí que está bien tener ese punto de loco para dar un plus. Dentro de la pista tengo un orden desordenado, soy un poco impredecible.
Juegas por pura inspiración.
Cuando hay puntos importantes hay que dejar la locura a un lado y ser consciente del punto que estás jugando, pero en otros puntos sí que tiro de locura. A mí me gustan mucho los Kyrgios, Fognini o Dolgopolov, jugadores que no sabes lo que van a hacer en cada punto, eso es lo que llama la atención del público. Es un gustazo verles jugar.
O sea, que no solo eres diferente, también estás orgulloso de serlo.
A mi me encanta el tipo de juego que tengo, me reservo la ‘mano’ en los puntos clave pero me encanta pegarle fuerte a la bola, ser agresivo, cuando hay que remar también me gusta, me considero bastante completo. Tengo que mejorar muchas cosas todavía, pero estamos en ello.
Te veo siendo un fijo de los highlights…
A mi entrenador siempre se lo digo: ‘Quiero estar metido en el tenis, pero también en los ‘Hot Shots’ (risas).
Tú entrenador es Jorge Aguirre pero te acompañan muchas más personas.
Tenemos un equipo muy completo que se llama TTeam donde hay un preparador físico, mi psicólogo, mi entrenador, el director del hotel en el que estoy y un agente. Somos un equipo grande. Tengo la suerte de tener tanta gente a mi alrededor que me apoya cada día y que sabe por donde me tienen que guiar.
Me interesa la figura del psicólogo, ¿en qué te ayuda?
A estar menos loco, diría yo. Si hubiera seguido así desde pequeño no estaría donde estoy ahora.
Vamos a ver, ahora en serio, ¿tanta locura tenías?
Mucha, a otro nivel. Recuerdo siendo infantil hacer 90 dejadas en un partido. Perdí en el tercer set, pero hice un récord. ¿Te imaginas que las hago ahora en un Challenger? (risas) Me las leerían desde que empiezo a armar el brazo.
Con más o menos locura, un día España se levantó y vio que Alejandro Davidovich había ganado Wimbledon Junior.
Fue algo inesperado, me quedé en shock. Estuve un mes con muchos ojos encima y eso me causó un poco de presión, sobre todo porque fue de sopetón. Luego vinieron meses duros por tener la cabeza donde no tenía que estar, ahí fue clave el papel del psicólogo. Ahora mismo estoy mucho más cómodo conmigo mismo y jugando al nivel que quiero.
Entiendo que el objetivo en aquel torneo jamás fue salir campeón.
El objetivo era divertirme, me gustaba mucho jugar en hierba. Quería tirarme a por la bola y jugar, sin ninguna expectativa. Luego fui pasando rondas y creyendo cada vez más, hasta que un día me levanté y estaba en la final. En ese momento dije: ‘Ahora sí que voy a por ello’. Recuerdo que antes de la final me dijeron que podría ser el segundo español de la historia en ganar Wimbledon Junior, después de Orantes hace cincuenta años. Ahí me puse un poco tenso (risas).
Tener éxito como junior a veces es peligroso de cara al futuro, ¿pensaste en un posible bloqueo tras ganar en Londres?
En ese aspecto no pensé nada, tengo claro que yo quiero desarrollar mi propio camino y voy a trabajar a full para conseguirlo. Mi objetivo siempre ha sido estar metido de lleno en los ATP, así que no iba a meterme ese miedo por toda la presión que me vino de golpe. Estaba tranquilo, todos esos pájaros acabaron yéndose de mi cabeza.
Te apellidas Davidovich. Juegas bien en hierba. En la pista juegas agresivo y desordenado. ¿Tienes algo de español?
Todo, yo mismo. Ni me siento ruso, ni me siento sueco, yo soy español. Nací en Málaga, me he criado con chicos españoles, en un colegio español, soy un chico normal, uno más. Aunque en mis genes tenga sangre rusa y sangre sueca, yo me siento español, aunque dentro de la pista tenga un estilo diferente al resto de los españoles.
Ya era hora de tener un perfil diferente, ¿no?
Hemos tenido una generación increíble, no podemos quejarnos, pero sí que se necesitaba un pequeño cambio dentro del tenis español, alguien más agresivo. No digo que los demás no lo sean, pero sí me considero un tipo diferente.
A mí me transmites muy buen rollo cuando te veo, ya sea jugando o aquí echando el rato.
Será porque soy andaluz, hablo mucho con la gente, soy cercano, no soy nada antipático, esto a la gente le gusta. Si me encuentro a Federer lo que yo querría es que fuera amable y que hablase conmigo un poco. Cuando sea mayor seré así, le contaré a los niños todas mis anécdotas y mis historias, no quiero apartarme nunca de la gente.
Sorpréndeme con algún hobby fuera del tenis.
Soy muy aficionado a la cocina, me encanta. Los días en los que no llego doblado de los entrenamientos me gusta hacer mis cositas, me encanta desordenar la cocina (risas). Con la Thermomix hago maravillas.
En solo un año has pasado de lo desconocido a ser una de las joyas del tenis español. ¿Ni siquiera sientes una pequeña responsabilidad?
Nada, cero presión. Como he dicho antes, tengo muy claro el camino que tengo que recorrer, ya me meteré cuando tenga que ser. Si me meto presión lo que hago es ralentizar el proceso. Por ejemplo, la semana pasada en Marbella lo que sentí fue la tensión de estar ante mi gente, me motivó un montón, pero acabé teniendo rampas por la tensión que tenía encima, no por la presión. Me fui con la sensación de estar cada vez más capacitado para jugar a niveles altos, como en los Challenger
Ante un partido importante, ¿qué tipo de jugador eres?
Me vengo arriba, cuanto más público mejor. Cuando antes vengan las grandes citas, mejor, así voy cogiendo esa experiencia que luego me servirá de cara al futuro.
Te tengo que preguntar por el saque por debajo de Marbella, no te escapas.
(Risas) Nunca lo había hecho, la verdad. Lo hice en el partido contra Enrique López, pero antes lo estuve entrenando una media hora. Es un recurso para cuando los rivales se pongan muy en el fondo de pista y en ese momento era la ocasión perfecta. Sentí un escalofrío tremendo por todo el cuerpo porque era la primera vez que lo hacía y lo mejor es que funcionó. En ocasiones especiales lo tengo pensado hacer, sin llegar a 90 veces (risas).
Hay gente que lo critica.
Es un saque más, ojalá me lo hagan a mí.
Davidovich Fokina /@alexdavidovich1 / (info - @sergiomarchan99 , @craigvickers_ ) (--@ATPChallenger ) pic.twitter.com/yrY3TLLQkf
— doublefault28 (@doublefault28) 29 de marzo de 2019
Sé sincero, ¿lo hiciste porque se lo viste a Kyrgios?
A ver, obviamente porque Kyrgios lo hizo, pero sobre todo porque el otro jugador estaba restando en la valla. Para ponerle una bola en la mano y que te la reste al fondo, prefiero hacerle correr hacia delante.
Veo que te gusta Kyrgios.
Es un showman, a mí me mola mucho, cuando él decida jugar al tenis será uno de los mejores, pero a veces se pasa.
La gente tiene miedo de que los jóvenes le veáis y copies su comportamiento.
Por mucho que le vea hacer esas cosas y por mucho que esté metido ahí arriba, a mi no me afecta, yo sigo mi camino y no me quiero desviar.
¿Quién es tu referente?
Djokovic, creo que ha pegado una evolución increíble este último año. Venía ya de hacerlo muy bien, pero en Australia le volví a ver muy fuerte. Me reflejo mucho con su juego, intento jugar como él, digamos que es mi ejemplo a seguir.
Se habló mucho de la generación del 97, luego llegaste tú y Kuhn, ahora ya se sueña con Alcaraz. ¿Puede que la prensa sea un poquito ansiosa?
No creo. Tenemos ahí a Munar que se acaba de meter, Pedrito que lo está intentando, Carballés que ya estuvo todo el año pasado top100… la generación que viene es buena. Aunque no se parezca en nada a la de Nadal y Ferrer, esperemos dar también muchas alegrías, aunque esto es tenis y nunca sabes lo que va a pasar. Cada semana es un mundo nuevo, una oportunidad única para ganar y escalar muchos puestos, pero claro, cada vez que uno escala posiciones es más difícil sumar.
¿Con qué sueñas tú? ¿Te ves ganando Grand Slams o siendo Nº1 del mundo?
Totalmente, si yo voy trabajando cada día mejor y voy haciendo más caso, creo que algún día estaré en uno de esos escenarios. Si sueñas por lo bajo nunca vas a llegar a nada.
Llegar tan alto conlleva unos peajes muy caros, ¿estás dispuesto?
Seguro que sí. Si juego a este deporte es para ser uno de los mejores del tenis, tarde o temprano, ese es mi objetivo. Cada peldaño que subes, los detalles son más pequeños, hay que cuidarlos para no frenar el progreso. De momento, lo que quiero es disfrutar, jugar cada partido al nivel actual y no pensar en nada más. Que tenga lo que tenga que pasar.
¿Hay pique sano con el resto de españoles? Seguro que estáis cada semana comparando vuestros rankings.
Qué va, me alegro mucho de los españoles que van subiendo. Aunque todos compitamos por un mismo objetivo, cada uno tiene su camino y cada uno intuye hasta dónde puede llegar. Yo voy por mi cuenta y el ranking de los otros me da igual.
¿Y qué me dices de Félix Auger-Aliasssime?
Es increíble lo que está haciendo con un año menos, habrá cuidado mejor los detalles y por eso está ya metido. Le vi en Australia perdiendo en primera ronda de la fase previa y, a partir de ahí, de repente una semi, una final… es espectacular. Ya llevaba mucho tiempo siendo 105º, 110º, llamando a la puerta para entrar.
¿Le ves como el gran líder de esta nueva generación?
Nunca se sabe, no hay que olvidarse que ahí arriba también están De Miñaur, Shapovalov, Zverev, Tiafoe, Tsitsipas… hay muchos jugadores.
Pero él es más joven que todos estos.
Es más joven, pero tiene una planta que parece que nos saque dos años más. También es verdad que ha madurado antes que todos nosotros.