
La pesadilla para Almagro continúa. Su derrota en cuartos ante David Ferrer le sitúa con un 0-13 en contra en enfrentamientos directos con el alicantino. En esta ocasión, la derrota es más dolorosa que nunca debido al gran tenis desplegado por Nico durante más de cuatros sets, llegando a tener a su rival contra las cuerdas.
Con 4-2 abajo en el quinto set y dos puntos de break en contra, Nicolás Almagro sonríe. Su sonrisa es claramente irónica, con un aire de resignación que resume perfectamente la situación a la que tiene que enfrentarse. La oportunidad perdida esta mañana en la Rod Laver Arena puede pesar como una losa en la trayectoria que el tenista murciano pueda llevar en los próximos meses. La remontada que acaba de encajar no es una derrota más.
Con el amargo final de 2012 tras el partido decisivo perdido en la final de Copa Davis ante Radek Stepanek, el pupilo de Samuel López llegaba a Melbourne Park con el objetivo de romper la barrera de octavos de final con la que se había estrellado en las tres últimas ediciones del Open de Australia. Si para algunos jugadores como Verdasco o Djokovic, ganar la mejor competición por países del mundo les había supuesto una inyección de moral, para Nico también lo ha sido aunque no se llevase el título para España.
Tras un duro debut ante el ‘qualy’ Steve Johnson, a Almagro se le despejaron las dudas. Consciente de lo que le cuesta coger el ritmo en los torneos de larga duración como son los Grand Slams, el número once del mundo fue cogiendo el tono físico y tenístico poco a poco. No obstante, llegaba a Melbourne sin ningún partido de rodaje salvo la exhibición disputado en Abu Dabi a finales de año. Gimeno-Traver y Janowicz sucumbieron sin poder arrebatarle un parcial y tampoco pudo hacerlo mucho mejor todo un top-ten como Janko Tipsarevic, que se tuvo que retirar por lesión antes de finalizar el segundo set, dejándole en bandeja su pase por primera vez a cuartos de final del ‘major’ australiano.
En esa ronda le esperaba su némesis: David Ferrer. El alicantino se había convertido en su peor pesadilla, ganándole todos sus enfrentamientos en el circuito, superando la decena de victorias ante la raqueta del murciano. Desde la final perdida en el torneo de Valencia 2008, cuando Almagro desaprovechó un doble break en el último set para acabar perdiendo el encuentro en el desempate definitivo, nunca se había visto en la tesitura de doblegar tan claramente al que será el número cuatro del mundo el próximo lunes.
Con la central de Melbourne Park con menos calor de lo normal, saltaba a la pista Nico con ganas de demostrar su valía y romper la racha negativa que le impedía batir a ‘Ferru’ en sus enfrentamientos previos. El murciano salió con el guión muy claro, apoyado en su servicio y con un demoledor revés a una mano -uno de los mejores del circuito junto al de Stanislas Wawrinka- no dejaba dominar a su oponente desde el fondo de la pista, que se sentía maniatado y sin poder hacer nada más allá de defenderse desde la valla de publicidad.
Por primera vez desde aquel lejano partido por el título en el Open de la Comunidad Valenciana, Almagro se sintió ganador. Sintió que tenía el control de la situación. Que dominaba el partido. Que estaba en su mano. Sacó para meterse en la penúltima ronda del torneo por primera vez en el tercer parcial y en otras dos ocasiones en el siguiente set, que llegó a dominar por un break de ventaja hasta en cuatro oportunidades. La ventaja perdida, acabó pesando como una losa en la cabeza de Nico, que si no tuviese suficiente con ver como un perseverante Ferrer le igualaba el encuentro, sufrió también un tirón en la ingle en el ecuador del tie-break de la cuarta manga que le impidió rendir al 100% en la fase decisiva del partido, que ya fue completamente dominada por su rival.
Nicolás abandonó la pista sabiendo que había perdido una oportunidad única de meterse por primera vez en semifinales de un Grand Slam. Sus fantasmas le persiguen, aquellos que le impiden cerrar los partidos ante los mejores jugadores del mundo. Y ahora llega lo más difícil. Debe recuperarse de este duro palo porque en apenas una semana deberá liderar al equipo español de Copa Davis como número uno de nuestro país. Enfrente una Canadá liderada por Milos Raonic que jugará amparado por su público y con una pista cubierta que a buen seguro no beneficiará a los nuestros. Test que a buen seguro medirá la dureza mental del tenista español.