"Ahora soy consciente de que el camino es mucho más largo de lo que pensaba"

Ganó el US Open junior, fue la estrella de un documental, forma parte de la Academia de Nadal... pero no siempre fue fácil. Dani Rincón se abre en Puntodebreak.

Carlos Navarro | 2 Oct 2023 | 20.34
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Dani Rincón. Fuente: Manuel Jesús Pérez (@comunican2svq)
Dani Rincón. Fuente: Manuel Jesús Pérez (@comunican2svq)

Imagina que formas parte de la primera promoción de la Rafa Nadal Academy. Has ganado un Grand Slam junior, has salido en la tele y cuentas con el biotipo idóneo de los tenistas del Siglo XXI. Imagina ahora, claro, lo que ese cóctel puede suponer en la cabeza de un chaval de solo 18 o 19 años. Ésta es la historia de Dani Rincón.

Dani Rincón (Ávila, 7 de enero de 2003) llega a su cita en la cafetería del Real Club de Tenis Betis con la mayor de las sonrisas por bandera. Su periplo en la Copa Sevilla 2023 no ha hecho más que comenzar, pero carga a sus espaldas el mejor verano de su carrera deportiva, con una racha de victorias ante nombres como los de Fabio Fognini, Taro Daniel o Thiago Monteiro. Ya sabe lo que es formar parte de los 200 mejores del mundo, pero eso no frena a Dani a la hora de comportarse como uno más. Pocos jugadores firman tantos autógrafos o se paran tanto con los chavales del club como él, valores inculcados por sus padres, que le acompañan en buena parte de los torneos.

Quien ahora vuela con perfil bajo, esperando la oportunidad de brillar en los grandes escenarios del circuito, antes fue uno de los nombres más solicitados del tenis español. ¿Motivos? Sobrados: es el 'abanderado' de la primera promoción de la Rafa Nadal Academy, con varios entrenamientos junto a Rafa a sus espaldas y la aparición en el documental de la Academia, que se emitió en Amazon Prime y Movistar. Justo una semana antes del estreno se había proclamado campeón del US Open junior... y eso fue una bomba de relojería de la que Dani tardó tiempo en deshacerse. Pero nadie mejor que él para contar su historia, para dejar claro al mundo que las expectativas y los comentarios exagerados no siempre hacen bien a un tenista, y para mandar un mensaje de ilusión y optimismo: ahora sí que disfruta del proceso. Disfruten esta entrevista tanto como yo al hacerla.

CN: Dani, yo diría que ahora mismo estás en el mejor momento de tu carrera. No sé cómo lo ves tú, así para empezar esta entrevista.

DR: Te diría que ahora mismo sí. Creo que he tenido las cinco mejores semanas de mi carrera a nivel de puntos. Ahora estoy en segunda ronda de este Challenger, que es grande, es un 125, otorga bastantes puntos. Estoy teniendo un muy buen verano, hacía mucho tiempo que no tenía una dinámica tan buena y tan larga y constante.

Te leía que este año 2023 debía ser, para ti, el del salto definitivo al circuito Challenger. Estamos ya en ese punto, ¿no?

Yo creo que ya he conseguido dar ese salto. Más que a nivel de ranking, que me pongo en torno al #200 o #190, para mí lo más importante ha sido tener esta dinámica positiva, verme competitivo, ver que no hay muchas semanas en las que pierda en primera ronda, que es lo que siempre me ha costado más: siempre llegaba a un punto en el que pasaba casi todas las fases previas pero perdía en primera ronda, o, como mucho, hacía previa y segunda ronda. Ahora ya estoy jugando todos los cuadros finales, ganando bastantes partidos. Esto es una racha buena y es probable que vengan rachas peores, pero me he demostrado a mí mismo que puedo tener el nivel para estar aquí, que es lo que más me había costado hasta ahora.

Esta temporada empezaste con un balance de victorias de 14-1. El año pasado, en verano, firmaste una racha de 14-0. Todo eso... a nivel Futues. ¿Qué es lo más complicado del salto a torneos Challenger?

Un poco todo… a mí lo que siempre me ha costado más, desde pequeño, eran las primeras rondas de los torneos. Cuando pasé de juniors a Futures, me costó mucho al principio porque las primeras rondas eran más difíciles. Al principio en juniors iba de cabeza de serie y me tocaba contra chicos de ranking más flojo; en Futures no, me tocaba un cabeza de serie o con un poco más de suerte alguien de mi ranking. Hasta que conseguí adaptarme y estar como cabeza de serie en los torneos, que las primeras rondas ya las pasaba un poco más tranquilo, me costó. En Futures quizás es un poco más sencillo, pero en Challengers, incluso aunque vayas como cabeza de serie, todas las personas que te tocan están entre los 250 mejores del mundo, y la diferencia entre un 250 y un 150 del mundo, a un partido, es muy poca. Si me quiero meter en el circuito, que es mi objetivo, los primeros partidos son muy duros, y no me puede pasar lo que me ha pasado hasta ahora, que empiezo los torneos de menos a más. Tiene que ser… de más a más (risas).

Hablábamos de la adaptación al circuito Challenger. ¿Cómo explicamos, entonces, que mientras sufrías para ganar partidos a nivel Challenger antes de verano, le ganaras a nombres como Taro Daniel (Madrid) o Thiago Monteiro (Ginebra) en fases previas de torneos ATP?

(Risas) Esto… no sé muy bien por qué pasa. Es verdad que esto ya fue cerca del verano, cuando yo me veía con un poco más de confianza y en sitios en los que me gusta jugar. En Madrid he jugado toda mi vida, soy de Ávila, al lado, con todo el público… en Ginebra las condiciones son muy parecidas, hay altura también. Gané dos buenos partidos allí en la previa, luego perdí con Rober (Carballés) en el cuadro final, pero en un partido ajustado, un partido duro. Si estos partidos me hubiesen venido en febrero o marzo, en vez de en mayo o junio, igual no hubiese sido capaz de sacarlos.

Podría decirse, entonces, que estas previas de ATP fueron un poco el trampolín para lo que ha llegado en verano.

Para mí sí. El torneo que marcó la diferencia, quizás, fue el Challenger de Madrid. Venía de jugar bastante mal a nivel individual en Murcia, pero ganamos el dobles allí. Hice una buena semana de entrenamiento y en Madrid me empecé a encontrar bastante bien. Pasé previa, luego perdí en primera ronda, pero contra Nicolás Moreno de Alborán, que es un jugadorazo. Iba set y break arriba y es verdad que desde ahí él lo sacó muy bien. Ahí me empecé a encontrar cada vez más competitivo. A partir de ahí vino el Godó, el Mutua y me empecé a encontrar mucho mejor.

Hablábamos de Madrid y Ginebra, dos torneos de tierra batida, pero en los que la pelota, debido a la altura, está muy viva y va muy rápida. Esto demuestra que te puedes adaptar muy bien a superficies un poco más rápidas. ¿Cuáles son tus preferencias?

Sí, quizás es donde más cómodo me encuentro. Aún no he encontrado esa superficie predilecta, no puedo decir que me guste más la tierra o me guste más la pista dura. De momento la hierba no me gusta mucho (risas), pero entre las otras dos no me sabría decidir. Sí que es verdad que todos los torneos que han sido así en sitios de altura, de tierra, sin mucha altura tampoco, con la pelota que esté un poco viva, ahí es quizás donde más cómodo me encuentro.

¿Y a nivel de golpes? Me explico: si le tuvieses que decir al público qué es lo que mejor haces y lo que todavía te queda por mejorar, ¿qué es?

Creo que lo que mejor hago, quizás, es sacar. Además, cuando consigo llegar a la red me encuentro bastante cómodo. A mejorar… la verdad es que todo. Para llegar a donde quiero llegar tengo que mejorar el saque, que aunque sea lo que más me gusta tengo que mejorarlo: la volea, de fondo, el moverme mejor, ya que la gente juega muy muy rápido y si no estás fino de pies no se puede... por lo general intento ser muy agresivo con el saque. De fondo no me considero un jugador superagresivo ni superdefensivo: intento jugar tranquilo, con tiempo para pensar las jugadas e intentar aprovechar el saque.

No me has dicho nada de las dejadas, eh.

Las uso mucho, pero a mis entrenadores no les gustan tanto (risas). Me las intentan quitar, pero a mí me gustan mucho.

Vamos con tus grandes resultados este verano. Tres semifinales y unos cuartos de final de Challenger; sin embargo, de todas las victorias que observo, hay una que llama especialmente la atención. Le ganas en casa (San Marino) a Fabio Fognini... es un paso de gigante, no sé si lo defines como el mejor partido de tu carrera.

Es una victoria muy importante para mí, no solo a nivel de juego, sino, sobre todo, a nivel mental. Es Fognini, una persona que he visto mucho por la tele desde que empecé a jugar, le he visto ganar a Rafa en Montecarlo… entré al partido y me dije: ‘Vale, él ha hecho todo eso, pero ahora mismo somos iguales en la pista’. ¿Ha sido mucho mejor que yo? Eso seguro, pero romper esa barrera mental y quitarme ese respeto extra (más allá de que hay que tenerlo por todos los jugadores) fue muy importante. Durante el partido, te diría que hasta me ayudó que se jugase en su casa y con el estadio lleno, me ayudó a estar centrado en olvidarme de todo, olvidarme de quién tenía enfrente, en lo que tenía alrededor y solo centrarme en lo que yo tenía que hacer. La verdad… es que me sorprendí a mí mismo. Quizás no me creía capaz de estar tan centrado y abstraerme de todo el público, y lo conseguí.

Hablabas de perder el respeto a los más veteranos, a las leyendas del circuito. Si echo un vistazo a los jóvenes españoles que tienen que dar ese paso y ‘perderle el respeto’ al resto, más allá de Carlos Alcaraz veo a nombres como Alejandro Davidovich, Pablo Llamas, el propio Dani Rincón… en el tenis español hay vida más allá de Alcaraz, ¿no?

Hombre, eso espero (risas). Soy uno de los que está por detrás, pero en el tenis español siempre hemos tenido entre cinco y diez jugadores en el top-100. Esto es una suerte. Quizás la gente lo toma como una presión, parece que esto se va a acabar, pero tiene que ser al revés: si toda la vida hemos tenido esto, ¿por qué no va a seguir? Pablo Llamas lo está haciendo muy bien, Davidovich ya está ahí, yo estoy aquí por detrás también, hay otros muchos jugadores dentro del top-300… es una progresión. Quizás no vamos a llegar tan rápido como Carlos, quizás no lleguemos a donde esté él, pero, ¿por qué no soñar con ser como la generación anterior? Carlos quizás sería el Rafa de nuestra generación, y los demás por detrás.

Me gusta como planteas el tema: no hay presión porque Carlos esté ahí y tú te tengas que ‘exigir’ llegar también, ¿no?

No, no, al revés, es una motivación. Yo he visto a Carlos toda mi vida, he entrenado con él, he jugado con él… obviamente, sé que él es mejor que yo y más ahora mismo, pero para nada hay presión. Si él ha llegado hasta el número uno, ¿por qué no voy a soñar yo con llegar al número uno o al número diez, o al cincuenta?

Voy a abrir un capítulo que es imposible no tocar, y es tu relación con la Rafa Nadal Academy. Digo “imposible” porque, cuando se abre y se inaugura la Academia, tú formas parte de esa primera generación, junto a nombres como Abdullah (Shelbayh). Ya habéis llegado al circuito Challenger: se están recogiendo los frutos de lo que se plantó hace varios años.

Para mí es muy bonito, al igual que para Abdullah y todos los entrenadores que han estado con nosotros, que ya estemos ahí. Cuando entramos allí yo tenía 16 años y Abdullah 15 o 14, apenas teníamos puntos junior. Para mí es muy bonito seguir allí, ver a la misma gente todos los días, a los monitores que nos decían que nos fuésemos a dormir ya…

¡Siguen allí!

Siguen allí, siguen allí (risas). Ya no vivimos en la residencia, vivimos fuera aunque muy cerca, pero vemos a toda esa gente y nos damos cuenta de que nada ha cambiado, simplemente nosotros vamos subiendo en el ranking. Para todos es algo muy bonito, y esperamos que la progresión siga como está siendo hasta ahora.

¿Qué es lo que mejor se ha hecho desde el principio en la Academia para formar a una gran hornada de tenistas?

La calidad humana que hay allí. Son grandísimos profesionales: sé que hay grandes profesionales en todos los lugares, pero a nivel personal yo allí siempre me he sentido como en casa. Me fui de casa siendo relativamente pequeño, y lo más importante ha sido saber que cuando yo volvía a la Academia después de varios torneos me lo pasaba bien, había gente que se preocupaba por mí. A nivel profesional siempre hay buenos entrenadores en todas las partes del mundo, pero a los chicos pequeños siempre hay que tenerlos bien cuidados y bien atendidos fuera de pista, y esto allí, en la Academia, lo han hecho de una forma increíble.

Te voy a preguntar por Abdullah: prácticamente habéis ido de la mano desde que entrasteis en la Academia, tú mismo lo comentabas. ¿Hay cierto pique, por supuesto sano, entre los dos ahora? Tipo: ‘Esta semana lo he hecho mejor que tú, a ver cuándo te toca a ti’, ese tipo de cosas.

A ver, el pique este lo hay con todo el mundo… pero realmente no es un pique. Simplemente yo quiero ser mejor que todos y él quiere ser mejor que todos, lo normal. Siempre hemos ido cumpliendo pequeñas etapas juntos. Recuerdo que cuando empezamos a jugar, era: 'A ver cuándo ganamos el primer título de dobles junior juntos'... y lo ganamos; 'A ver cuándo jugamos nuestro primer Grand Slam junior...' y fue en Roland Garros, que me acuerdo que estuvimos los dos juntos; ahora queremos jugar nuestra primera previa de Grand Slam… lo vamos hablando, nos pasamos el día juntos y ojalá algún día podamos jugar el circuito ATP juntos. Quizás no compartiendo habitación como hasta ahora (risas)...

Con eso me dejas claro que alguna buena habréis liado juntos.

De hecho, hace poco jugamos el Masters 1000 de Madrid… y compartimos habitación. Siempre que viajamos juntos compartimos habitación, y ojalá que fuese así durante todo el año y que lo único que cambiase fuesen los torneos. No haría nada que me hiciera más ilusión que esto.

Lo de salir en la tele, ¿cómo lo llevaste?

¿Por el documental?

Sí.

(Piensa) Bien, en parte… pero se me juntó un poco todo y no estaba tan preparado mentalmente. Se me juntó el ganar el US Open junior, la semana siguiente salió el documental…

Es decir: el documental sale justo después de que tú ganes el US Open junior.

Claro. Gano el US Open, no recuerdo qué semana; vuelvo a la Academia el lunes o el martes y el documental salió ese sábado o el lunes siguiente, pasaron seis o siete días. Obviamente es muy bonito, es el documental de la Academia, que formes partes de una serie que muestra el día a día allí y que tiene un nombre tan grande… pero, a la vez, era un jugador de 18 años. Estamos acostumbrados a ver a Alcaraz, que toda la presión y todos los medios parece que no le afectan, pero a los demás sí que nos afectan un poco. Creo que me generé yo mismo y mucha gente a mi alrededor unas expectativas que eran un poco irreales. Parecía que por haber ganado el US Open y salir en el documental, en tres meses iba a estar top-100, y la realidad es que una semana después tenía que ir a jugar un Futures de 15,000$ y no iba ni de cabeza de serie. En parte me costó un poco gestionarlo. Demasiados focos: estaba entrando en la etapa de los Futures, era uno más… pero realmente sentía que no era uno más, que tenía que ganar todos los partidos y que tenía que deslumbrar.

Claro, yo imagino que se hace el documental, la gente lo ve y puede pensar: ‘Ostras, este tío sale en el documental de la Academia de Nadal, tiene que llegar lejos y tiene que empezar a ganar sí o sí’.

Claro. De hecho, me pasó: en el primer Futures fui a dejar el encordado y recuerdo que una persona me dijo: ‘Ostras, he visto tu nombre y tú tienes que ganar aquí seguro’. Sé que la gente no lo dice a malas, ni mucho menos… pero estas pequeñas cosas, que parecen broma, ya que la gente las hace a broma y sin ninguna mala intención... a mí, en aquel momento, me iban generando cada vez un poco más de presión. Hasta que no conseguí pensar que yo era solo uno más en aquellos Futures, a pesar del ruido y de que la gente se acercaba a pedir fotos o cosas así, no empecé a hacerlo bien.

¿Cuánto tiempo dirías que tardaste en conseguir eso, en hacer esa transición?

Quizás… unos cinco o seis meses.

Es que es medio año, parece poco pero es tiempo.

Todo el mundo a mi alrededor me lo decía. Yo confiaba en ellos y sabía que tenían razón, pero al final uno tiene que hacer ese clic solo… y yo no conseguía hacer ese clic. Entraba a los partidos y decía: ‘Hostia, es que tengo que ganar, tengo que demostrar que tal’. Y luego realmente no era así. Por ejemplo: entraba a jugar contra el #600 del mundo, que en ese momento era alguien mejor que yo, y pensaba: ‘Hombre, con todo lo que están diciendo, si no le gano a este tío… igual la gente…’ Mis entrenadores me lo dejaban claro, que ese tío era mejor que yo y que una segunda ronda de Futures para mí estaba bien en ese momento, que no debía centrarme en lo que dijesen los demás… pero hasta que no conseguí hacer ese clic por mí mismo, nada.

Fíjate que lo último que tenía apuntado, para ponerle el broche a esta entrevista, era preguntarte qué queda del Dani Rincón de 18 años, el que gana el US Open junior, y qué no queda: cómo defines tu evolución hasta el día de hoy.

Queda la misma ilusión que tenía: jugar, llegar a ser profesional, llegar lejos. Sin embargo, he conseguido hacer un cambio a nivel mental: intento disfrutar el proceso, ser consciente de que el camino es mucho más largo de lo que yo me pensaba en ese momento. Soy la misma persona, soy el mismo jugador, he intentado cambiar y mejorar las cosas que tenía que mejorar, pero a nivel mental ahora estoy más preparado para aceptar las derrotas que llegan cada semana. A nivel junior no te acostumbras tanto a eso, ahora sí.

Cuéntame cuáles son tus objetivos a corto y medio plazo… y cuál es tu gran sueño.

Hasta hace muy poco mi objetivo era entrar a mi primera fase previa de Grand Slam: estas semanas he conseguido el ranking y los puntos para el próximo (Open de Australia 2023), así que espero poder jugarlo. No me gusta ponerme muchos objetivos de ranking, mi objetivo este año era clasificarme para las previas de Grand Slam, y ahora estoy intentando aprovechar que no defiendo puntos y tengo esa presión quitada para sumar lo máximo posible. A largo plazo, mi sueño… es jugar todos los cuadros finales de Grand Slam, Masters 1000, todos los torneos. Está claro que tengo sueños de ganar Grand Slams, pero mi principal objetivo es ese, tener la vida del tenista y luego ya, estando allí, tener la opción de soñar con ganar todos esos torneos