
Novak Djokovic recibe los resultados de la resonancia y las alarmas se disparan. Aún quedan días para el inicio del Open de Australia 2023, pero la ventana de recuperación es realmente corta. Después de ser deportado en 2022, no existiría una resolución más cruel a su vuelta a la 'tierra prometida' que la presencia de una inesperada lesión, una lesión capaz de apartarle de la lista de candidatos al título. Nole decide forzar y prepararse, con ciertas reservas, para la caza de su 22º Grand Slam. Es aquí cuando Goran Ivanisevic y compañía se sientan junto al de Belgrado para trazar un plan que le permita, por qué no, avanzar hasta el final: un plan en el que los cinco sets no se contemplen en la ecuación, para economizar tiempo y energía en pista y para ser capaz de navegar a través de las molestias en dos semanas que prometen ser extremadamente exigentes.
Desde la primera ronda, Djokovic plantea un estilo de juego ultraofensivo en el que varios elementos han de conjugar a la perfección para que todo funcione. Su tenis entra en combustión, sobre todo, en el último set ante Roberto Carballés en la primera ronda del torneo. Por primera vez, Novak se siente reforzado en un itinerario que no será nada fácil. Entre todas las guías consultadas para que el plan dé sus frutos, una de ellas contiene un golpe marcado en rojo. Será el que lo cambie todo y el que, días después, le llevará a la gloria en Australia: la derecha. El golpe diferencial para que Nole hoy tenga un Major más.
MÁS VELOCIDAD, MÁS EFICIENCIA
Lo analizamos al completo en nuestro canal de Youtube, con datos y gráficas que hablan a las claras de la mayor agresividad del serbio con este golpe. No solo hablan a las claras su cantidad de golpes ganadores por partido (jamás bajó de los dobles dígitos, encadenando 37 ante Couacaud y 17 ante Carballés y a pesar de que los encuentros se resolvieron, casi todos, en solo tres mangas) y su capacidad de repartirlos muy cerca de los líneas: es en la velocidad de su drive donde observamos la nueva evolución de Djokovic. La gran mayoría de sus derechas superaron los 130 km/h, obteniendo, incluso, una media de 133 km/h ante Stefanos Tsitsipas en la final.
¿Es tan importante esta cantidad? Supone en torno a 10 km/h extra de velocidad con respecto a la media de su derecha en el año 2022. En ningún encuentro de la temporada pasada la derecha de Nole se acercó a los 130 km/h, el pan de cada día en estas últimas dos semanas. La obligación de economizar su tenis y no verse atrapado en largos intercambios, además de su inclinación por jugar derechas cruzadas ante sus rivales para así no forzar su pierna izquierda en el lado del revés (en raras ocasiones aplicó Djokovic su característica open stance para golpear de revés, tratando de cargar lo menos posible la zona de sus molestias), fueron los motivos detrás de un giro de 180º a su estrategia, la última revolución de un maestro que se supera día a tras día para no perder comba ante el empuje físico de los más jóvenes. ¿Será un patrón a seguir en sus próximos torneos? ¿Optará por conservar Djokovic este plan de juego una vez esté al 100% físicamente? Preguntas que solo el tiempo podrá responder. Nosotros, mientras tanto, disfrutaremos del circuito... y esperaremos impacientemente a la vuelta del serbio para salir de dudas.