
Enero 2021.
Franco Agamenone ocupaba el puesto 675 del ranking internacional. Su cuenta bancaria no abundaba en varias cifras y había que tomar una decisión. El difícil mundo del tenis obliga a pensar fríamente cómo seguir buscando un sueño sin hipotecar la vida. Lógicamente, la alta cantidad de sponsors eran esquivos y la planificación sobre los viajes debían ocupar el mayor trabajo de ingeniería posible para evitar perder tanta plata. Las buenas sensaciones obtenidas en el cierre de 2020 y la apuesta hecha por irse a vivir a Lecce, Italia, lo convencieron a apostar por su pasión y su profesión: ser profesional del tenis. Y quería darse una nueva oportunidad. En ese sentido, comenzó una travesía interminable por Egipto y Túnez. Dirigirse rumbo al norte africano obligaba a realizar una gira de varias semanas para poder costear el pasaje.
Septiembre 2021.
Pasaron nueve meses y Franco despliega una sonrisa de oreja a oreja en la entrevista que está llevando a cabo con Punto de Break a través de una reunión de Zoom. Acaba de volver a su casa desde Kiev, la capital ucraniana, donde se consagró campeón de un torneo Challenger (el segundo en tres semanas), para tomarse unos diez días sin actividad oficial (sólo se dispondrá a entrenar con su entrenador) y poder recargar el tanque antes de volver a la competencia. En una extensa y distendida charla, el italo-argentino de 28 años no dejó tema sin tocar: el duro y álgido ambiente de los Futures, la importancia de la psicología para salir adelante en los peores momentos de su carrera, cómo sigue su temporada, por qué no compite bajo la bandera argentina y mucho más.
- Antes de iniciar el año estabas fuera del top650, esta semana ya apareciste 445 puestos más arriba. ¿Qué sensaciones te dejó el triunfo en Kiev?
Siento una felicidad muy grande. Creo que ante (Sebastián) Báez jugué un partido muy bueno y fue el mejor triunfo de mi carrera en cuanto a ranking. Antes de ganar el título en Praga estaba jugando algunos Challenger, pero sin grandes resultados. De todos modos, venía de menor a mayor y sabía que me iba a costar al principio porque se trataba de una nueva etapa. Justamente, la semana en Praga tuve la suerte que coincidía con la fase previa del US Open y yo elegí el Challenger más chico. Creo qeu fue una decisión correcta porque me ayudó a meterme en ese nivel y me dio mucha confianza para lo que venía. Entonces, en Kiev ya estaba mejor preparado mentalmente y lo hice de muy buena forma.
- ¿Cómo sigue tu calendario ahora? Tu ranking ya permite meterte de lleno en el mundo Challenger...
Me cambia totalmente la planificación que tenía. Arranqué jugando Futures en Egipto, luchándola y hasta ahora tuve una temporada espectacular. Ya estoy muy cerca de ingresar a la Qualy del Abierto de Australia y eso me pone muy contento. Aún no hablé con mi entrenador cómo voy a seguir este año. Lo único definido es que entrenaré 10 días y después tengo tres Challenger seguidos, uno en Rumania y dos en Italia. Ir a Sudamérica es una opción, pero habrá que ver qué torneos hay en Europa y a partir de entonces decidir qué me conviene.
- Hablaste de tu inicio de año en los Futures. Obtuviste dos M25 y dos M15, además de varias finales. ¿Cómo los describirías?
Creo que se hace mucho más difícil jugar en esos torneos por las malas condiciones. Por ejemplo, en El Cairo estábamos en un resort del que no podías salir, las pistas eran muy malas y había un viento impresionante. Muchas cosas poco profesionales. En otros lugares no hay un lugar para comer, otros torneos están en un sitio totalmente descampado con apenas unas canchas tiradas. Sin dudas, muy distinto a los Challengers, donde uno se siente más contenido. Básicamente se siente jugador porque hay jueces de línea, ball boys, cambio de bolas...
- Estimo que será muy complejo jugar en esa situación...
En los Futures uno está jugando un torneo en medio de la nada y es por eso que se vuelve muy difícil encontrar motivación. Es una etapa que hay que pasarla lo más rápido posible. Creo que es lo más complejo porque luego cambia todo.
- ¿Trabajaste con un psicólogo?
Estoy con una psicoanalista desde 2018: me ayudó mucho a salir del peor momento de mi carrera, cuando únicamente jugaba dobles y no podía salir a la pista para un partido de singles porque se me hacía muy duro competir. Realmente, estaba en las últimas. Ella me fue ayudando, me sacó de ese momento y venimos haciendo un trabajo muy bueno.
- ¿El retiro pasó por tu mente en algún momento?
Muchas veces pensé en dejar el tenis.
- Imagino que uno de esas veces fue cuando te suspendieron por haber dado positivo en un control antidopaje en 2019.
En 2019 cambié de entrenador, venía muy bien, estaba motivado y justo cayó la suspensión. Fue muy duro, muy duro. La pasé mal y me tocó estar parado mucho tiempo, pero seguramente me sirvió para valorar mucho más otras cosas.
- Y luego vino la pandemia y fue un volver a empezar. ¿Cómo te sostenías económicamente sin actividad?
Hay que aclarar que uno en los Futures suele perder mucha plata, pero mucha. Después de la pandemia estaba sin un euro y fui a Italia a intentar jugar algo: tenía dos partidos de interclubes y sabía que con eso podía aguantar algunos meses. Ahí fue que me anoté en el campeonato italiano, cuya condición era representar a Italia. Entonces me tuve que cambiar la bandera en la ATP para jugar ese torneo. Fue una decisión arriesgada venir a vivir acá, pero conté con el apoyo de mi novia, mi entrenador y el club donde juego. Por suerte me fue muy bien este año. Así y todo, muchas veces los que están ubicados entre el 250 y 300 del ranking no ganan plata en los Challengers. Espero que en un futuro eso cambie porque se vuelve todo muy difícil.
- En efecto, parece que no queda otra que intercalar la competencia oficial con interclubes.
Así es. El tema es que hay que resignar el torneo de la semana. Muchas veces a uno lo llaman de un club y le ofrecen jugar ocho partidos, que son dos meses enteros, pero es muy difícil porque no te deja planificar. Es una decisión difícil porque la prioridad es el circuito. En mi caso este año jugué dos fin de semanas en Alemania y después tengo la suerte de que en mi club de Italia me dan la posibilidad de coordinar cuándo puedo y cuándo no.
A pesar de los 11.747 kilómetros que distancian su Río Cuarto natal de Lecce, Agamenone no pierde las costumbres argentinas: come asado cada vez que puede y mantiene su gusto por el mate y el dulce de leche. Eso sí, extraña a la familia y a los amigos. También poder ir un día a la cancha de River y, en consecuencia, "me meto en Youtube para ver algunos videos de la hinchada" para no sentirse tan lejos. Además, repasa frases motivadoras de los directores técnicos Marcelo Bielsa y Marcelo Gallardo para leerlas y encontrar enseñanzas en sus palabras.
Más allá de su crecimiento, el techo aún no está alcanzado. De hecho, esto recién comienza y dentro de unos días volverá a armar su equipaje para direccionarse al próximo certamen. Su sueño, recién comienza.