
Hace mucho tiempo, cuando aún era un joven imberbe que desafiaba a las grandes estrellas del circuito, Borna Coric reflejó en su piel una manera de pensar que lo decía todo acerca de su caracter. El tatuaje en cuestión rezaba: "No hay nada peor en la vida que ser ordinario". Tiempo después, quizás las expectativas generadas en su juventud no han sido colmadas. El croata ha alcanzado una final de Masters 1000... y poco más. Alternando buenos periodos con malas rachas de juego, el parón por la pandemia fue un acicate para volver a mirar alto. Y a día de hoy Borna Coric quiere volver a ser importante.
El actual número #27 del mundo se encuentra ahora en San Petersburgo tras un Roland Garros donde estuvo lejos de dar sus mejores prestaciones. El torneo francés, eso sí, ya forma parte del olvido tras una gira de tierra batida exprés. Ahora Borna quiere maximizar su rendimiento en una superficie que se le da bastante bien, y la primera parada es la ciudad rusa, que le trae grandes recuerdos. Allí consiguió el año pasado revertir una dinámica muy negativa tras llegar a la que fue su única final en 2019.
"La edición pasada fue muy buena. La disfruté muchísimo, fue el mejor año aquí. Me encanta recordarlo... excepto la final, claro (risas). Más allá de eso es un recuerdo bonito. Estoy muy contento de volver aquí, aunque desafortunadamente este año no podemos salir a pasear. Es un poco triste porque esta es una de mis ciudades favoritas, pero al mismo tiempo estoy feliz de poder jugar al tenis", declaró Borna a la ATP. Eso sí, lo más destacable son sus declaraciones sobre su enfoque durante la pandemia, donde no ha parado de trabajar para volver al circuito en plenas condiciones.
"Durante la cuarentena entrené muy duro. Apenas me tomé tiempo de descanso. Durante los cinco meses de parón, quizás solo me tomé dos semanas de descanso si sumamos todo. Confiaba en poder jugar buen tenis en el Us Open. Quizás tuve un poco de suerte en algunos de mis partidos, pero al mismo tiempo estaba muy en forma. Conseguí jugar dos partidos de en torno a cuatro horas y media seguidos, lo cual es muy importante para mí. Me mantuve sano y muy feliz con la forma en la que jugué", reconoció el croata.
Eso sí, si algo recuerda la gente de su actuación en el Us Open fue su milagroso partido ante Stefanos Tsitsipas. En tercera ronda, Coric salvó seis bolas de partido en un duelo que acabó bien entrada la madrugada neoyorkina, un clásico vibrante que le permitiría completar su mejor actuación histórica en Flushing Meadows. ¿Lo recuerda como algo memorable?: "No recuerdo haber jugado nunca un partido perfecto. Siempre hay algo con lo que no estoy conforme. Realmente no recuerdo ningún partido perfecto por mi parte, aunque si tuviese que elegir uno que ha rozado la perfección, elegiría ese duelo contra Stefanos. Fue uno de mis mejores partidos, desde luego".
Como decíamos al principio, uno de los principales problemas de Borna ha sido el tratar de lidiar con una presión desorbitada autoexigida por él mismo. Quién sabe si a día de hoy puede llegar a arrepentirse de ese tatuaje. Eso sí, parece que su forma de gestionar el componente psicológico ha cambiado a mejor. "Siempre me pongo cierta presión sobre mí mismo, pero es que somos jugadores de tenis y se supone que debemos lidiar con la presión. Eso es totalmente normal. Si no sientes presión, es que algo estás haciendo mal. Está ahí, lo ha estado en los 10 últimos años y lo estará para los 10 próximos.
Cuando era joven sí que me ponía mucha más presión sobre mí mismo que ahora. Tengo un poco más de experiencia y de confianza que cuando llegué al circuito. Al final, uno se acaba acostumbrando a la presión. Ahora solo pienso en los torneos que quedan, tengo muchas ganas de jugar estos tres o cuatro últimos torneos. Estoy bien preparado, me siento bien en la pista y quiero volver a disfrutar". Que así sea, Borna.