
Si hay un hombre en España que conoce a la perfección las raquetas de los mejores jugadores del mundo ese es Xavi Segura. Encordador profesional (aunque continúa la lucha para que su profesión se reconozca como tal), se puede contar por cientos de miles las raquetas que habrá podido encordar en su vida. Dispuestos a conocer más detalles acerca del interesante mundo de los cordajes y las raquetas, nos reunimos con él en la Caja Mágica y charlamos durante casi una hora que se terminar por pasar casi volando y es que cuando estás disfrutando, el tiempo vuela.
¿Cómo funciona el equipo de encordadores en un torneo de Masters 1000 como Madrid?
Nuestro día a día es empezar super pronto, aunque también depende mucho del trabajo y de las exigencias de los jugadores. Por una ley establecida, debemos estar antes del primer entrenamiento del día y media hora más tarde después del último partido de la jornada. Nuestras jornadas de trabajo son demoledoras y van desde las 12, 14 y hasta 16 horas. Somos un grupo de 11 encordadores y el día que más tarde hemos salido de aquí ha sido casi a las 2 de la mañana. Son jornadas muy largas y muy pesadas que te agotan física y mentalmente ya que no trabajas para jugadores aficionados sino para gente la cual se juega no sólo mucho prestigio sino también mucho dinero. Hay que pensar que el cordaje es la única parte de la raqueta que mantiene en contacto la pelota con el juego y si esa parte ya la tiene mal, la cosa no funciona. Es un trabajo que supone una gran responsabilidad.
¿Y cada cuánto tenéis que encordar las raquetas?
Depende de cada jugador. Cada uno tiene sus costumbres. Los hay que te dejan las raquetas el mismo día y te dan un margen de tiempo que consideran adecuado aunque nosotros luego le advertimos si se puede hacer o no y hay otros que nos las dejan el día anterior. Ellos también tienen la tranquilidad de saber que si durante el partido hay algún problema, nos pueden dejar la raqueta y en cuestión de 15-20 minutos la vuelven a tener en las condiciones que ellos necesitan.
¿Existe mucho estrés en el set de encordadores?
Sí, porque son muchos jugadores. Aquí hay un cuadro enorme de chicos y chicas y aparte, coordinar todo un equipo de encordadores también cuesta. Encordar una raqueta no es como hacer un bocadillo de chorizo, es hacer una paella. Si juntamos a varios cocineros cada uno la haría a su manera, pues con los encordadores es exactamente igual. Mi función es unificar el criterio de encordado para que todos más o menos lo hagamos igual para que si un día falta alguno, que los jugadores no noten mucho la diferencia.
¿Qué puede definir a un buen o mal encordador?
Eso te lo da la experiencia y la confianza que tenga ese jugador con el encordador. Los jugadores aquí en España me conocen desde que yo era muy jovencito y eso para ellos hace que vean en mí una figura que les da confianza a la hora de encordar. Creo que el hecho de ser mejor o peor te lo da la experiencia.
¿Es un trabajo que te gusta?
A mí me apasiona. Piensa que mi familia tenía una tienda de tenis y desde pequeñito ya he mamado la parte del tenis.
¿A qué edad encordaste tu primera raqueta?
Con 12 años. La EGB la terminé con 13 años y recuerdo que mis padres me preguntaron qué quería hacer y les dije que lo que quería hacer era encordar raquetas. Quizá mis padres hubieran preferido que yo fuera a la Universidad pero creo que han sabido reconocer que dentro de mi profesión he sabido crear mi propio nombre e identidad y que se sienten orgullosos.
Digamos que para ser encordador, te tiene que gustar mucho esto porque si no, podría llegar a cansar.
Sí, ocurre lo mismo con tu profesión, las horas que haces aquí... al final esto o te gusta mucho o no lo aguanta nadie. A veces tener que estar aquí 12 horas y esperar a que acabe un partido, la entrevista de después... diría que son profesiones muy vocacionales.
¿Tú también vives la soledad que tiene el mundo del tenis?
La soledad de la familia por supuesto que sí. Y también el del círculo de las amistades. No lo sentimos de forma tan exagerada como los jugadores pero sí que nos hemos perdido ciertas cosas por tener esta profesión. Yo cuando me voy tres semanas a Wimbledon, mis amigos me dicen 'Hala, tío, estás 20 días en Londres', y lo que no saben es que lo que veo es Wimbledon y la casa donde me hospedo, ¡nada más! Siempre que puedo intento conocer un poquito las ciudades porque es una lástima estar allí y sólo ver estadios, aeropuertos y hoteles.
Cuando llegas por la noche a casa después de esa larga jornada, ¿con qué te quedas siempre?
Con la satisfacción de no haber cometido ningún error. Un poco el objetivo que tenemos los encordadores es que no se nos quejen. Somos casi como los árbitros, cuanto menos hablen de nosotros, mejor.
¿Te ha pasado que alguno se te ha quejado más de la cuenta?
Muchísimas veces. Aquí el nivel de exigencia es altísimo. El tenis es un deporte de sensaciones y el jugador es una persona que de por sí tiene que ser egoísta y hay veces que algunos no aceptan los fallos como propios pero la verdad es que la gran mayoría si tienen un mal día lo saben reconocer.
Imagino que si llega al set de encordadores la raqueta de Nadal o Federer, la tensión debe ser un poco mayor.
Al final es nuestro día a día. En Barcelona si tengo que hacer 15 o 20 raquetas al día, al final no distingues uno de otro pero para nosotros es igual de importante la de Nadal que la de un chico que ha entrado "pelado" a la previa ya que para él va a ser muy importante el partido que va a jugar. Nosotros damos siempre el 100% en cada raqueta que hacemos.
He leído que a veces Roger se lleva a su propio encordador a los torneos. ¿Por qué suelen hacer este tipo de cosas?
Tienes que pensar que el tenis es un deporte de sensaciones y cada encordador tiene su propio sistema. Si te pones a buscar, existe el verbo 'encordar' pero la profesión como tal no está reconocida, es decir, que no hay una Universidad que unifique cómo se debe o no encordar. Cada uno lo hace a su forma. Lo que hace Federer no es algo común en todos los jugadores. Es un servicio muy exclusivo que económicamente solo lo pueden soportar los primeros del ranking y sí que hay varios que viajan con encordador propio en torneos de Masters 1000, Grand Slams o en otros que consideren muy importantes. ¿Por qué lo hacen? Porque así se aseguran que siempre sea la misma persona la que le encuerda la raqueta.
Tú conoces muy bien la raqueta de Rafa. Apenas le ha hecho cambios desde sus inicios, ¿no?
Cuando era pequeño jugaba con otro modelo dentro de la misma marca que lo patrocina y un año antes de ganar su primer Roland Garros cambió al modelo actual que tiene ahora. Con el tiempo, ese modelo ha ido sufriendo cambios de cosmética y él ha ido creciendo como jugador y los parámetros de la raqueta los ha ido retocando para poder continuar en lo más alto del tenis.
¿Cuál fue el último cambio que hizo?
En la punta de la cabeza le añadió un poco de peso porque creían que necesitaba un poco más de potencia para contrarrestar el juego de aquellos que más daño le hacían.
¿Él siempre usa la misma raqueta para cualquier gira o las va cambiando?
Rafa y todos los jugadores usan siempre la misma raqueta. Sí que es verdad que la marca que les patrocina les envían nuevas raquetas según lo consideren, cada dos, tres, cuatro meses... habrá quienes usen más o menos raquetas al año. Rafa debe ser de los Top 10 que menos raquetas usa al año.
¿Cuántas usa?
Unas 20-25 raquetas anuales.
¿Y alguien como Federer?
Unas 60 o 70.
Recuerdo el caso de Mannarino, que dijo el año pasado que había jugado solo con una raqueta en todo 2017.
Es que él está jugando con una raqueta que ya no se fabrica. En Paris-Bercy hablé con él y lo que hace es que se las compra él mismo. El jugador se mueve mucho por sensaciones y si a él le va bien con esa raqueta le da miedo cambiar de modelo o de marco para no empeorar.
¿En qué se diferencian las raquetas de Rafa y Roger?
La de Nadal es una raqueta muy polivalente tirando un poco más hacia la potencia mientras que Federer siempre ha tenido una raqueta muy tradicional, que se basa sobre todo en el control. Roger le bajó un poco el peso y agrandó el tamaño de la cabeza con el tiempo. Comparada con la de Nadal, la de Federer tiene mucho más control. Las raquetas de perfiles estrechos (tradicionales) como McEnroe, Agassi, Sampras... esas raquetas siempre nos dan mucho control.
En una entrevista que tuve con los de Wilson, me dijeron que pintando su raqueta toda en negro, Federer sintió como si fuese una raqueta completamente nueva. ¿Cómo se explica esto?
El hecho de que una raqueta negra te guste más que una blanca o una amarilla es algo que todavía no he podido entender. Es cierto que la pintura brillante suena diferente en el golpeo a la pintura mate. Eso lo puedo entender, pero que una raqueta negra me vaya mejor que una blanca... pienso que en el tenis también hay una parte mental respecto a esto.
Si le diéramos la raqueta de Nadal a Federer y la de Federer a Nadal y jugaran un partido...
¡Eso sería la hostia! (Risas)
¿Qué pasaría?
Pues no sé yo. Son tan buenos que lo mismo jugarían bien. Hablamos de los dos mejores de la historia, al menos para mí. Estos dos jugarían bien hasta con una sartén. Les costaría muchísimo, eso sí. Rafa vería que tendría que hacer mucho más esfuerzo para hacer el daño que hace de drive y Federer debería encoger el brazo o los latigazos que mete se le irían a la valla.
¿Podrías explicarme un poco cómo se modifica la tensión según las giras?
Los cambios de superficie te hacen cambiar de tensión. En tierra batida o hierba, se suelen poner tensiones más bajas mientras que en pistas duras se suben. También depende de la sensación de cada uno o de la climatología pero los cambios no son excesivamente bruscos. Aquí en Madrid se sube medio kilo más por la altura, por ejemplo.
La tendencia actual del tenis es a tener cuanta más potencia, mejor. Esto hace que para controlar mejor la pelota, se aumente la tensión y a su vez, esto a la larga es perjudicial para las articulaciones del brazo, ¿no?
Es algo contradictorio porque antiguamente, los materiales eran diferentes. Los marcos eran más flexibles y eso te daba más control. Los tenistas jugaban con cordaje de tripa, que era un material muy elástico. Hace 20 años era muy habitual ver una tensión de 26-27 kilos para poder tener algo de control pero hoy en día, los materiales son muy rígidos, tanto el marco como el cordaje y el jugador debe bajar la tensión media a 21, 22 o 23 kilos para tener cierta potencia, que la pelota le responda y a la vez, no destrozarse el brazo.
Aunque habrá casos y casos, ¿no?
Sí. Por ejemplo, aquí en Madrid, Daniel Nestor ha encordado a 8 kilos, que es una tensión muy baja, casi de squash, no de tenis. Kukushkin le mete 12, 13 kilos...
¿Qué porcentaje se le podría atribuir a los materiales de la gran cantidad de lesiones que vemos hoy en día en el circuito?
No diría que un porcentaje extremadamente alto, pero seguro que un 20-30% viene en consecuencia de los materiales.
Hace mucho tiempo vimos a Kuerten innovando con un tipo de material nuevo en su cordaje, la Luxilon, que le hizo ganar a sus rivales en Roland Garros. ¿Seremos capaz de ver algo así de nuevo en el corto-medio plazo?
Todos los departamentos de i+d de las principales marcas trabajan para sacar cosas nuevas. A nivel de materiales de raqueta va a ser complicado pero lo veo más difícil que haya una innovación tan grande pero bueno, la tecnología siempre nos sorprende.
Tú eres un hombre que ha vivido la época más dorada de España en la Copa Davis en estas dos últimas décadas. ¿Qué piensas de ese cambio que se quiere hacer?
Sería otra competición diferente. A nivel de jugadores o económicos les convencerá pero la magia la van a aniquilar. Cualquiera que viviera lo que pasó en Valencia ante Alemania, con todo el público entregado a sus selecciones... a mí me cuesta ver eso en China, la verdad. No veo 10.000 españoles desplazándose a China. A ver cómo acaba este tema.
Entiendo que eres partidario de que el formato se quede como está.
A mí me gusta el formato actual de Copa Davis. Entiendo que tiene sus carencias, con cambios de superficie, largos viajes... pero no veo lo del público en el nuevo formato. Las Federaciones deben pensar muy bien el tema de la afición, que será difícil que la gente se desplace hasta tan lejos para animar a su equipo.
Precisamente con la Copa Davis ocurrió un momento complicado para ti, cuando quedaste fuera del equipo en 2015. ¿Cómo viviste aquello?
Fue algo que no entraba en mis planes, que no imaginaba. 15 días antes me habían pedido el pasaporte para ir a Rusia, a Vladivostok, para hacerme el visado. Entendí que iba pero me llamaron para decirme que no iba convocado. Pregunté si había alguna razón, por si había dicho algo o había hecho algo mal y me respondieron que fue decisión de la capitana, Gala León. Que un nuevo capitán pueda querer a su propio equipo y eso lo puedo entender, pero no comprendí el momento en el que se hizo, que fue a mitad de temporada.
Fue duro para ti, ¿no?
Fue un golpe moral, sí. Tal y como se dio todo, a mí me afectó pero tampoco estuve mal mucho tiempo ya que tras hacerse público, no pasaron ni 24 horas y no cesaron los mensajes de ánimo por parte de los jugadores. Pasé de estar hundidísimo a venirme muy arriba ya que vi que me apreciaban y valoraban mi trabajo. Gracias a Dios, eso fue una mala experiencia pero enseguida volví al equipo.
Ese puede haber sido el peor momento de tu carrera pero, ¿y el mejor?
Cuando me convocaron por primera vez para la Copa Davis. Soy muy friki del tenis, me gusta muchísimo. El hecho de poder ayudar a tu país a conseguir títulos a nivel de tenis es una pasada. No sólo poder trabajar para mis ídolos sino convivir con ellos diariamente. No dejo de ser un chaval de Poble Sec, un barrio muy humilde y verme ahí para mí es una pasada.