A muchos, por supuesto que a los más jóvenes, pero también a otros que no lo son tanto, no les sonará el nombre de Monique Viele. Pero la realidad es que ese nombre respondía en los albores del siglo XXI a uno de los mayores talentos que el tenis femenino había engendrado jamás. Y a la postre, también acabó respondiendo a una de las mayores decepciones y montajes mediáticos y empresariales de los que se tiene constancia.
Su historia tenía todas las trazas de ser de cuento de hadas. Había arrancado relativamente tarde en el mundo del tenis, a eso de los 7 años, pero con una extrema celeridad, Monique, residente en el estado de Colorado, había crecid hasta límites insospechados, levantando la admiración de muchos y el seguimiento de grandes firmas.
Monique parecía tenerlo todo a su favor para ser una nueva Jennifer Capriati. Todos le veían un talento para el tenis descomunal, nunca antes observado. Estuvo en la Academia Nick Bolletieri en Florida donde el afamado entrenador se deshacía en elogios hacia ella, reconociendo que no había visto nada igual antes. El padre de Monique, Rick, absolutamente convencido de la valía de su hija, pudo conseguir hacerse con los servicios de uno de los entrenadores más prestigiosos de aquel momento, Rick Macci. "Será mejor que Jennifer (Capriati), Venus y Serena. Tiene un enorme potencial que no había visto antes. Un enorme talento", decía.
Si a su nivel tenístico, con el que ganaba casi todo lo que jugaba en su categoría, le sumamos una gran belleza, tenemos una realidad que no se le escapaba a las grandes firmas detrás del tenis en Estados Unidos. Pronto sería deseada por IMG, la más que conocida agencia de jugadores, que ofreció a la pequeña al manager Tony Godsick, quien ahora se encarga de Roger Federer.
Sería el actual presidente de los Estados Unidos, por entonces empresario, Donald Trump, el que pusiera su agencia T-Management al servicio de la precoz e incipiente jugadora. Su idea era que jugadores de menos de 45 años la retaran, convencido de que Monique podría con ellos.
La burbuja no paraba de inflarse y crecer, sin nada sólido, sin nada realmente tangible a lo que aferrarse para augurar lo que se estaba augurando. La propia Monique no escapaba a esa corriente, a esa locura a la que estaba siendo aupada por su entorno y por los medios, absolutamente sedientos de crear más figuras mediáticas de la talla de Capriati, Agassi, Sampras o las hermanas Williams.
Monique Viele fue la encargada de cantar el himno americano como acto previo a la final de Cayo Vizcaíno de 1999. La jovencísima jugadora sorprendía a propios y a extraños con sus palabras: "No me pongo límites. Soy capaz de hacer lo que quiera, podría derrotar a Hingis o Kournikova en poco tiempo. No quiero limitarme a convertirme en la número uno del mundo. Busco ser la número uno de la historia de este deporte, incluso entre los hombres. Quiero ser más grande que Pete Sampras". Palabras de una niña que estaba verbalizando sus sueños, sueños que escondían tras de sí una ambición desmesurada y posiblemente fuera de lugar, alimentada por todo su entorno.
Casi al tiempo que la burbuja de los portales de Internet, la carrera de la prometedora Monique Viele reventó. En poco tiempo se dejó de hablar de ella, desapareció en el firmamento como un fugaz cometa. Hasta los casi 15 años no competió de manera profesional ya que no la permitían previamente hacerlo desde la WTA. Se inició en Tokio con más pena que gloria y de ahí en caída libre. El año 2001 supuso su tumba tenística. El fin brusco de sus sueños. Dos serias lesiones en sus muñecas, de las que no pudo recuperarse, y la muerte de su padre. Estos hechos socavaron por completo sus ansias de victoria, sus delirios de grandeza.
Los patrocinadores huyeron, salieron corriendo, y ella no escogió otro camino que el de la retirada. Casi sin haber empezado. Tenía tan solo 17 años. Billie Jean King había tratado de apoyarla, invitándola a un torneo en Oklahoma, pero ella rehuyó la 'wild card'. No quería saber nada ya. Eran las 12 de la noche en el cuento de Cenicienta y toda esa mágica historia que había comenzado con 7 años se desvanecía cruelmente para no volver más. Intento hacer carrera como cantante sin éxito. Los últimos rumores apuntan a que es entrenadora. Y una verdad innegable: Monique Viele protagonizó la historia más ambiciosa del mundo del tenis. El mayor producto mediático que explotó a todos en la cara.