Kvitova vuelve a sonreír
La checa firma una semana brillante en Birmingham y se apunta un torneo sobre hierba tres años después. En su primer título tras el incidente sufrido en su domicilio.


Se lo merecía. Pocas tenistas han sufrido tanto como Petra Kvitova en los últimos tiempos. Todo empezó el pasado mes de diciembre, cuando un extrañó le atacó en su domicilio de Prostejov hiriéndola con varios cortes en su mano izquierda, con la que juega al tenis. Angustia, rabia, impotencia y, sobre todo, incertidumbre. Nadie podía asegurarle que volvería a ser la misma con la raqueta al ser operada tras aquel incidente. Pero sobre la hierba británica, donde ha logrado los mayores éxitos de su vida, Kvitova ha vuelto a sonreír y a demostrar que nada ha cambiado.
Llegó a Birmingham con una wildcard y solo dos partidos oficiales en la temporada. Y lo ganó. Lo hizo además de manera brillante, como si no hubiera estado meses alejada de la competición y superando un proceso de rehabilitación. Solo unas pocas elegidas pueden hacer algo así. Kvitova es una de ellas y ha firmado un torneo inmaculado. Se ha visto a una Petra muy confiada y tranquila, sabedora de que la vida le ha dado una segunda oportunidad y tomándose el tenis como lo que es: lo más importante de las cosas menos importantes.
La bicampeona de Wimbledon venía de dos temporadas aciagas en hierba. Su superficie predilecta se había convertido últimamente en un rosario de despropósitos y pocos apostaban por ella para hacer algo importante en Birmingham. Se equivocaron. Kvitova arrolló a todas las rivales que se encontró por el camino y se plantó en la final ante Barty con una facilidad asombrosa. No cedió ni un set. Es cierto que las circunstancias fueron favorables para la checa, que tras vencer a Smitkova, Broady y Mladenovic se encontró en semifinales ante una Safarova que llegaba vacía tras un maratoniano partido de cuartos. Apenas aguantó treinta minutos sobre la pista y se retiró cuando el marcador iba 6-1 1-0 a favor de Petra.
Muy sólida con su saque, acortando los puntos, evitando intercambios largos y con una agresividad controlada, Kvitova ha descubierto su mejor tenis en mucho tiempo. Sin ninguna presión por ganar, relativizando el deporte, ha vuelto a disfrutar con una raqueta en la mano y hoy venció en la final a una auténtica rottweiler como es la australiana Ashleigh Barty, especialista sobre el verde.
Esta vez el partido empezó muy cuesta arriba para la checa, algo imprecisa en la primera manga y sin opciones ante una Barty que lo estaba bordando con su servicio. Ya en el segundo asalto Kvitova recuperó parte de esas buenas sensaciones que le han acompañado la última semana y conseguía anotarse el set del empate, no sin algunas dificultades con su saque. Dificultades que continuaron a principios del tercero y definitivo, pero donde la experiencia de Petra y su carácter competitivo terminaron imponiéndose a la juventud de Ashleigh. La checa dio una lección sobre cómo ganar una final y cerró el partido exhibiéndose al saque y sin perdonar una bola al resto.
Kvitova no perdió la serenidad ni para celebrar el triunfo. Apenas una sonrisa y un abrazo con su equipo de entrenadores. Ya piensa en Wimbledon, donde acude sin ninguna presión, con poco que perder y mucho que ganar: solo defiende segunda ronda. La hierba de Londres puede volver a llevarla al Olimpo del tenis.