¿Sin ropa, zapatillas ni raqueta? Mucho mejor
Vaya historia la de Frank Dancevic esta semana en Nottingham. Con todo prestado y a última hora, fue ganando partidos como no lo había hecho en 2016.


"Me ocurren estas historias cada semana. Esto es normal para mí. ¡No bromeo!", asegura el número 292 del mundo, el canadiense Frank Dancevic, que osara en sus buenos tiempos a ganar un set al mismísimo Rafa Nadal en su tierra, en Montreal, o batir a un finalista de Wimbledon como David Nalbandian en la hierba del All England Lawn Tennis Club. Podrá ser verdad que no bromea, pero esta historia en concreto es para no perdérsela y que cuenta el portal Yahoo Sports de Canadá. Sin su ropa ni raqueta se las arregló para pasar la previa en Nottingham y hacer su mejor resultado del año en su primer torneo ATP en mucho tiempo.
Frank Dancevic, que llevaba casi un año sin tocar un torneo ATP en su cuadro final, se plantaba en la ciudad inglesa de Nottingham con esperanzas de pasar la fase previa y coger algunos puntos para su maltrecho ránking. Podía haber intentado colarse en la previa de Wimbledon pero decidió no hacerlo.
Su semana en Nottingham empezaba de la peor forma posible, mejor dicho, su fin de semana, ya que primero tenía que disputar fase de clasificación. Una huelga de operarios en el aeropuerto de Bruselas, de donde procedía el canadiense, había supuesto que su maleta se quedara retenida en la capital belga. Al día siguiente de su llegada a la Islas, Dancevic debía disputar su primer encuentro sobre la hierba de Nottingham. Pero claro, ¿cómo lo iba a hacer? Estaba sin ropa, sin calzado, y menos de hierba, y sin raqueta. Digamos que toda su profesión se había quedado atascada y medio perdida en un aeropuerto muy lejos de allí. No le quedaba otra que actuar y rápido para solucionar el entuerto.
Lo primero que hizo el de Niagara Falls fue adquirir dos raquetas. Posteriormente fue a buscar unas zapatillas, unas de hierba exactamente, algo obligatorio para poder pisar las pistas denominadas también como de 'Lawn Tennis'. Aquí comenzó el verdadero jaleo para Dancevic. En la tienda del torneo no tenían ningún par, recurrió entonces a encargarlas por Internet. Lógicamente no estarían a tiempo para su primer partido, pero al menos tendría zapatillas para más adelante. Pero es que, para más desgracia, las zapatillas que había pedido, tampoco llegarían como su maleta de Bruselas. Le habían cancelado el pedido. Se quedaba con poco margen de acción. Momento de medidas desesperadas.
A Dancevic no le quedó otra que recurrir al préstamo. Le pidió un par de zapatillas a su amigo el tunecino Malek Jaziri y de esa manera pudo saltar a la pista. La camiseta y calcetines si pudo comprarlo sin mayores problemas, además de la misma marca que le esponsoriza, no así los pantalones, que tuvo que pedírselos a Teymuraz Gabashvili. Ni corto ni perezoso, con un material totalmente distinto al suyo (y teniendo en cuenta lo que esto supone para un tenista, siempre tan recelosos de lo suyo y de sus costumbres y rutinas), pasaba a segunda ronda de la previa venciendo al croata Pavic.
En segunda ronda de la previa se las veía con Sam Groth, el tremendo sacador australiano. Aquí el problema residió en que las zapatillas que había usado en su debut ya no las tenía a su disposición. Las necesitaba Jaziri para entrenar. ¿Qué hizo entonces? Pedírselas ahora al entrenador del tunecino. Y así pudo seguir su andadura llena de contratiempos por Nottingham. Superó a Groth y al cuadro final, donde chocaba con el invitado británico Alexander Ward. Dancevic ya estaba como pez en el agua, con su nueva equipación, su nueva raqueta y sus zapatillas prestadas. A segunda ronda del cuadro principal. Esta vez, el kazajo Mikhail Kukushkin sería el oponente.
Para no tener más problemas con las zapatillas de hierba, el canadiense se las compró al entrenador de Jaziri. Ese mismo día llegaba su equipaje de Bruselas. Ese mismo día. Una ligera duda se paseaba por la cabeza de Dancevic. ¿Seguir con la equipación con la que estaba sintiéndose tan cómodo? ¿O retornar por fin a la normalidad?
Hizo lo más lógico. Saltó con su equipación habitual incluidas sus raquetas que poseían un cordaje diferente al de las que había comprado en Nottingham. ¿Resultado? Un set abajo ante Kukushkin. ¿Se iba a atrever a volver a cambiarse? Desde luego. Esa especie de superstición que le invade a un tenista y que en este caso tenía mucho de lógico. Si algo va bien, no lo cambies. Con la ropa, raqueta y zapatillas de Nottingham, el canadiense remontó el partido y pasó una ronda más. Ya iba a ganar más dinero esa semana que prácticamente lo que había ganado en 2016.
"Yo sentía mejor la bola con el otro cordaje, con este sentía que no tenía potencia. Pero estaba conectando más saques directos y ganando más puntos gratis al saque. Y capaz de ejecutar buenos saques con ángulo. Quizá cambié para bien", admitía Dancevic. La realidad fue esa, que el canadiense se transformó y pudo sacar adelante ese duro encuentro. Su peculiar andadura en Nottingham llegaba a su fin ante Aleksandr Dolgopolov en tercera ronda, pero lo vivido por Frank Dancevic esos días fue de locos y lo más sorprendente de todo es que, fue para bien.