
El tenis centroeuropeo siempre ha sido una referencia a nivel mundial y Checoslovaquia, (con la unión de las dos repúblicas) fue una nación poderosa cuando estuvo unida y dio algunos de los grandes talentos en el mundo del tenis, aunque sus mayores figuras, Ivan Lendl y Martina Navratilova, tuvieron que exiliarse por los problemas políticos que tenían en la época del comunismo. Hoy en día, los dos mayores representantes de la historia del tenis checo, eslovaco o checoslovaco, (como prefieran), se consideran estadounidenses y se identifican con esta bandera y con este pasaporte.
Identificar a checos, eslovacos o checoslovacos, principalmente depende de en qué época de la Era Abierta nos fijemos. Ambas Repúblicas se separaron para cobrar autonomía propia el 1 de enero de 1993 pero, al contrario que otras muchas escisiones geopolíticas, la República Checa y la República Eslovaca mantienen excelentes relaciones diplomáticas, políticas y sociales.
El tenis checo y el eslovaco se escindieron, pero la evolución ha sido completamente distinta. Mientras que en la República Checa se ha mantenido un nivel muy alto y, sobre todo en la ATP, siempre ha habido tenistas de nivel para competir por el Top 20 e incluso jugadores en el súper élite mundial, el tenis eslovaco parecía estancarse.
En el apartado femenino tanto checas como eslovacas salían cuentagotas, pero la última hornada es espectacular.
Sin embargo, el deporte checo siguió triunfando con el paso de los años y aunque no ha vuelto a salir un superclase de la calidad de Lendl, siempre ha habido jugadores notables.
Jugadores checos ATP
Jiri Novak fue un hombre muy completo y que parecía que podría haber sido un digno heredero, pero nunca llegó a explotar. Su mejor resultado como jugador de individuales fue una semifinal del Abierto de Australia.
Junto a él, pero un poco más mayor estuvo la presencia de Petr Korda. El jugador nacido en Praga logró consagrar lo que apuntaba como júnior cuando consiguió hacerse con el Australian Open en 1998 y ya había apuntado sus cualidades cuando jugó la final de Roland Garros en 1992. Un tenista zurdo con muchos recursos y con un elegante revés a una mano. Antes de ellos también había destacado Karel Novacek, aunque estuvo un puntito por debajo de estos dos y despuntó a mediados de los ochenta. Llegó incluso a ser un Top 10, pero no pudo brillar especialmente en ningún Grand Slam.
Los tenistas checos siempre se han definido por ser jugadores con una potencial físico notable, (menos Petr Korda, que era bastante más flaco y basaba su juego en la gran variedad de golpes que tenía). Jugadores con potencia, pero también muy bien dotados técnicamente. El doble ha sido siempre una modalidad que, históricamente han dominado y, de hecho, hay muchísimos jugadores que o son doblistas o, sencillamente, tienen mucha facilidad para adaptarse al juego táctico. Muy disciplinados y muy competitivos.
En los últimos años, la república checa está siendo manantial de grandes talentos, aunque el más destacado, evidentemente ha sido Tomas Berdych. De gran altura y de una fortaleza envidiable, Berdych, además, se adapta a todo tipo de superficie y su juego es perfectamente compatible con pistas rapidísimas tanto como con la tierra batida.
De hecho, de Berdych se esperaba que fuera un hombre más regular y que estuviera, incluso, más cerca de los mejores del mundo. Indiscutiblemente tienen madera y talento Top 10 y será muy difícil que pierda esta condición, pero no es menos cierto que tiene altibajos que no le permiten dar un paso más adelante en su carrera.
Junto a él, Radek Stepanek ha sido otro jugador peligrosísimo dentro del circuito. Radek es un jugador, sin embargo, que no destaca especialmente por su potencia física a pesar de su altura. Es un tenista con muchos recursos y que puede adaptarse bien, también a cualquier superficie, pero sí es uno de los pocos jugadores del circuito que emplea el saque y la volea como argumento principal de su juego. Desde luego es capaz de jugar desde el fondo de la pista pero, “El Gusano”, como es conocido por su curiosa forma de celebrar determinadas victorias bailando con su cuerpo pegado al suelo, ha sido un jugador con mucha riqueza táctica y muy peligroso en todos los territorios.
Juntos han conformado uno de los equipos más poderosos de Copa Davis. Una lástima para la República Checa que haya coincidido en una época en la que España ha combinado una generación espectacular casi imbatible en eliminatorias en tierra batida y con potencial para competir en pistas rápidas, porque podrían haber conseguido alguna Ensaladera.
Además, como decimos, de la gran cantidad de tenistas que les podían ayudar en el doble: Hajek, Dlohy, Ivo Minar, Ulihrach…
La joven perla: Rosol
La nueva joya de la corona checa se llama Lukas Rosol. Al igual que la mayoría de sus compatriotas, Rosol es un hombre muy alto y que está dando sus primeros pasos en el circuito aprovechando su espectacular potencia con el servicio. De momento ya ha sido el centro mediático mundial después de su enorme victoria ante Rafael Nadal en la segunda ronda de Wimbledon. ¿Dónde puede estar el techo de Rosol? Esta respuesta probablemente esté en su capacidad para explotar sus recursos, que son muchísimos. En cualquier caso, cabe destacar que una de las características que siempre han definido a los tenistas checos es su capacidad de sacrificio. De hecho, Ivan Lendl fue el precursor del tenis moderno, entendido como tal, aquel donde el tenista es primero un atleta y después un jugador de tenis. Entrenamientos en doble sesión con un preparador físico exclusivo. Dietas, horarios drásticos de entrenamiento, alimentación y descanso… etcétera.
Bajo estas premisas, Rosol tiene tenis para mucho más que ganar un gran partido, quizá pueda ser regular y hacer grandes papeles en grandes torneos.
El tenis femenino checo
Mientras el tenis masculino checo ha sido un constante fluir de jugadores, el tenis femenino ha estado mucho más tapado en un segundo plano. Sin embargo, la irrupción de Petra Kvitova, ha dado un vuelco a la situación y ha vuelto a poner en órbita al tenis checo, al que, además, le ha dado una Copa Federación y apunta muchas más noticias de este estilo.
Las predecesoras, como bien es conocido de todo el mundo fueron Jana Novotna y Martina Navratilova. Martina fue mucho más que un personaje trascendente en el mundo del deporte y, posiblemente, la mejor tenista de la historia. Una jugadora devastadora que presenta unos registros increíbles y muy difíciles de igualar.
Dejando al margen el debate de si ha sido o no la mejor de la historia, desde luego, lo que sí fue es una revolucionaria dentro del mundo del deporte, (no sólo del tenis) y una mujer que hizo tambalearse todos los cimientos socio políticos y que dio una vuelta a la sociedad que le rodeaba. Tuvo el valor de ser una mujer que manifestara su tendencia homosexual y le diera una naturalidad hasta entonces prácticamente inaudita. Quitó un montón de tapujos al mundo del deporte y abrió las puertas a la normalidad en algunos temas que, sencillamente eran tabús a finales del siglo XX. Tan sencillo como poder manifestar sus tendencias homosexuales sin tapujos ni tener que esconderse ni avergonzarse de nada. Una líder para el movimiento homosexual y todo un símbolo del lesbianismo. Además, lucho contra las prohibiciones del socialismo que limitaban su progresión. Tuvo que recluirse en Estados Unidos y, desde allí, formar una nueva vida.
Junto a ella, pero en una época posterior, apareció la figura de Jana Novotna, una digna sucesora de una mujer con esta calidad y este carisma.
Novotna no llegó a la altura de Navratilova, pero sí llegó a ser una jugadora con grandes resultados en distintos Grand Slams, llegó a ser número 2 del ranking individual femenino y líder del ranking de dobles, donde destacó consiguiendo hasta 12 títulos de Grand Slam. (Como decimos, una jugadora excelente).
Tras ella un gran vacío de una jugadora con este talento.
Sí ha habido tenistas de alto nivel como Lucie Safarova, que ha llegado a codearse con la élite, sin estar entre las Top 10, así como Zakopalova. A nivel individual femenino la República Checa suele tener varias jugadoras en el Top 100 y muchas doblistas de calidad. Hoy en día, la pareja formada por Hradecka y Hlavackova es una de las mejores del mundo. Junto a ellas, la presencia de Kvitova han convertido al equipo checo en el principal rival a batir en la Copa Federación.
Petra Kvitova es la mujer que encarna la excelencia dentro de esta nueva generación de tenistas checas. En 2011 estalló tras ganar en Wimbledon y convertirse en la segunda jugadora del ranking mundial. Su estilo de juego sigue la tendencia de la nueva generación de tenistas de la élite: Una jugadora con golpes demoledores desde el fondo de la pista que quiere ganar cada punto a palazos, (tiros planos durísimos).
A Kvitova no le acompaña una excelente condición física y tiene que entrenarse muy duro para evitar sobrepeso. Cuando está en forma su zurda corre como un auténtico obús y tiene suficientes argumentos para sobrevivir defensivamente pero le cuesta mucho ir a remolque en los partidos o en los puntos en los que es dominada.
Kvitova, junto a Berdych, confirman, posiblemente, la mejor combinación del tenis masculino y femenino de la actualidad. Por eso son campeones de la Copa Hopman, que es un torneo al que el mundo del tenis le da poco prestigio, pero que realmente habla del nivel medio de ATP y WTA de cada federación.
El tenis eslovaco
Mientras los tenistas nacidos en el territorio que hoy domina la República Checa han sido regularmente jugadores competitivos y Chequia casi siempre ha tenido hombre y/o mujeres entre los 20 ó los 30 primeros, curiosamente en Eslovaquia las cosas no han funcionado exactamente igual. Echando la vista atrás, el mejor jugador nacido en este territorio no podría considerarse exclusivamente eslovaco porque mientras compitió siempre lo hizo bajo la bandera que unía a las dos repúblicas y era considerado checoslovaco. En cualquier caso, Miroslav Mecir, es uno de estos tenistas que, por distintas circunstancias, pasan de forma anónima después de ser un jugador fantástico y con logros realmente notables.
Nacido en Bojnice, (Eslovaquia), compitió a un nivel altísimo en los 80, sobre todo en la parte final de la década donde consiguió, ni más ni menos, que la medalla de oro en Pekín. Para aquellos que le dan mayor o menor trascendencia a los Juegos Olímpicos, Mecir consiguió, groso modo, los mismos méritos que Andy Murray a nivel de títulos. El más importante el oro olímpico y también jugó dos finales de Grand Slam, el US Open de 1986 y el Abierto de Australia de 1989. Curiosamente, ambas las perdió contra su compatriota Ivan Lendl.
Mecir era un jugador muy completo, (también llegó a jugar semifinales tanto en Roland Garros como en Wimbledon) y su ranking más alto fue el de número 3. A la sobra de Lendl, Mecir fue un grandísimo jugador que podría ser considerado el mejor eslovaco de la historia.
El tenis eslovaco ha perdido un gran referente que se codee habitualmente con la élite, pero sí tuvo a un hombre que lideró a su selección a una final de Copa Davis, y de esto no hace tanto: hablamos de Dominic Hrbaty.
Hrbaty era un jugador bastante atípico que tenía una característica en su juego que molesta y dificulta mucho a los rivales: Era un jugador que escondía su golpe hasta el último segundo. Su mejor resultado en un Grand Slam fueron las semifinales de Roland Garros de 1999, pero su gran proeza fue liderar a su equipo en la edición de 2005, donde Eslovaquia llegó a la final de la Davis. Con un equipo bastante competitivo, con Karol Beck de lugarteniente, Eslovaquia jugó todas las eliminatorias como local y acabó plantándose en la final, donde perdió contra la Croacia de Ljubicic y Ancic, (un equipazo).
Beck no fue un tenista especialmente destacado dentro del circuito de dobles, pero ayudó mucho a su selección. Junto a ellos, otra figura fue muy importante en su destacado logro de 2005, la de Michal Mertinak. Un mediocre jugador de individuales, pero un notable doblista.
Llegó a conseguir 12 títulos en su carrera como doblista.
Antes que esta generación el mejor tenista que les precedió después de la ausencia de Mecir fue Karol Kucera. Un hombre especialista en pistas rápidas, (césped y moqueta), que llegó a ganar 6 títulos de la ATP e incluso a coronarse como Top 10.
Ahora mismo, lo más destacado es la presencia de Lukas Lacko, un jugador que no parece que vaya a acabar de despuntar.
Sin embargo, en el circuito femenino sí que hay una generación interesante de eslovacas. Encabezadas por Dominika Cibulkova y Daniela Hantuchova, Eslovaquia ha conseguido una pareja de jugadoras de élite que rompe una sequía difícil de explicar con la cantidad y calidad de tenistas que es capaz de generar su República vecina y amiga.
Poco tienen que ver una con la otra jugadora. Hantuchova, 6 años mayor, llegó a ser una de las mejores jugadoras del circuito, sobre todo en su momento de eclosión, a principios de 2000, donde su poderosísima pegada le convirtió en una jugadora temible por todas las del circuito. Hantuchova es una atleta en toda regla. Una verdadera fuerza de la naturaleza que, sin embargo, con la llegada de la nueva hornada de jugadoras jóves, ha perdido jerarquía en la WTA. Además de ser una buena jugadora a nivel individual, ha destacado como doblista. De hecho, formando dobles mixtos ha completado el Grand Slam, ganando Wimbledon (2001), Australia (2002), Roland Garros (2005) y el US Open (2005).
Cibulkova, por el contrario, es una jugadora mucho más débil, (Hantuchova maneja récords de fuerza impresionantes y se le reconoce como una haltera realmente destacada), pero mucho más rápida y con más recursos técnicos. Ha ganado dos títulos a nivel individual en el último año (Moscú y San Diego) y aporta una gota de frescura al circuito.
Ambas le han dado a Eslovaquia un punto más de calidad. Todavía lejos de las prestaciones del tenis checo, pero todo un ejemplo para futuras generaciones.