Tsitsipas y la moraleja del tiburón

El griego se encuentra en una piscina llena de tiburones. Habiendo perdido el hambre desde hace tiempo, o la recupera o corre serio riesgo de ser devorado.

Jose Morón | 13 Jan 2025 | 18.00
facebook twitter whatsapp Comentarios
Tsitsipas y la moraleja del tiburón. Foto: Getty
Tsitsipas y la moraleja del tiburón. Foto: Getty

En 2017 tuve la oportunidad de hablar con Alex Corretja en el torneo de Madrid, y me hablaba del circuito como una piscina llena de tiburones, en la cual, si no estabas lo suficientemente hambriento, te comían. Es, precisamente, lo que le está pasando a Stefanos Tsitsipas. Hoy, el griego, volvió a quedar fuera a las primeras de cambio en un Grand Slam y se parece muy poco o nada al jugador que brilló en este mismo torneo hace solo unos años.

Stefanos, a sus 26 años, debería ser un tenista cerca o metido de lleno en su etapa de madurez tenística. Esa edad en la que físico e inteligencia se abrazan para alcanzar el pico máximo de rendimiento de un deportista. Por sus números en los últimos tiempos, la de Tsitsipas parece más la carrera de un tenista en declive. Después de lo de hoy, no son pocos los que se preguntan si todavía podremos recuperar para la causa a un Stefanos que hoy parece tener el foco en otro sitio que no es el tenis.

En este mismo torneo, el griego tuvo varios de los mejores momentos de su -todavía- corta carrera. En estas pistas, no hace mucho que Tsitsipas asombró al mundo ganando a Federer o Nadal, y jugando la final en el año 2023. En este 2025, Stefanos se irá a casa preguntándose qué ha pasado para que, en tan poco tiempo, haya pasado de un extremo a otro. De ser considerado un candidato a ganar este tipo de torneos, a que a casi nadie le sorprenda que se vaya fuera a las primeras de cambio en un Slam.

Intentando encontrar respuesta a esa pregunta, el heleno analizaba en rueda de prensa su situación actual. “En 2020 tenía más frescura mental. Parecía que tenía más hambre que ahora”, analiza Stefanos. “Tenía el hambre, entonces, de hacer del tenis mi vida. Es diferente ahora. El tenis ha variado mucho. Siento que, hace años, había una energía distinta. Diría que soy mejor jugador de lo que era entonces, aunque ahora pierda más”, desarrollaba.

Suena contradictorio, a priori. ¿Cómo se puede perder muchas más veces cuando, se supone, eres un mejor jugador? Es probable que Stefanos confunda trabajar de una mejor manera con ser mejor jugador. El tenis no ha cambiado de manera tan drástica desde 2021 como para justificar esto. Solo hay que ver cómo ha evolucionado un tenista de corte parecido al suyo, como Dimitrov, alcanzando un nuevo pico en cuanto a tenis en el último año y medio. Su problema puede estar en cómo se ha estancado su tenis en los últimos cuatro años y en la falta de evolución necesaria para hacer frente a una generación como la de Sinner o Alcaraz.

Tsitsipas ha vivido en primera persona que el tenis es un deporte en constante evolución. No puedes hacer lo mismo hoy que hace cinco años. O te adaptas o te quedas atrás. Nadal, Federer y Djokovic lo saben muy bien. Fueron evolucionando y adaptándose de manera genial a este juego. Solo así han podido tener tanto éxito casi veinte años después de su irrupción. El heleno sigue en el mismo punto en cuanto a debilidad por la parte del revés, del que incluso podríamos decir que ha empeorado respecto a años anteriores, así como en su devolución, cuyo nivel está lejos del top. Así, difícil progresar.

“Antes, el juego no era tan físico”, continúa analizando Tsitsipas. “Ahora, todo se ha vuelto más físico. Los márgenes son más pequeños. La innovación ha dado un paso adelante y ha permitido a los jugadores sacar mejor que antes. Antes, todo era menos potente. Era físico, pero no tanto como ahora”, sentenciaba en su reflexión. Stefanos se ha dado cuenta que jugar bonito y estético ya no basta, y que ahora necesita un “algo” que le falta para volver donde estuvo una vez. A sus 26 años tiene tiempo de sobra para reconducir la situación y volver a soñar por grandes objetivos. Calidad tiene para ello. Después de liberarse de su padre, todavía necesita elegir un entrenador que le haga recuperar la ilusión y las ganas. 

Haría a bien el heleno en aprender la moraleja del tiburón. En esa piscina en la que se encuentra desde hace años, Tsitsipas era un pez que nadaba libre y sin miedos, sintiéndose fuerte. Al no evolucionar o no sentir peligro, terminó por no moverse, no evolucionar. Eso fue percibido entre el resto de especies de la piscina. En el medio ambiente, solo prosperamos cuando superamos desafíos. A Tsitsipas le han empezado a comer el resto de tiburones, viendo que no se movía. O recupera pronto el hambre o terminará por ser devorado del todo.