Dominic Thiem, un legado eterno

Repasamos la trayectoria de un jugador que deja una huella profunda en la memoria y el corazón de los amantes del tenis.

Diego Jiménez Rubio | 23 Oct 2024 | 00.48
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Dominic Thiem, artículo homenaje en su despedida. Foto: gettyimages
Dominic Thiem, artículo homenaje en su despedida. Foto: gettyimages

La búsqueda de la gloria y la decepción tras hallarla; el apasionante día a día explorando límites propios y ajenos hasta conquistar la cima y sentir un vacío abismal. Así puede resumirse la carrera de Dominic Thiem, un jugador que se marcha a los 31 años satisfecho y orgulloso con lo que ha hecho, valorando la magia de sus logros mucho más que la desgracia que nos priva de su talento antes de tiempo.

Un niño se enamora del tenis y domina a todos sus rivales, hasta que alguien le explica que va a dejar de ser el mejor durante unos años porque necesita cambiar su revés. Pasará de jugar a dos manos a empuñar este golpe a una. Llevará un tiempo de adaptación y, cuando empieza a ver la luz, un crecimiento desorbitado en el verano de los 16 años genera problemas físicos, descompensaciones anatómicas y dudas. Dominic Thiem ha vivido en un reinicio constante, hasta que la computadora de su mente colapsó, agotada de reinventarse para desafiar una gloria que fue conquistada, pero no disfrutada.

Cuenta que se podía ver a Thiem correteando por los bosques austriacos cuando ya se asomaba la élite, siguiendo rutinas militares consistentes en transportar troncos entre caminos plagados de obstáculos, guiándose a la luz de la luna y entendiendo que solo así, podría alcanzar sus sueños. Apodado como el Príncipe de la tierra batida, no presenció atisbo de abdicación en el Rey supremo, frente al que chocó en dos finales de Roland Garros, pero al que sí pudo derrocar en pista dura. 

- Thiem estuvo 260 semanas en el top-10, y 26 de ellas como 3 del mundo

Pocos jugadores han osado poner en entredicho el dominio del Big 3 y uno de ellos ha sido Thiem. Balance favorable ante Federer, capaz de ganar en 6 ocasiones a Nadal y en 5 a Djokovic, muchas de ellas en rondas avanzadas de los torneos más importantes del mundo, campeón de Masters 1000 (Indian Wells), de Grand Slam (US Open) y dos veces finales de las ATP Finals. Su reconversión para pasar de ser un especialista en tierra batida a erigirse en un todoterreno capaz de desbordar a cualquiera, son dignas de una película.

Nunca olvidaremos esa derecha con la que parecía generar un seísmo en el planeta, esa manera de pasar la mano hacia delante mientras su cuerpo se balanceaba al son de su muñeca, imprimiendo un efecto liftado a su pelota digna de un heredero de Nadal. Esos gritos con los que desgarraba el aire tanto como lo hacían sus vertiginosos golpes de revés a una mano, esos saques con efecto letal que desplazaban al rival como si de una marioneta se tratara.

- Acumula 17 títulos ganados y 12 finales perdidas

Thiem llevó a su cuerpo y su mente más allá de los límites razonables, se erigió en una roca capaz de desgajar la confianza de los mejores de la historia en sets decisivos (8-3 a favor contra el pleno del Big 3) y en tiebreaks (14-7 contra Roger, Rafa y Novak). Encontró el merecido premio en ese US Open 2020 despojado de público y condicionado por las medidas antiCovid, y se dio cuenta de que llevaba toda su vida luchando por algo que no le hacía feliz, y que lo que realmente le daba felicidad era ese proceso tan estresante de búsqueda de la excelencia, imposible de repetir con el tanque de energía vacío.

Quiso la vida que, cuando estaba recuperando la motivación, su cuerpo no acompañara a la mente y sacara bandera blanca pidiendo clemencia de la forma más cruel. La rotura de muñeca sufrida en Mallorca 2021 fue el colofón a la carrera de un gigante, que intentó volver por sus fueros, pero se topó con la cruda realidad. Nada era como antes. Se marcha dejando un legado de partidos inolvidables, actitud muy deportiva y honor competitivo intachable. Se nos va Dominic Thiem, pero jamás podremos olvidarle.