El insomnio más celebrado de Belinda Bencic

Hace tres años, en aquellos Juegos Olímpicos tan marcianos de Tokyo, la suiza consiguió irrumpir en los libros de historia. “Aquello fue como ganar un Grand Slam”.

Fernando Murciego | 8 Aug 2024 | 07.00
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Belinda Bencic, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio. Fuente: Getty
Belinda Bencic, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio. Fuente: Getty

Cómo se echa de menos a Belinda Bencic. Es cierto que nunca fue de las jugadoras más regulares, que siempre tuvo cierta alergia a la tierra batida, además de ser bastante proclive a las lesiones. Sin embargo, cuando la suiza estaba bien, daba gusta verla. Ahora no la vemos porque fue madre por primera vez hace unos meses, por lo que su 2024 lo pasará lejos de las pistas. Así que lo único que nos queda es recordarla a través de su mayor conquista, la de aquella medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde también sacó fuerzas para colgarse otra medalla de plata en el dobles.

“La verdad es que estuve despierta toda la noche por los nervios que tenía, fue imposible dormir nada”, comienza explicando la de Flawil en un reportaje elaborado esta semana por los compañeros de WTA. “Eran demasiadas emociones las que corrían por mi cuerpo, la sensación de estar tan cerca de lograr tu sueño. Para mí, además, resultó agotador el hecho de jugar cada día en singles y dobles, sumado al calor que hacía. Llegué a estar al límite de energía, por lo que me despertaba muy cansada al día siguiente, luchando con ello y pensando que el momento era ahora o nunca. La adrenalina de ese último día fue lo que me ayudó”, rememora tres veranos después de aquella final dramática ante Marketa Vondrousova.

“El recuerdo sigue ahí pero, definitivamente, no se siente como hace tres años”, advierte la ex Nº4 mundial. "En mi memoria sigue muy presente, pero tres años son muchos años. Digamos que muchas cosas han cambiado en todo este tiempo. Me viene a la mente, por ejemplo, el partido con Krejcikova en octavos de final, después de perder el primer set 6-1 hubo un retraso por lluvia, ahí me puse a hablar por teléfono con mi entrenador, Sebastian Sachs. Él estaba siguiendo el partido en streaming, así que me dijo lo que tenía que cambiar. Al salir intenté algo totalmente diferente, jugando más liberada, aquella fue una gran pelea con momentos delicados para ambas”, analiza como si hubiera sucedido ayer.

Una vez ubicada en las dos finales, la misión de Bencic en Tokyo ya estaba cumplida, aunque ella misma reconoce que nunca se dio por satisfecha. “Al principio ni siquiera piensas en la opción de ganar una medalla, eso va llegando partido a partido. Tal vez estaba tan ocupada, jugando singles y dobles el mismo día, que simplemente no tuve tiempo de pensar más allá. Lo que sí recuerdo es cómo fue aumentando la presión, cada día era mayor. Recuerdo apagar mi teléfono móvil para no recibir los mensajes de la gente: ¡todos me pedían la medalla! Una vez pasé a la final, empecé a llorar porque no podía creer que lo hubiera conseguido, aunque una vez ahí lo que quieres es el oro”, valora con emoción.

GLORIA PARA SUIZA

Es evidente que aquella doble medalla supone el mayor hito, hasta el momento, de la carrera de Belinda Bencic. Sin embargo, el logro se hace mucho si apuntamos al país que representa, un país que anhelaba recuperar esa medalla de oro individual que solamente habían saboreado en las manos de Marc Rosset en los Juegos de Barcelona 1992. Un éxito sin precedentes que llevó muchísima felicidad a sus paisanos, tal y como recuerda la propia jugadora.

“Por supuesto que conocía el dato, para mí sigue siendo increíble pensar que ninguno de los dos –Federer-Wawrinka– lo haya podido ganar en individual, así que tuve que apañármelas para ser yo (risas). En Suiza generó tanto ruido como si hubiera ganado un título de Grand Slam, de alguna manera cerraba un ciclo para mi país: ahora sí que lo habíamos ganado todo. Cada vez que lo pienso siento orgullo de mí misma, de lo que logré, imposible olvidar esas emociones. Es algo muy diferente a lo que te puede pasar en cualquier otro torneo, una experiencia genial que se quedará en mi mente para siempre”, concluye la tenista de 27 años.