
Hace un par de años, el francés fue uno de los primeros en pronunciarse sobre la supuesta exención que había recibido Novak Djokovic en Australia, siendo además uno de los pocos jugadores que, junto con el serbio, decidían no vacunarse en época de pandemia. Ahora, múltiples meses más tarde, Nole se enfrentará a Pierre Hugues Herbert en la primera ronda de Roland Garros 2024.
Como gran parte de los tenistas, el galo de 33 años tiene su historia de superación. Lo que resulta particular es que esta procede de una situación completamente alejada de las pistas, un contexto que le hace ser quien es a día de hoy, con una fuerte mentalidad que tuvo que forjar a base de este duro golpe.
"Lo que me viene a la mente es el calvario por el que hemos pasado con mi hijo Léandre (2023), que ha estado gravemente enfermo y que está ya sano desde el 9 de abril", explica el tenista francés en una entrevista con L'Equipe. "Jugar en la Philippe Chatrier después de estar dos semanas en el hospital de Necker (París) y un mes en el de Basilea durante los últimos siete meses... Ha sido un proceso largo", confiesa Pierre Hugues.
"Cuando mi hijo tenía cuatro meses empezó a tener convulsiones. Pensábamos que eran ataques epilépticos, pero eran ataques de hipoglucemia. Tenía una condición llamada hiperinsulinismo, lo contrario a la diabetes. En vez de tener una falta de producción de insulina, mi hijo tenía una sobreproducción de insulina, incluso cuando tenía niveles muy bajos de azúcar. El problema es que cuando se tienen hipoglucemias repetidas, el cerebro se puede dañar gravemente". Herbert relata que la segunda semana de hospitalización se produjo en el inicio del US Open, por lo que tuvo que desplazarse para pasar la segunda semana junto a su familia.
"Intenté entrenar todo que pude. Pasé poco tiempo en la pista, pero lo hice lo mejor que pude. Conseguimos convertir toda la experiencia en algo positivo", comenta Pierre Hugues, quien comparte el final feliz de la historia. Los médicos descubrieron que era una parte del riñón la dañada y que podía operarse: "Es un momento complicado ese de llevar a tu hijo al quirófano. Le extirparon la zona que estaba funcionando mal y nos dijeron que Léandre estaba curado".
Una lección de vida
"Cuando Léandre se puso malo, yo era el número 400 del mundo. Esa terrible experiencia me dio el instinto de supervivencia. Tenía un papel que desempeñar en la familia y, de cierta manera, no tenía margen de error. Mi hijo me ayudó mucho, fue muy inspirador. Es impresionante ver la fuerza que podía tener con menos de 1 año", dice un Herbert que aún está procesando la buena noticia. Mientras digiere su nueva situación, el francés prepara ya su estreno ante Novak Djokovic en Roland Garros: "Es gracioso porque con mi historia, con todas las batallas que he tenido últimamente, me hace reír. Vivo este Roland Garros como una recompensa, una celebración".