Varillas y la ilusión de hacer historia por Perú

Juan Pablo es el primer peruano en tercera ronda de un Grand Slam en 17 años, premio merecido a una carrera de sacrificios y decisiones complicadas.

Carlos Navarro | 1 Jun 2023 | 14.37
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Juan Pablo Varillas. Fuente: Getty
Juan Pablo Varillas. Fuente: Getty

Hay historias escondidas en la trinchera del mundo del tenis que merece la pena conocer. Historias de ilusión, sacrificio, apuestas valientes para triunfar golpeando una bola alrededor del mundo. Jugadores que lo dejan todo e invierten en su carrera, persiguiendo un sueño para el que no existen garantías más allá del trabajo diario, la profesionalidad en cada ámbito y la ilusión y ambición por seguir creciendo. En ocasiones, ni tan siquiera eso te asegura cumplir tus sueños. Te acerca a ello, eso sí, y de ello puede dar fé Juan Pablo Varillas, que celebra en este Roland Garros 2023 el que es ya el mejor torneo de su carrera deportiva.

Una meta cumplida que nace a través de las decepciones. Sus primeras dos participaciones en un Grand Slam tuvieron lugar ante dos de los 'capos del circuito', establecidos en la élite absoluta, favoritos con amplio margen sobre el peruano. En las dos, sin embargo, Juanpi estuvo a solo un paso de saborear las que hubieran sido las victorias más importantes de su trayectoria. Perder en cinco sets ante Felix Auger-Aliassime (Roland Garros 2022) y Alexander Zverev (Open de Australia 2023) supuso un doble mazazo del que extrajo enseñanzas positivas. Le hizo ver, claro, que su nivel pertenecía a la élite. Que estaba a punto de romper la puerta.

Y los diez sets de experiencia, como pornuncia en CLAY, le terminaron dando ese extra para manejar los tiempos, soportar físicamente la presión y creer hasta la última bola. Con todo ello, en París acabó por superar a Jerry Shang remontando un 0-2 en contra y, más notablemente, a un hueso tan duro de roer como Roberto Bautista por un marcador similar. "Quizás esos diez sets que disputé me hicieron darme cuenta de que en un Slam los partidos son muy largos, de que se puede presentar una chance en cualquier momento y debes estar muy centrado para aprovecharla. Contra Rober, vi la oportunidad en el tercer set y la aproveché".

El último jugador peruano en llegar a tercera ronda de un Grand Slam fue Lucho Horna, precisamente en este mismo escenario, allá por 2006. Casi 20 años de vacío en una nación que rema con todo lo que tiene, pero incapaz de producir jugadores de primer nivel en una época de sequía insoportable para muchos. La aparición de Varillas, más aún a la edad de 27 años (no es ningún júnior prodigio ni nada por el estilo), se ha convertido en un verdadero ejemplo para muchos jóvenes de este país, que ahora encuentran un espejo y un reflejo en el que fijarse, al igual que el propio Juan Pablo contó con el de Horna, con el que guarda una magnífica relación (al fin y al cabo, pertenece a su agencia de representación de deportistas).

PIEDRAS EN EL CAMINO PARA CUMPLIR UN SUEÑO

No fue fácil. Más arduo, de hecho, de lo que cualquiera se imagina. En una nación sin tanta tradición tenística, lejos de ser un peso pesado del ecosistema mundial, Varillas luchó por cada opción de ingresar dinero mientras progresaba. Su destino, en teoría, era ser ingeniero. Pero tomó una decisión. Se la jugó por el tenis, sin garantías de éxito, sin seguros de vida. Dejó la universidad y se dedicó en cuerpo y alma a este deporte, con el apoyo de sus padres, que se encontraban en las gradas mientras certificaba su mejor actuación histórica. El siguiente paso para Varillas fue volar del nido: se trasladó a Argentina, con una cultura tenística mucho más arraigada, para generarse más oportunidades y 'adoptar' un poco de esa mentalidad guerrera albiceleste.

"Estoy en Buenos Aires para buscar oportunidades con el objetivo de crecer. Es una gran ciudad para el deporte profesional. Hay muchos grandes jugadores, que tienen una mentalidad profesional y guerrera, con los que puedes entrenar. Ha conseguido que ese ambiente se contagie y me motive a seguir creciendo", confiesa Juan Pablo, que ve desde la distancia como Perú sigue siendo presa de una acuciante inestabilidad política y social. Él intenta transformar esa tristeza en ilusión, darle alegrías a su país a través del deporte. "Intento aportar a la gente con estos pequeños momentos del deporte que pueden ser importantes para la felicidad de las personas. Quiero darles un par de horas de alegría, que estén de buen humor, que tengan una conversación diferente a la política".

Uno de los legados más importantes de su presencia en las grandes ligas, como hemos mencionado antes, es hacer crecer una cantera que ya cuenta con dos exponentes interesantes. Gonzalo Bueno e Ignacio Buse, dos jóvenes procedentes del país sudamericano, ya han destacado a nivel júnior, llegando a la final de Roland Garros junior en 2022 y con el propio Bueno destacándose en el circuito Challenger, semifinalista en Lima la pasada temporada. Frutos provenientes de una semilla que sembró Varillas a base de trabajo, ilusión y mucho esfuerzo. Hubert Hurkacz es la próxima estación de un tipo que quiere seguir soñando y, en consecuencia, hacer soñar a una nación ávida de felicidad.