
Otra victoria más. Una de esas victorias que son más necesarias que brillantes. Ese tipo de victorias que para un tenista son vitales y de las que todo el mundo en unos meses se habrá olvidado. Los Grand Slams no solo se ganan en finales ante los mejores jugadores del planeta, sino también resolviendo los determinados problemas que van surgiendo a lo largo de esos partidos de primeras rondas. Rafael Nadal es un genio en este tipo de situaciones. No se amilana cuando las cosas van mal. Sabe gestionar a la perfección las energías y no se pone nerviosa cuando las cosas no van bien. El objetivo es claro, ir cogiendo ritmo competitivo para las rondas finales y sobre todo jugar sin dolor. Tras sufrir ante Francisco Cerúndolo en primera ronda de Wimbledon, hoy el guion fue prácticamente igual ante el lituano Ricardas Berankis, al cual derrotó por 6-4, 6-4, 4-6 y 6-3 en tres horas y dos minutos de juego.
Tras haber sido ganador en el Open de Australia y Roland Garros en este 2022, Wimbledon puede pasar de ser un anhelo a una obsesión, si el español tras como se le está abriendo el cuadro no consigue ganar este Grand Slam. Berankis tuvo una digna actuación, pero poco pudo hacer cuando Nadal decidió cuando era el momento de apretar y evitar males mayores.
Encuentro con altibajos
Tensión, intensidad, relajación y finalmente... victoria. Esto puede ser el guión de Rafael Nadal a lo largo de este partido. Su rival era consciente de que el resultado final no solo dependía de él, sino de que Nadal tuviera muy mal día. No le perdió la cara al partido en ningún momento y nos atreveríamos a decir que en algunos momentos llegó a ser hasta superior, ante un Nadal que sabía que en determinados momentos tenía que bajar una marcha si no quería que los problemas físicos aparecieran. Es un hombre curtido en mil batallas y sabe cuándo es preciso activarse de piernas y agarrarse a la pista como un guerrero. Tras algunas dudas a la hora de mantener su servicio, un break de Nadal en el décimo juego fue suficiente para ponerse por delante en el encuentro.
Aún con ciertas dudas respecto a su juego, Nadal sacó adelante la segunda manga con mayor contundencia, pero no más brillo. Llegó a remontar un 3-1 adverso con una actitud loable, pero con los recursos suficientes para estar un pasito por delante de un Berankis que sabía que estaba desaprovechando una oportunidad única de poner en aprietos a Rafa. Ya en el tercer set, Berankis hizo break de salida y abrió una brecha en el marcador que sería prácticamente definitiva en el desenlace del tercer set.
La lluvia, protagonista de nuevo
Había ciertos murmullos en la pista central por el patrón que había cogido el partido. Es un "copia y pega" de lo que vimos hace un par de días ante Cerúndolo. Nadal no quería verse en aprietos y rápidamente logró un break en el cuarto juego que hacía ponerse 3-0 arriba. Llegó la lluvia para frenar la quinta marcha del español. Aun así, nada paró al español de conseguir el triunfo y verse en tercera ronda de Wimbledon, donde se enfrentará a Lorenzo Sonego.