
Sacar un torneo adelante no es tarea fácil. Cuando dicho evento forma parte de cualquiera de los mayores circuitos del deporte de la raqueta, el asunto se torna aún más complejo. Todo lo que el espectador ve al final de la semana son a los campeones del evento, a las fotos de felicidad después de que la tormenta haya pasado, pero detrás de todo ello existe un trabajo exhaustivo en el que cualquier mínimo fallo puede dejar expuestos a los organizadores. En consecuencia, trabajar con buena actitud y predisposición y formar parte de un entorno positivo ayudará, como es lógico, a que todo salga bien. Y si no, que se lo digan al WTA de Luxemburgo.
Hace unas horas conocíamos la noticia de que este evento, uno de los clásicos del final de temporada en el calendario WTA, dejará de disputarse a partir de 2022. Nadie sabía nada del tema y resultó una maniobra extraña, pero tras las explicaciones de la directora del torneo, Danielle Maas, todo nos queda aún más claro. El evento luxemburgués ha cargado duramente frente a la forma de manejar el torneo por parte de la WTA, dejando muy claro que no van a volver a prestarse a trabajar con ellos y que a partir del año que viene el formato que seguirá el evento será de carácter invitacional.
"No vamos a organizar nunca más un torneo WTA. Eso, ya de por sí, es un gran cambio. El caso es que ya no nos sentimos cómodos trabajando con la WTA. Ya no nos aseguran tener un torneo de calidad como el que nosotros soñamos, con el aspecto familiar que le damos y todo lo que tiene a su alrededor. Por eso hemos tomado la decisión de acabar con el torneo WTA después de 25 años. Estamos bastante contentos por haber cerrado esta historia, que ya no nos daba ninguna alegría", afirmó Maas en declaraciones al periódico Tageblatt. Son palabras contundentes, honestas y que reflejan una realidad clara: la WTA y el torneo no se entendieron en ningún momento durante el transcurso de esta edición. Pero... ¿cuál es el motivo detrás de estas acusaciones?
La fiesta que nunca se dio
Si de algo se enorgullece el torneo luxemburgués es de esa cercanía con los jugadores que se le presupone a una nación tan pequeña. Al fin y al cabo, la propia Pista Central da una clara sensación de torneo familiar, de un evento que no cuenta con grandes infraestructuras pero que palia estas deficiencias con un buen trato a las tenistas. No en vano, este año, a pesar de proximidad con el US Open, jugadoras de la talla de Belinda Bencic o Marketa Vondrousova, las dos últimas finalistas olímpicas, dieron lo mejor de sí en el torneo centroeuropeo. Al parecer, la WTA ha implantado desde 2019 diversas 'reglas' que no permiten esa cercanía con las jugadoras... hasta el punto de llegar al detonante que lo cambió todo.
El torneo organizó una Gala que conmemoraba su 25º aniversario en el circuito. No solo es que ningún representante de WTA se personase allí: es que el cuerpo gobernante del circuito femenino prohibió expresamente la presencia de cualquier tenista en dicha gala, según afirma Maas. Aquello desató la caja de Pandora. "Lo de la Gala nos mostró que no existe ningún tipo de interés o entusiasmo por parte de la WTA para seguir trabajando con nosotros. Hemos tenido mucho aguante para organizar el torneo esta semana de la manera en la que la WTA quiso. Trabajar juntos fue muy difícil. Las reglas de la WTA y su acercamiento a ellas han cambiado muchísimo desde 2019. El capítulo de la WTA está cerrado, ahora nos toca abrir otra historia". El circuito pierde a una de sus paradas más icónicas... y todo entre polémicas y fuego cruzado. Veremos si tardará poco en extinguirse.