Coco Gauff abordaba los Juegos Olímpicos Tokio 2021 como una de las principales esperanzas de medalla del tenis estadounidense. Más allá del hecho de poder llegar lejos en el torneo, la experiencia olímpica era algo que entusiasmaba a la joven Cori. Nunca lo había ocultado, aún menos cuando la noticia se hizo oficial. Con solo 17 años iba a formar parte del evento deportivo más grande de todos los tiempos... como para no saltar de júbilo y emoción.
Pueden ustedes imaginarse lo que supuso, apenas días antes de poder volar a Tokio, conocer la noticia de que ese sueño no iba a poder materializarse. Coco dio positivo por coronavirus: en un segundo, todas sus esperanzas se desmoronaron. Lo que no sabíamos es que esta historia tiene un giro de guion más, un golpe de mala suerte que la estadounidense desveló ayer en una rueda de prensa previa a su participación en Washington (disputó una exhibición frente a Victoria Azarenka).
"Por desgracia todo estaba programado para que me pusiera la vacuna esa misma semana (la que dio positivo). Debido a las circunstancias no pude, aunque lo haré cuando pueda. No pude ponérmela antes por los desplazamientos y el tiempo entre una dosis y otra. En Charleston, mi padre se puso la Johnson, de solo una dosis, pero yo no podía al ser menor de 18 años. Mi madre se puso Pfizer, pero pasa mucho más tiempo que yo en casa. Antes de volar a Europa pensé en ponerme la primera dosis, pero me aconsejaron que, al pasar tres meses fuera de gira no era muy buena idea hacerlo, ya que pasaría demasiado tiempo entre una dosis y otra. En teoría me iba a poner la primera dosis antes de viajar a Tokio, y la segunda justo después de los Juegos Olímpicos. Ahora supongo que intentaré ponerme la primera justo después de Cincinnati y la segunda después del Us Open".
Un plan que tenía todo el sentido del mundo, pero que no pudo materializarse debido a la aparición del virus. El nuevo escenario que se le presentaba a Gauff era muy distinto: tiempo en casa, seguir la competición por la televisión y buscar maneras de seguir centrada en su propio trabajo. "Una vez contraje el virus tuve que quedarme en casa y empecé a hacer rutinas de ejercicios, pasé mucho tiempo nadando y haciendo cosas para no aburrirme. Tras salir de casa he estado entrenando dos veces al día, preparándome a conciencia para mi vuelta a las pistas, y creo que estoy lista para la gira norteamericana".
Eso sí: la decepción y tristeza por no acudir a la cita olímpica era absolutamente inevitable. "Está claro que estuve muy decepcionada. Sabéis que he hablado sobre los Juegos Olímpicos prácticamente desde el Open de Australia, cuando me enteré que tenía posibilidades de formar parte del equipo. Pero bueno, espero poder tener muchas más oportunidades de entrar en el equipo y poder disputar unos Juegos antes de que aparezca cualquier circunstancia imprevista. Simplemente estoy feliz por haber pasado el COVID sin demasiados síntomas: prácticamente fui asintomática, aunque todavía no he recuperado el olfato, pero más allá de eso estoy bien".
La presión por jugar en las mejores pistas, ¿afecta?
Otro de los temas que trató la estadounidense hacía referencia a la cantidad de grandes partidos que, a pesar de su corta edad, ya ha jugado en las pistas más importantes del circuito. Wimbledon, por ejemplo, la colocó en la Pista Central durante varias jornadas por encima de otras cabezas de serie. ¿Cómo afectan decisiones así?: "Estoy muy agradecida por poder jugar en este tipo de pistas, ya que da muchas más oportunidades a la gente de verme jugar por primera vez. Me gustan las grandes pistas, me gusta que haya ruido en las gradas. Eso sí: no importa dónde me pongan, con tener a mi padre o a mi madre cerca mía creo que estaré bien siempre".